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El primer día de junio en Madrid, hace una semana, se plantaron en 36 grados. Llevaban ya varias jornadas achicharrados. Más de uno, sudando la ... gota gorda, llegó a casa por la noche, al acabar la jornada, y se puso a enredar en el ordenador con la familia. «¿Qué? Cerramos ya lo de las vacaciones, ¿no?». La escena, que parece una anécdota, no lo es tanto. Los hosteleros de aquí saben que el calor allí mueve el mercado. Aunque es pronto para las cifras, se estima que las reservas suponen ocupaciones de en torno al 70% en la región para el arranque del verano. Y para julio, andan ya sobre el 60%. «Tiene buena pinta», dicen. Aunque esa misma familia de madrileños –como los cántabros que preparan sus vacaciones fuera de aquí– repitieran al hacer consultas eso de «está todo carísimo». Los precios en Cantabria serán algo más altos que el verano pasado, si bien la impresión en el sector es que las subidas serán más moderadas que en los dos últimos años.
Los días más largos hacen palpable que el verano está a la vuelta de la esquina. «Es pronto», dicen los hosteleros. Pero ya tienen datos para sus primeras previsiones. «Estamos en cifras muy similares a las del año pasado a estas alturas y, si seguimos esa tónica, la temporada será buena» –a expensas de que el tiempo no lo empañe, como sucedió en parte durante varias semanas en 2024–, resume Eduardo Lamadrid, presidente de la Asociación de Hostelería. Un sondeo entre establecimientos en este colectivo arroja que en Santander, por ejemplo, los fines de semana de junio –sería como el arranque del verano– andan con lo que hay ya cerrado por el 75% de ocupación en los hoteles. Para julio ya hay un 60% y para agosto, casi un 40%. «Calculamos que los datos serán buenos», insiste.
Más optimista aún es Jesús Blanco, de la Asociación de Turismo Rural. Dejando junio de lado, «que es menos decisivo, aunque los fines de semana parece que se va a trabajar bien», para el mes que viene «las reservas caminan mejor que el año pasado». El mayor motivo de satisfacción está, en todo caso, en el 'movimiento' que hay para encontrar alojamiento de cara «a finales de julio y a todo agosto». «Va francamente bien y con mucha antelación». Y esas mismas sensaciones las tiene Eneko Valle, de la Asociación de Campings. Un 40-50% en junio, un 70% en julio, un 85% en agosto... «De seguir así, rondaremos el lleno. La curva de reservas es ascendente».
Uno y otro, Blanco y Valle, le dan mucha importancia al tiempo –es lógico si se habla de turismo rural y campings–. «Si queremos tener una buena ocupación aquí tiene que calentar mucho el sol en el resto de España. Eso les trae para acá. Si no calienta mucho, la oferta es tan grande, que no vienen tantos», dice el primero. «Que no llueva y que las temperaturas sean normales. Con eso, las ocupaciones irán bien», insiste el segundo.
Las previsiones locales encajan con las que se manejan en todo el país. «El verano de 2025 en España se espera que sea nuevamente de récord, según las previsiones elaboradas por Dataestur. Se prevé un aumento del 2,7% en la llegada de turistas internacionales y por encima del 4% en su gasto entre julio y agosto. Mientras, los viajes de residentes por España y su gasto crecería ligeramente alrededor del 1%», indicaban hace unos días en un artículo publicado por una entidad dependiente de la Secretaría de Estado de Turismo.
Ojo, porque estas buenas perspectivas servirán, dicen aquí desde Hostelería, para remontar una rentabilidad algo inferior a la del año pasado en el primer semestre en algunas zonas de la región. La tendencia es desigual. Sin ir más lejos, Jaime Paino, presidente de la Asociación de Viviendas de Uso Turístico de Cantabria, asegura que ellos están detectando «un nivel más bajo de reservas que otros años en estas fechas», aunque estiman que «finalmente se alcanzarán los niveles de otros años».
