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David Calle, ante una pizarra llena de fórmulas que enseña y explica. DM
«No pueden perderse vocaciones científicas por no entender una derivada»

«No pueden perderse vocaciones científicas por no entender una derivada»

Pensamiento positivo y pedagogía práctica son las armas de David Calle, profesor y 'youtuber' de éxito

Mada Martínez

Santander

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Martes, 15 de mayo 2018, 07:17

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David Calle da clases de ciencias en una academia y en su canal de 'Youtube', y en ambos espacios tiene éxito. Sus lemas son: «En el instituto no hay nada imposible» y «La ciencia seguirá cambiando el mundo».

-Casos prácticos, ejemplos, problemas relacionados con el entorno, ¿es ése el secreto de su éxito?

-En el fondo, sí. Muchos de mis vídeos sobre matemáticas, física o química son iguales que siempre porque una matriz inversa es una matriz inversa, ya está. Pero muchos otros, y en el libro también lo hago, trato de relacionar la ciencia con el mundo real, con lo que les apasiona a los chavales. La idea es que las ciencias dejen de ser un montón de letras y de números, divisiones o raíces cuadradas en una hoja en blanco, y que se conviertan en algo apasionante. Y que los chavales entiendan que todo tiene que ver con la ciencia: la tecnología, el 'Whatsapp', los viedojuegos, sus películas favoritas. La ciencia puede ser divertida si te la cuentan de manera sencilla, aunque, por otro lado, no todo tienen por qué ser divertido. Si quieres llegar a la universidad o a una formación profesional superior, tendrás que hacer integrales, derivadas. Porque también hay que enseñar a los chavales que hay que trabajar duro, que el esfuerzo es importante.

«Los profesores particulares prestamos un servicio poco valorado por los reglados»

-¿'Cuánto pesan las nubes' es un libro para profesores?

-Cuando escribí el libro pensé en tres perfiles: en chavales de 12 y 13 años en adelante, que son curiosos o a los que es preciso despertar su curiosidad; pensé también en la gente a la que ya le gusta la ciencia, que se hace preguntas y sigue series como 'Cosmos', y pensé en los profesores, para tratar de enseñarles historias curiosas que tienen que ver con la ciencia. En el libro hay trucos y experimentos para que puedan adornar las clases con cosas creativas.

-¿Cómo es dar clase en 'Youtube', sin interrupciones, sin preguntas, sin contacto con los alumnos?

-Tiene su parte sencilla, no me interrumpe nadie. Me grabo solo en casa. En ese sentido tengo una ventaja brutal, pero esto también exige más trabajo, una parte creativa. Suelo incluir trocitos de películas, ejemplos chulos... Esto va a quedar ahí grabado para siempre y tiene que ser algo que llegue a los chavales y que, de alguna manera, les impacte para no querer cerrar el vídeo o pararlo a los diez segundos. Me toca afrontar los vídeos con toda la pasión y energía que puedo, tratar de ser creativo.

-'Sois alumnos irrepetibles', 'tú puedes', 'esfuérzate y podrás con todo'... ¿Por qué tira tanto del pensamiento positivo?

-Lo más importante que podemos hacer los profesores, más allá de explicar ecuaciones, historia, latín, o de transmitir nuestro conocimiento, es tratar de inspirar a sus alumnos para que quieran aprender más y tratar de convencerles de que si se esfuerzan y trabajan pueden conseguir cualquier cosa. Para mí esa es la clave, lo que deberían intentar todos los profesores. Yo lo intento desde mi canal y es lo que me funciona. Todos mis vídeos terminan con 'practica, practica y aprobarás'.

-Pero también hay limitaciones, no todo consiste en querer.

-Hay que ser realistas. Por ejemplo, yo quería ser astronauta y es probable que no llegara a serlo porque no tenía capacidad, y quise ser piloto y por ser miope ni siquiera pude entrar, pero hay que decirles a los chavales que, prácticamente, pueden conseguir cualquer cosa si se esfuerzan y trabajan duro. Cuando entienden que es así, y empiezan a ver que les salen sus deberes, que les salen un poco mejor los exámenes, cuando los chavales entran en una dinámica positiva, se hacen imparables. Muchos se sienten frustrados desde los 11 o los 12 años, quieren abandonar las matemáticas, y es una de las asignaturas más bonitas, junto con la física, la química. Los chavales entran con muchos prejuicios a clase. Hay que intentar inspirarles porque muchas de sus opciones laborales tendrán que ver con la ciencia. El mundo que nos espera pasa por la ciencia. No pueden perderse vocaciones científicas porque un día no se entendió una derivada.

-Una de sus quejas es que el sistema educativo no se adapta a los nuevos tiempos. ¿Qué lo lastra?

-Todos tenemos culpa: los padres, porque tenemos a nuestros hijos excesivamente protegidos; los profesores, porque, en muchos casos, han perdido la pasión, la energía; las instituciones o los políticos, porque no escuchan a los profesores o a los directores de centro, que son los que están día a día con los chavales. Tendría que escuchárseles, también a algunos expertos para llegar a un consenso, a un modelo común de lo que queremos hacer. Y que apostemos por la investigación y el desarrollo -somos el país que más porcentaje de inversión ha perdido-, que apostemos por un país tecnológico y protagonista de los cambios que vienen, no un mero espectador. Si no nos vamos a convertir en un país de servicios, a donde vengan de vacaciones los ingenieros y científicos de otros países. Nuestros profesionales están supervalorados fuera, y es una pena porque terminan la carrera, y tras formarse muy bien, se los termina llevando Alemania, EE UU..., países que se encuentran con gente formadísima a coste cero. Habría que hacer un pacto común, que no cambie cada cuatro años, y que busque que nuestros chavales sean mejores.

-Suena utópico tras tantos intentos de pactar una Ley de Educación....

-Hay que seguir apostando por ello. Rendirse no tendría sentido. De una vez por todas tienen que ponerse las pilas y hacerlo, porque, si no, nos vamos a arrepentir. Tenemos en nuestras aulas al futuro de la humanidad. Con sus posibilidades tecnológicas, sus capacidades, ordenadores que calculan por ellos en milésimas se segundo. Con todas esas posibilidades y sus capacidades podrían hacer grandísimas cosas.

-¿Las clases particulares son un fracaso del sistema?

-Son necesarias, siempre todos hemos necesitado ayuda alguna vez, y no todos los padres pueden ayudar a sus hijos con los deberes. Estamos ahí para prestar un servicio que está muy poco valorado por los profesores reglados, y ahí cientos de miles de profesores de apoyo y particulares hacen una tarea de recomposición muchas veces espiritual de sus alumnos bastante importante. Ojalá se les diera el reconocimiento que merecen. Si el sistema funcionara mejor harían falta menos profesores y academias.

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