La playa de Langre
Recuerdos y naturaleza en estado puro que te hace sentir pequeño
El personaje
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El psicólogo que explica la ansiedad. Doctorado Europeo en Psicología y reconocido con distintos galardones, el cántabro Baltasar Rodero pone siempre buenos ejemplos para explicar las cosas. Eso lo hizo por escrito hace poco en 'La ansiedad del esquimal' (Arpa, 2025), un libro que ha cosechado un notable éxito a nivel nacional precisamente por eso, por su sencillez para abordar asuntos complejos. «El bienestar de hoy en día nos hace más débiles y nos desbordamos antes», comentó en una entrevista en este periódico. Codirige el Centro Rodero Clínica de Neurociencias junto con su hermana Lucía.
Cantabria está llena de lugares especiales, pero si tengo que elegir uno, sin duda, me quedo con la playa de Langre. No solo por su ... belleza salvaje y sus impresionantes acantilados, sino también por todo lo que representa para mí: recuerdos, familia, infancia y, ahora, también, mis propias hijas.
Langre es de esas playas que impresionan nada más verla. No es una de esas urbanas con paseo marítimo y heladerías al lado. No. Langre es naturaleza en estado puro, con grandes acantilados de 25 metros que caen hacia un mar que nunca está quieto, con olas que parecen saludarte con fuerza. Es el tipo de playa que te hace sentir pequeño, pero de una forma bonita, como si el mundo fuera mucho más grande y lleno de posibilidades.
De pequeño solía ir mucho con mi familia en primavera y verano. Los domingos después de la Santa misa, y de cantar un 'Alabaré a mi Señor', poníamos rumbo a Solares. Allí, nos entreteníamos corriendo tras lagartijas, como si fueran trofeos de una expedición (quizás a día de hoy sería delito). A menudo, echábamos también un vistazo al partido del Solares. Antes de seguir camino, parada obligatoria: Restaurante Casa Enrique. Era (y sigue siendo) uno de esos sitios donde la comida sabe a casa, con platos sencillos, pero que siempre dejan buen recuerdo.
«Lo más bonito es que ahora he vuelto a Langre, pero con mis hijas. Es como cerrar un círculo»
Después nos dirigíamos a la explanada de Langre. Aquello era libertad total: jugar, montar en bicicleta durante horas, inventarnos historias y construir fuertes con lo que encontráramos. Bajábamos muchas veces a la playa, y allí nos daba por construir castillos de arena, con piedras, ramas y lo que hubiese. Siempre pienso que, con la cantidad de estructuras que levantamos allí, lo raro es que no acabara estudiando arquitectura. Incluso ahora, cuando paso por allí, me vienen a la cabeza aquellas 'obras maestras' que nosotros hacíamos con toda la seriedad del mundo. Nunca estuve tan cerca de ganar un Pritzker.
El regreso
Lo más bonito de todo es que ahora he vuelto a Langre, pero con mis hijas. Es como cerrar un círculo. Verlas corretear por la explanada, descubrir la playa con esa misma emoción que tenía yo a su edad, es algo que no tiene precio. Es un sitio donde puedo desconectar de todo, donde el tiempo parece ir más despacio y los recuerdos se mezclan con el presente.
Cuatro básicos
Imprescindible
No pueden dejar de acercarse hasta el mirador de la Torre. En toda esta costa las vistas son espectaculares y los miradores son lugares privilegiados.
Dónde comer
Ya les he hablado de Casa Enrique, en Solares. Por añadir aquí otro lugar, algo más cercano a Langre: Pan de Cuco. Nunca hubo tanta oferta gastronómica.
El selfie
Seguro que la foto es inolvidable desde lo alto del acantilado escarpado. Langre y su entorno, en general, dan para un álbum de fotos muy completo.
No olvides...
Lo más recomendable es llevar un pantalón largo (porque en el paseo suele haber ortigas) y, por supuesto, crema de sol para evitar desagradables quemaduras.
Langre no es solo una playa bonita. Para mí es una parte muy importante de mi historia, y ahora también empieza a formar parte de la historia de mis hijas. Y eso la convierte, sin duda, en mi rincón favorito de Cantabria.
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