Transportes dará prioridad al tren entre Bilbao y Castro y estudiará si lo prolonga hasta Santander
El Ministerio alega razones técnicas y de rentabilidad para dividir el trazado en tres tramos
Enésima vuelta de tuerca al histórico proyecto para mejorar la conexión ferroviaria entre Cantabria y Vizcaya. Justo cuando se cumplen veinte años desde la elaboración ... de un primer estudio que el Gobierno central ni siquiera llegó a aprobar, y tres desde que viera la luz un borrador que planteaba la construcción de un tren rápido entre Santander y Bilbao con paradas intermedias en Laredo y Castro, los trabajos vuelven a la casilla de salida. No es que se retroceda mucho porque apenas se había avanzado, pero el cambio que se plantea es de calado.
El Ministerio de Transportes ha decidido descartar definitivamente el estudio de alternativas presentado en 2022 para revisar el proyecto desde cero. Eso ya lo había anunciado el ministro Óscar Puente en su visita a Torrelavega de hace un mes. La novedad ahora es que en Transportes consideran que el alto coste de la solución planteada, más de 2.000 millones para un trazado de 74 kilómetros, y la escasa demanda que tendría el nuevo tren convierten en inviable el proyecto para los técnicos de la Administración. No salen las cuentas.
El propio análisis realizado por las ingenierías, insisten desde Madrid, ya advertía de que la rentabilidad socioeconómica era «menor que la mínima aconsejada», pero no se había tomado una decisión oficial hasta ahora. La alternativa que se plantea el Gobierno de España es trocear el proyecto. Lo deslizó el ministro Óscar Puente y lo confirmó ayer su 'número dos', el secretario de Estado de Transportes, José Antonio Santano, durante una visita a Santander. Con los estudios previos que ya están realizados, explicó que se estudia ahora ejecutar el recorrido dividido en tres fases. La primera llevaría el tren de Bilbao a Castro, la segunda de Castro a Laredo y la tercera hasta Santander. Como dijo ayer María José Sáenz de Buruaga, las palabras de Puente fueron una «auténtica sorpresa». Sorpresa negativa, apuntó la popular.
Ahora, la sorpresa se multiplica. La gran novedad es que no todo el recorrido está garantizado. Portavoces autorizados del Ministerio de Transportes aseguran a este periódico que los tres tramos se van a analizar por separado y que se irán ejecutando los que cumplan «criterios de rentabilidad socioeconómica y medioambiental». En este nuevo escenario, esas mismas fuentes dan por hecho que el recorrido Bilbao-Castro superará los filtros sin mayores problemas pero que habrá que analizar con más detenimiento las posteriores extensiones hasta Laredo y Santander. Especialmente la que llega a la capital cántabra, que es la más complicada desde el punto de vista técnico y medioambiental. Un análisis de situación que ni Puente entonces ni Santano ayer trasladaron así a Buruaga. Más bien todo lo contrario. Con lo que se quedó el Ejecutivo cántabro es que habrá que empezar los estudios de cero, pero que no hay ningún cambio de planes.
Rediseñar esta conexión ferroviaria ha sido elevado a objetivo prioritario por el Gobierno regional durante las dos últimas legislaturas. El trazado actual fue inaugurado en 1887 y está lejísimos de ser competitivo. Los trenes que opera FEVE hacen 31 paradas entre Bilbao y Santander y tardan cerca de tres horas en culminar un recorrido que en coche o en autobús se hace en la mitad de tiempo. Lo que hasta ahora planteaba el Ministerio era crear un tren rápido que complete el recorrido, apto también para mercancías, en unos 60 minutos. El 70% se debería ejecutar en túnel o viaducto.
Si esta idea naufraga y el tren se queda en Castro, quedaría coja la pata fundamental del proyecto, que se planteaba como la conexión del Puerto de Santander con Europa a través del País Vasco. Allí, en la comunidad vecina, pese a que el exlehendakari Iñigo Urkullu firmó con Miguel Ángel Revilla un acuerdo para impulsar este tren, la línea completa hasta Santander no genera especial interés. En Cantabria, como apuntó ayer Buruaga, es «irrenunciable».
El tramo Bilbao-Castro cuenta a su favor con los miles de usuarios potenciales que se mueven de Vizcaya y permitiría aliviar el tráfico de la autovía. Se plantea además ejecutar la futura estación en el núcleo urbano castreño y no al otro lado de la A-8 como se preveía hasta ahora.
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