Cuatro caras nuevas en el estudio del cáncer
Los cuatro investigadores predoctorales cuentan con financiación de la Asociación Española Contra el Cáncer para estudiar tratamientos
La investigación requiere de vocación. No solo por el nivel de exigencia académica que implica. También, por los métodos de subsistencia de quienes apuestan ... por la carrera académica. Enrique García Moreno (26 años), Sara Valero Díaz (26), Natalia Sánchez Collantes (27) y Diego Rosich Velarde (25) son los únicos cuatro estudiantes predoctorales que cuentan con la beca para financiar la investigación para su tesis de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Cantabria.
Son cuatro científicos que «forman parte de la excelencia» por sus expedientes académicos, como apunta Celia García Horta, gerente de la Asociación en la región. Y, por ello, la AECC en Cantabria financia al completo su trabajo. Reciben un total de 73.500 euros brutos de los que pagar sus sueldos y cotización durante tres años -prorrogables un año más con 27.100 euros brutos-. Y es que, la organización, más allá del apoyo y acompañamiento a pacientes y familiares, es una parte activa de la investigación. «Tenemos varias líneas de financiación, pero la de las becas predoctorales nos hace especial ilusión porque la inversión sale al completo desde Cantabria», explica. La AECC de la comunidad se convierte en un activo imprescindible en la lucha: «Ahí es donde va el dinero que se dona, a lo realmente importante para poder combatir la enfermedad».
«La investigación obliga a ser disciplinado y cumplir tus propios objetivos. Requiere de esfuerzo, pero es muy gratificante»
Diego Rosich Velarde
Investigador predoctoral en IFCA
Los cuatro se dedican a la investigación de terapias contra el cáncer. Enrique es biotecnólogo y ahora investiga en un grupo del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC) que pretende conocer el impacto de diferentes terapias para combatir el cáncer en otros tejidos, especialmente, en el corazón. Sara, en el mismo instituto, el IBBTEC, se dedica a investigar terapias específicas para el cáncer de mama triple negativo en los estadios más tardíos. Como Natalia -también en el IBBTEC-, que aborda la misma enfermedad, pero desde otro punto de vista. Su grupo busca explicar por qué el 40% de los pacientes es resistente a las terapias tradicionales. Y Diego, el único físico entre los predoctores, busca en el Instituto de Física de Cantabria (IFCA) las distintas aplicaciones de la tecnología más novedosa como tratamientos: Como, por ejemplo, la protonterapia, sobre la que bromea: «a ver si llega finalmente antes de que yo haya terminado el predoctorado».
«La mejor parte de la investigación es ganar autonomía, ir de menos a más viendo los avances en nuestros proyectos»
Sara Valero Díaz
Investigadora predoctoral en IBBTEC
Todos ellos son «brillantes», confiesa García Horta. Por eso cuentan con la financiación de las becas. Sin embargo, no es lo único en lo que coinciden. Para los cuatro jóvenes es una «gran oportunidad» que no podrían haber aprovechado «si tuviéramos cargas económicas». «Puedo ser investigador porque vivo en casa de mis padres y no tengo hijos», sentencia Enrique García en este sentido.
Una de las principales quejas en torno a la investigación es la «falta de financiación y de un sistema que apoye el estudio». Creen que es una cuestión estructural, pero que hace que muchos investigadores «abandonen porque es insostenible». En su caso, se preparan para presentar una tesis en la Universidad de Cantabria (UC) sobre la que investigan. «Si no fuera por la beca, no podríamos tener ingresos estos cuatro años», lamenta Sánchez. «Además, es casi inviable que un grupo de investigación invierta su presupuesto, que es muy limitado, en un predoctor. Eligen a posdoctores porque son más eficientes y no tienen que formarlos».
«La tesis doctoral es una carrera de fondo y no sé si en el futuro seguiré investigando, pero quiero seguir en la vida académica»
Enrique García Moreno
Investigador predoctoral en IBBTEC
Es uno de los principales impedimentos, «y así España pierde mucho talento». Pero hay más, aseguran. Natalia Sánchez es tajante: «La ciencia no solo tiene que servir para hacer publicaciones, sino que debe aplicarse». De hecho, en su caso, valora dedicarse a la investigación clínica en el futuro, una vez termine el doctorado. «Es una pena que los grandes avances se queden en el papel».
«El fin de un investigador no debería ser solo publicar, los avances deberían ir más allá del papel y poder aplicarse»
Natalia Sánchez Collantes
Investigadora predoctoral en IBBTEC
¿Si estudian o trabajan? Ambas cosas. Por eso, recomendarían a quienes piensan en ser investigadores optar a la beca. «No parece atractivo, pero es muy gratificante», señala Diego Rosich. Sobre todo a los investigadores jóvenes. Sara Valero lo tiene claro: «Si te lo planteas es porque ahora es tu momento, te permite ganar dinero y cotizar durante el doctorado. Es una suerte que crean en nosotros».
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