Reservas y precios. Las cuentas se meten de lleno en la maleta de las vacaciones. Se viaja cada vez más, aunque cada vez sea todo más caro. «Lo de los billetes de avión es desorbitado. Lo que antes era 200 o 250 euros ahora es 350 y esos 150 euros en una familia de cuatro ya es mucho dinero», comentaba hace unas semanas para este periódico Laura Santamaría desde Nautalia Viajes. Eduardo García, responsable de Santander Viajes y presidente regional de la Asociación de Agencias de Viajes y Operadores de Turismo, ponía como ejemplo las tarifas de los hoteles de Madrid y su variación «de un año para otro». Suben vuelos y hoteles y se estabiliza –aunque en los dos últimos años se disparó– el alquiler de coches.
112,02 Euros
Fue la tarifa media diaria de una habitación de hotel en Cantabria en julio de 2024.
76,92 Euros
Es el último dato de precio medio de habitación en Cantabria. Es de abril.
11,8% Subida
Es lo que se ha encarecido el precio del café en lo que va de año. Se nota, por ejemplo, en el aumento de lo que cuestan los desayunos.
Santamaría y García hablaban, en todo caso, de las vacaciones que preparan los cántabros. De irse (que todo indica que nos moveremos mucho). Pero a los que vienen a la 'tierruca', claro, también les va a subir la factura.
Lo primero, para comprobarlo, sería tirar de números oficiales. A nivel nacional y local. Vuelos y paquetes turísticos (tanto para viajar por España como para salir al extranjero) tiraron de la subida de precios en abril en los cálculos del IPC. Para hacerse una idea, en el apartado de hoteles y pensiones, la subida en los cuatro primeros meses del año fue del 23,1%. Ampliando el asunto al último año (siempre en función del IPC de abril), los vuelos nacionales son un 21,3% más caros y los internacionales, un 17,8% (aquí, por ejemplo, influyen aspectos como evitar sobrevolar Rusia en los viajes con Asia).
Más cercana es la información que ofrece el Icane, el Instituto Cántabro de Estadística. La tarifa media diaria de una habitación de hotel en la región fue en abril de 76,92 euros. Puesto que la Semana Santa cayó en ese mes este año, la comparación hay que hacerla con abril de 2023. Entonces fue de 74,58.
Pero para hacerse una idea de lo que puede ocurrir este verano, lo mejor es ir a los datos de julio. La tarifa media en 2024 en ese mes fue de 112,02 euros la noche frente a los 105,81 de un año antes. Antes de la pandemia, en 2019, la habitación costaba 86,12 euros. Siguiendo con el Icane, el índice de precios hoteleros alcanzó un valor de 131,90 el pasado verano (es un índice, no es un dato en euros) frente a los 123,20 del verano anterior. Casi nueve puntos de diferencia. Exceltur, el conglomerado de empresas unidas en una alianza turística, estima que el precio de alojarse en Santander en un hotel creció en 2024 un 4,5%.
«El precio medio de una habitación para este verano es complicado saberlo todavía», asegura Eduardo Lamadrid desde Hostelería. «Habrá algunos ajustes de precios por los incrementos de los costes, pero se prevén subidas inferiores a las de los últimos años y «no muy significativas». En la rentabilidad –y en los precios– ha impactado el incremento de los gastos en suministros en estos años, «algo que tradicionalmente era bajo y ya no es así», y también «los gastos de personal». Las mejoras lógicas en contratos y salarios se enmarcan, además, en un contexto de dificultades para encontrar personal. Y Lamadrid añade el incremento «de los niveles de absentismo, que nos preocupa».
En el turismo rural, Blanco explica que el año pasado fue algo flojo y eso dificulta tocar las tarifas. «El año pasado y el anterior sí hubo subidas, pero este año, más o menos, se mantienen». Valle, sobre los campings, habla del IPC y de compensar las subidas.
