Cantabria pasa de su peor dato histórico de nacimientos a liderar el crecimiento nacional

En el cuarto mes nacieron este año 227 niños cántabros, tres menos que en el mismo mes del pasado año, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), que publica este análisis completo. La alegría, por tanto, ha durado poco. «No somos muy optimistas en general con que esta tendencia se vaya a mantener en el tiempo», indica María Jesús Cabero, jefa del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander. «A las parejas jóvenes les está costando mucho trabajo conciliar la vida personal con la vida laboral, el acceso a la vivienda cada vez está peor y la inflación hace que todo se complique aún más», argumenta Cabero. Por eso afirma que el dato es optimista, pero que habrá que esperar todavía a diciembre para comprobar si se mantiene en el balance general del año.

Tras esta apreciación cabe preguntarse qué es entonces lo que ha motivado este repunte en las estadísticas. El primero, está claro, es que resulta sencillo mejorar los resultados del pasado 2023, que fueron los peores de la serie histórica, pues se registraron sólo 3.148 nacimientos, muy lejos de un hito que se alcanzó, por ejemplo, en 1976, cuando llegaron al mundo 9.072 bebés cántabros.

«También hay que pensar en que, pese a que las cosas están difíciles, la economía ha experimentado una ligera mejoría, que se nota en el día a día», asegura Yolanda Jubete, jefa del Servicio de Ginecología de Valdecilla. «Estoy hablando en concreto de Cantabria, donde quizá recibimos más turismo y hay algo más de movimiento económico que todo ello trae consigo y podemos disfrutar de una situación financiera que está ayudando un poco a tomar la decisión a los nuevos padres».

La especialista se refiere también a la pandemia como punto de inflexión que ha condicionado este fenómeno demográfico: «Hay muchas parejas que habían postergado la paternidad por culpa del covid y que, una vez superadas las restricciones y el regreso a la normalidad, han terminado por dar el paso». Pero existe además otro fenómeno que Jubete encuentra en su día a día con las mujeres que traen al mundo nuevas vidas: el de la migración y el cambio de concepto vital que trajo el coronavirus. «Cantabria ha sido destino de muchas parejas jóvenes en posición acomodada, que teletrabajan y que se han instalado en zonas rurales para alejarse de las grandes urbes», confirma. «Es una realidad que estamos viendo cada vez más y que, sin duda, ha contribuido a estas cifras de aumento de la natalidad en la región». Y la migración, también señalada por el INE, está ayudando a que todas las madres jóvenes llegadas de otros países engorden estas cifras, como auguraban algunos expertos en demografía que señalaban este fenómeno como una vía para contrarrestar la caída de población.

El avance de la medicina es otro factor determinante que ha mejorado las posibilidades. Parejas que en el pasado hubieran tenido imposible la maternidad son ahora las que llegan a tener uno o incluso dos hijos por fecundación in vitro. «Es algo en lo que hemos sido pioneros en Cantabria», celebra Jubete. «Hasta ahora, la ley permitía tener uno; pero desde el Servicio de Ginecología realizamos un estudio para conocer el gasto económico que tendría un segundo y arrojó cifras irrisorias, de alrededor de 100 euros». Se dieron cuenta de que el coste era ínfimo y el beneficio social era muy grande y desde entonces son cada vez más las madres que pueden tener un segundo descendiente gracias a la asistencia médica.

Sobre los perfiles, el grupo mayoritario de las madres en el primer cuatrimestre del año tiene entre 35 y 39 años (con 366 de los 1.072 nacimientos), seguido del de 30 a 24 años, con 339. Las madres de 40 años o más fueron 148 y además se produjeron ocho nacimientos de mujeres de entre 15 y 19 años. Hubo también 59 bebés nacidos de madres entre 20 y 24 años y 152 de las que tenían entre 25 y 29 años.