«Las mujeres liberadas de la trata llegan rotas y muy desconfiadas, buscamos ofrecerles un hogar»
Nueva Vida dispone de tres viviendas en Santander destinadas a acoger a víctimas de la explotación sexual, uno de ellos abierto este verano para menores
Laura Fonquernie
SANTANDER.
Viernes, 27 de septiembre 2019, 07:11
En febrero de 2018, la Policía Nacional desarticuló una red internacional que se dedicaba a la trata de mujeres con fines de explotación sexual en ... Torrelavega. Gracias a esta operación, cuatro víctimas pudieron ser liberadas. ¿Pero qué pasa con ellas una vez descubierta la mafia que las tenía retenidas? A partir de ese momento, empiezan otro camino. Cuando desmantelan una red, las mujeres «pasan a un dispositivo para valorar su situación», explica Jennifer Cortés, coordinadora de acogimiento de la residencia para mujeres de la Asociación Evangélica Nueva Vida de Santander. Una vez que se determina que son víctimas de trata, «se las deriva a alguno de los centros de acogida, normalmente fuera de la comunidad autónoma en la que estaban», añade. En este «recurso» empiezan un camino, lejos del engaño, las amenazas y de ser utilizadas.
Lo que se hace cuando llegan a un centro es «una valoración médica, psicológica y social» porque cada una tiene una realidad, «una cultura, una dolencia e incluso un idioma diferente» y la atención tiene que ajustarse a las necesidades que presenta cada una. «A partir de ahí, con el equipo multidisciplinar se decide en qué momento están», dice Esther Ocejo, responsable del centro de menores víctimas de la trata. Por eso no es posible dibujar un perfil de mujeres víctimas. «Llegan de diferentes países, edades y situaciones familiares».
Sí tienen algo en común. «La mayoría son engañadas, les dicen que vienen a cuidar ancianos o a ser promotoras de discotecas. Creen que van a ganar mucho dinero», añade Cortés. Son mujeres vulnerables a nivel emocional y económico. En Santander, Nueva Vida tiene tres centros para las víctimas de la trata (no publican la localización para protegerlas). Uno de ellos, que se destina a mujeres adultas, tiene ocho plazas -actualmente seis ocupadas- aunque hay una que se reserva siempre «para emergencias».
«La mayoría cree que va a ganar mucho dinero y viene engañada. Y no hay un perfil de víctima»
Jennifer Cortés | Acogimiento para mujeres
Acogida de menores
Otro de los centros está más orientado a «la emancipación», es decir, a disposición de aquellas mujeres que ya tienen un trabajo y reciben algún ingreso. «Aquí les enseñan a gestionarse. Aunque no pagan las facturas, sí aprenden», comenta Cortés. Dispone de cuatro camas libres y, «lo habitual, es que de un recurso pasen a otro». Es decir, es un camino por varias fases, que en cualquier caso es siempre voluntario. Ahora viven en él tres personas, una de ellas con un año recién cumplido porque es el bebé de una de las mujeres que llegó embarazada.
El tercer recurso, abierto el pasado mes de julio, se ha habilitado para menores y es el tercero en España para jóvenes de entre 14 y 17 años que también son víctimas de estas mafias. En este caso, tiene capacidad para siete camas repartidas en cuatro habitaciones, dos baños y un salón. «Buscamos un lugar que parezca un hogar, que sea cálido», explica Esther Ocejo, responsable de este centro, durante una visita a las instalaciones. Comenta que «está todo preparado», pero todavía no vive nadie porque la parálisis provocada por la falta de Gobierno impide las derivaciones, «está todo estancado». Antes de contar con esta instalación, Nueva Vida ya trabajó con una menor que llegó por «urgencia humanitaria»; ahora ya es mayor de edad y puede decir que «es feliz». Estar en este centro sí es obligatorio porque son menores. Además «estarán acompañados en la casa» las 24 horas del día. «Con su horario y sus rutinas porque lo que buscamos es normalizar lo que sería un día a día para alguien que tiene entre 14 y 17 años». Sin importar la edad, todas las mujeres «llegan al centro rotas», lamentan ambas responsables. Y, sobre todo, «muy desconfiadas».
«Hay normas y horarios. Buscamos normalizar un día a día para alguien que tiene entre 14 y 17 años»
Esther Ocejo | Responsable recurso menores
En estos casos el centro tiene la guarda y custodia de las jóvenes. Como en España no hay casi hogares para menores, lo que ocurre es que «envían a las víctimas a centros de menores, pero allí no reciben la atención que necesitan», señala Ocejo. Una vez cumplan la mayoría de edad, de forma voluntaria, irían al recurso para adultas. La asociación también interviene en clubes y pisos, donde intentan sensibilizar a las mujeres que están allí y les ofrecen las pruebas del VIH. Todo lo hacen gracias a las subvenciones de los gobiernos central y regional y de entidades como 'La Caixa' y Diaconía.
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