El cadáver de un tiburón zorro aparece varado en la playa de Sonabia
El ejemplar, que normalmente habita ecosistemas de aguas tropicales, fue encontrado el pasado sábado por un voluntario de Centinelas Cantabria
El estado de descomposición el animal delataba que llevaba muerto varios días. Lo descubrió un voluntario de la agrupación Centinelas Cantabria el pasado sábado entre las rocas de la playa de Sonabia, en Castro Urdiales. «Pude ver que tenía unas marcas cuadradas en el vientre», dijo el hombre, lo que en un principio se ha interpretado como las marcas de una red de pesca.
Que llegara a las costas cántabras cargado en un barco pesquero es una de las hipótesis que se barajan, porque es realmente extraño que un ejemplar de esta especie termine muerto en un arenal de estas latitudes. «Son animales que habitan aguas tropicales y que llegan aquí por causas como que hayan sido atrapados en las redes de arrastre; o que tras haber muerto hayan sido arrastrados por las corrientes. Pero para que se diera este último caso, el cadáver debería presentar un estado más avanzado de descomposición», explica María Grijuela, portavoz de Centinelas Cantabria.
Cuando descubrieron al animal muerto dieron aviso al 112 y al Museo Marítimo del Cantábrico, que les ayudó a identificar la especie. «Efectivamente es un tiburón zorro porque tiene una aleta muy característica que es propia de ellos», cuenta Gairjuela. Lo que no se podrá determinar con exactitud será la causa de la muerte, porque no parece que se vaya a recoger el ejemplar para realizarle la autopsia. «En estos casos hay veces en que se deja que la naturaleza siga su curso y es un cuerpo que sirve de carroña para el alimento de otras especies. Es lo que sucede en la naturaleza», asegura la responsable de Centinelas.
Otros casos
En el pasado han aparecido otros ejemplares de tiburón zorro en las costas cántabras. En abril de 2016 un cadáver de menor tamaño terminó en un pedregal de La Maruca (Santander). En aquel entonces el Museo Marítimo del Cantábrico (MMC) barajaba dos opciones: «Que sea de pesca y como no tiene interés comercial lo hayan tirado por la borda; o que haya enfermado y al fallecer la corriente lo haya traído hasta la costa», aclaró entonces Gerardo Castrillo, director del Museo.
En 2012, dos buceadores capturaron a mano un ejemplar moribundo de más de dos metros en la Bahía de Santander. Y en 2008 un joven tiburón peregrino llamó la atención de los bañistas. De hecho, las autoridades tuvieron que salir al paso para asegurar que se trataba de un animal inofensivo.
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