Más allá de las asociaciones empresariales, una charla con responsables de alojamientos arroja datos concretos. De entrada, todos remarcan que los precios hoteleros funcionan de forma parecida a la de los aviones. O sea, en función de la demanda, crecen (y pueden bajar). En un hotel de Santander hablan de subidas de en torno al 10%, «que puede ser algo más en días puntuales» como el fin de semana fuerte de Santiago. «En torno a un 5%», explican en otro negocio costero de la zona oriental. En este hotel explican que se manejan con 16 modalidades de precios y que, aunque no subirán mucho, utilizarán la tarifa más alta más veces durante este verano. «Sobre un 5-6%», estiman los responsables de varias viviendas de uso turístico, frente a subidas del 15% que se aplicaron otros años.
Conclusiones en los alojamientos: subidas, algunas entre el 5 y el 10%, pero, en general, más moderadas que en estos últimos años. Son, eso sí, subidas sobre subidas (si uno se pone a comparar con las tarifas antes de la pandemia es llamativo, como en otros muchos sectores).
¿Y en la restauración? Pues algo similar, pero con matices. Parecido en el sentido de que el gran encarecimiento de las materias primas, en general, se produjo en los dos últimos años (con la inflación disparada). Ahora se ha moderado un poco (lo del aceite de oliva es el mejor ejemplo). Subirán los precios, aunque los cambios en muchos casos se aplicaron ya con la entrada del nuevo año. «El año pasado subimos como un 12% y este año rondaremos el 5%», explica un hostelero. Y en aspectos concretos. La caña de cerveza, lo que cuesta comerse un helado... Los desayunos han ido escalando. Subidas paulatinas de diez, veinte céntimos... En este sentido, el precio del café ha crecido casi un 12% en lo que va de año.
Según Hostelería de España, el precio medio del menú del día en Cantabria era en 2024 de 13,6 euros, un 18,6% más. Es obvio que de euro en euro (así suele subir), en verano esa media estará más arriba. «Y de la carta se subirán algunos platos concretos», apuntan en un restaurante.
Lo que lleve mantequilla, cacao... Estas vacaciones le saldrá más caro. En Cantabria y en todas partes. Como el pistacho. Se puso de moda el 'chocolate de Dubai' y está por las nubes. Así funciona el mundo.
Tres salidas semanales y vuelo directo. Bilbao-Nueva York. A poco más de cien kilómetros de Santander (y a falta de novedades este verano en forma de nuevas rutas en el Seve Ballesteros), se trata de una de las noticias más destacadas en cuanto a las comunicaciones aéreas a nivel nacional. La conexión se acaba de inaugurar y puede tener su impacto en Cantabria. «La tarifa inaugural es competitiva y se está vendiendo bien, pero no mucho mejor que el viaje Bilbao-Fráncfort-Nueva York o el Iberia con Santander-Madrid-Nueva York, pese a la pobre oferta que tenemos aquí con Madrid, que hace subir el precio del billete y dificulta la conexión», resume Eduardo García, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Operadores de Turismo de Cantabria.
García sí que añade un matiz importante: «La amplitud de conectividad con Estados Unidos permite que, si vas a otro destino del país, puedas llegar sólo con una escala». Eso está bien, por ejemplo, para los padres que mandan allí a sus hijos al inicio del curso académico. Menos complicaciones. Y cree también que en cuanto a la llegada a Cantabria de pasajeros procedentes del otro lado del océano, puede notarse más a finales de agosto o en septiembre.
En sentido inverso, Jesús Muñiz, un cántabro que vive en Nueva York, celebra la nueva oferta porque «tener más opciones para viajar siempre es bueno, y un vuelo directo que te deja cerca de casa está muy bien». Aunque hay dos aspectos algo menos favorables. El aeropuerto de Newark está fuera de la ciudad y más a desmano para él que el Kennedy o Laguardia, y, además, allí, asegura, «están teniendo algunos problemas con retrasos y cancelaciones». Todo (además de los precios) estará sobre la balanza la próxima vez que vuelva a la tierruca.
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