La Fiscalía de Cantabria reconoce que las pulseras antimaltrato suelen registrar «ciertas incidencias»
«El sistema no es totalmente riguroso con los metros», apunta el fiscal superior, Jesús Arteaga, tras la polémica desatada a nivel nacional
Imagine por un momento que una víctima de violencia de género se encuentra en su casa, empieza a sonar el dispositivo que tiene para avisarle ... de que su agresor se ha saltado la orden de alejamiento que tiene y, minutos después, comprueba que se trata de una falsa alarma. O piense en el caso contrario. El del maltratador que está en su cama durmiendo y la pulsera telemática que lleva empieza a pitar aunque la víctima no se ha acercado a él.
Aunque parezca extraño, estas dos situaciones se han dado en más de una ocasión en Cantabria, que también se ha visto salpicada por la polémica desatada a nivel nacional con las pulseras telemáticas antimaltrato, aunque se desconocen en cuantos de los 55 casos activos (a 31 de julio de este año) hubo problemas relacionados con el cambio de gestora del servicio.
«Siempre ha habido ciertas incidencias. Hay que tener en cuenta que el sistema no es totalmente riguroso con los metros. Y luego, tanto el maltratador como la víctimas desconocen la distancia exacta que hay entre ambos, ya que en distancias habituales como los 300 o los 500 metros no te ves, pero puede que te hayas acercado más de lo permitido», explica el fiscal superior de Cantabria, Jesús Arteaga, que hace años llevó casos de violencia de género. «Puede haber fallos». De hecho, recuerda el caso de una chica que estaba en El Astillero y el agresor pasaba por la autovía cerca de donde se encontraba ella, sin vulnerar la orden de alejamiento, pero la pulsera se activaba. «Lógicamente no lo consideramos como un quebrantamiento de condena», afirma.
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Como este caso hay otros. Al menos así lo trasladaba ayer a El Diario Montañés una abogada del turno de oficio, que prefirió no dar su nombre, pero que ha tenido asuntos, tanto de maltratadores como de víctimas, en los que las pulseras telemáticas, en sus distintas versiones, han dado fallos. Es más, afirma rotunda que «siempre han fallado, por eso las han ido cambiando en los últimos años».
En la actualidad, tiene un cliente que lleva pulsera telemática y le ha fallado «de muchas maneras». «Le pita a las cuatro de la mañana, cuando está durmiendo en la cama. Salvo que ella se haya acercado, que entendemos que no, eso quiere decir que el dispositivo está fallando», apunta.
En otras ocasiones, a su cliente le aparece el dispositivo como desconectado. «Y no porque se lo haya quitado, sino porque se le ha acabado la batería de repente (el dispositivo se carga como los móviles), a pesar de que él pensaba que tenía carga suficiente. Él no se entera, nadie le llama ni le avisa. El Sistema Cometa, que hace el seguimiento de los dispositivos las 24 horas del día, no avisa, pero luego emite un informe en el que establece el tiempo de desconexión».
Esto supone, según explica esta letrada, que luego tienen que demostrar por otros medios que su cliente no ha quebrantado la orden de alejamiento. «En alguna ocasión no hemos tenido problema porque en el momento del fallo había testigos delante que podían corroborar la versión de mi cliente, pero hay ocasiones en las que no es tan fácil y tenemos problemas. Algún cliente ha tenido que pasar la noche en el calabozo hasta que hemos podido demostrar el fallo que había registrado el dispositivo», ilustra.
Las cifras de Viogén en Cantabria
A 31 de julio del presente año, en Cantabria había activos 1.595 casos en el sistema de Violencia de Género (Viogén) de los cuales 812 afectan a mujeres con hijos menores a cargo. Además, 15 de ellas están calificadas de nivel alto; 295, de nivel medio, y 1.285, de nivel bajo.
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