«Cantabria es mi gran amor, me encanta»
La Conversación ·
La nieta de Concha Espina pinta sus obras en Loredo, donde reside gran parte del año junto a «esta maravilla de mar de color turquesa»Desprende una desbordante energía que vuelca sobre sus cuadros con solvencia, disciplina, belleza y rapidez. Del discurso de Concha de la Serna se deduce que pintar es para ella una necesidad vital, como respirar, comer o beber agua. Y lo hace con una coreografía de trazos que bailan al ritmo de la luz que se desliza por el cuadro. Pero no es su única faceta creadora: de su abuela, la ilustre Concha Espina, ha heredado el gusto por la escritura.
-¿De dónde viene su interés por la pintura?
-Recuerdo que cuando era pequeña pinté unos cuadros en los que simulaba las nubes y que mi padre siempre llevaba una reproducción de esas pinturas en la billetera. Eran como una especie de túneles hacia el cielo. Es algo genético, que llevas dentro, pero que también tienes que trabajar. Con respecto a la genética, mi padre decía que nacemos con una página escrita y nos queda un renglón al final para rellenar nosotros.
-¿Rellenarlo conlleva esfuerzo y disciplina?
-Sin duda. Ahora estoy pintando la iglesia de Loredo de forma desinteresada, porque no puedo estar quieta. Hasta que empezó la pandemia hacía cuatro exposiciones al año. Había días que pintaba doce horas diarias, sábados y domingos incluidos.
-La pandemia supuso un parón considerable en el mundo expositivo.
-Soy una persona muy trabajadora. Hubo una época de mi vida en que estuve creando jardines maravillosos. Me encanta la jardinería porque es como pintar, sabiendo que todo lo que hagas va a florecer. Es algo tan auténtico que no se puede improvisar en un cuadro, porque los cuadros son estáticos. Lo único que cambia en una pintura es la luz. Yo pinto con mucha veladura y la luz provoca cambios según su intensidad u orientación.
-En algunas de sus obras la luz parece concentrarse en un punto, en otras se diluye por la superficie del cuadro. ¿Busca intencionadamente esta dirección de la luz?
-Sí. Hace años tuve una parada cardiorrespiratoria mientras practicaba ala delta y casi me muero. Pude ver la luz al final del túnel en una experiencia muy trascendental que me elevó a las nubes, más de lo que yo ya estaba (se ríe). Consciente o inconscientemente, he pintado lo que experimenté.
-Pasa largas temporadas en el norte, donde hay una luz más propicia para la introspección. Sin embargo en sus obras encontramos una luz más típica del Mediterráneo.
-Es del Caribe. Viví cuatro años en el viejo San Juan, en Puerto Rico, donde se da una luz color violeta espectacular. Aquí también hay una luz muy especial por las mañanas que parece hasta caribeña con el mar turquesa, aunque sucede más en invierno y con viento sur.
«Pinto con mucha veladura y la luz provoca cambios según su intensidad u orientación»
ESTILO
«Mi abuela y mi padre me han sabido transmitir la importancia de la libertad y el esfuerzo»
FAMILIA
-En algunos de sus cuadros, la referencia original está muy presente y el paisaje se vislumbra con nitidez. Sin embargo, en otros vemos un cielo que desborda los márgenes del lienzo. ¿Pasa de lo figurativo a lo abstracto?
-Sí, claro, muchas veces. Como pinto mucho, tengo que cambiar la temática, la técnica y el formato en cada exposición. Pinto tanto en formatos muy grandes como pequeños. Un cuadro grande implica además mucho desgaste. Empleo el acrílico, lo que exige mucha rapidez ya que de otro modo se seca y no puedes corregir, por eso tienes que saber muy bien qué es lo que quieres reflejar.
-¿Utiliza el paisaje como modelo de representación o también como elemento para generar emociones?
-Para generar emociones. Si reflejo un paisaje en un cuadro puedo volver a ese lugar cuando quiera. Muchas veces mis propias obras me sorprenden también. Y yo casi siempre pinto de memoria.
-Emplea una gama cromática propia del estilo fauvista (uso provocativo del color), con colores incendiarios, muy puros.
-Me gusta el color. Sé dibujar, pero no es lo que me interesa. El color implica un cambio constante. El dibujo, sin embargo, está más muerto y no tiene tanta riqueza.
-¿Qué es lo importante en una obra?
-Establecer una especie de diálogo y lograr que la gente se meta en la pintura, que la sepa ver. Con un paisaje es más fácil, pero recuerdo una vez que una persona muy entendida en arte me dijo que lo que había pintado no era más que un fondo. Para mí pintar es pura libertad, pero con los años te vas acostumbrando a que la gente no vea lo que tú quieres mostrar.
-También escribe poesía.
-Sí, y próximamente voy a publicar un libro. Durante el confinamiento aproveché para pasar a ordenador todos mis poemas y tengo 600. Además he escrito una pequeña biografía sobre mi abuela Concha Espina que también me van a publicar pronto.
-¿Qué implica ser nieta de Concha Espina?
-Muchísima seguridad, porque mi familia siempre fue muy caótica, exceptuando a mi padre, que ha sido el ser más maravilloso de mi vida. Ambos me han sabido transmitir la importancia de la libertad, la responsabilidad y el esfuerzo para lograr buenos resultados.
-¿Qué es para usted Cantabria?
-Mi gran amor. Me encanta, aunque aquí no ceso de trabajar.
-¿Pasará aquí el verano?
-Claro, con esta maravilla de mar de color turquesa.