El trasiego hotelero para disfrutar «del paraíso»

Muchos de los huéspedes que recibió durante el primer día de agosto el Hotel Santemar vienen con distintas preferencias, dispuestos a hacer todo tipo de planes, desde festivales de música, torneos de mus y rutas gastronómicas, hasta los paseos por la ciudad, los pueblos y por supuesto la playa. Estos provienen de distintas partes de España y destacan por su fidelidad hacia la 'tierruca', muchos por lazos familiares, otros porque van una vez y, enamorados del paisaje y las buenas temperaturas, deciden volver de vacaciones verano tras verano.

Es el caso de una familia de Zaragoza que ha llegado a Santander para pasar una semana entre playa y reuniones familiares. «Vengo con mis padres», comenta Susana, y «algunos allegados», señala Ángel, su padre, en referencia a que les acompañan los novios de sus dos hijas, mientras recuerda que sus suegros –ya fallecidos– pasaron aquí 25 veranos seguidos. «Esto ya es tradición», señala mientras descarga las maletas a la entrada del hotel. Cuestionados por los planes, lo tienen claro: «Playa, playa y restaurantes».

También Julia y su hija Marta se muestran fieles a los veranos santanderinos. Declaran que «venimos todos los años» y se muestran optimistas con la previsión meteorológica: «Confiamos en que esta tarde despeje». Estas son de las que se van, han pasado toda la semana en la ciudad y planean regresar a sus casas el domingo.

Otros turistas optan por planes festivaleros y es que entre un festival que termina y otro que empieza ahora, se produce un trasiego importante en los establecimientos hoteleros. Un grupo de cinco amigos procedentes de Mallorca ha llegado a Santander con motivo del 'Santander Music Festival', que se celebra este fin de semana en la Campa de la Magdalena. No son los únicos. Otros jóvenes que vinieron al concierto de Arde Bogotá el jueves ya están de retirada tras aprovechar la ciudad. «Solemos veranear en Somo, pero es la primera vez que estamos en Santander», explica una pareja asturiana. Trabajan y no han podido disponer de todo el tiempo que les gustaría, ya que tienen que volver al trabajo esta próxima semana. Por el contrario, otro grupo de amigas bilbaínas sí que se ha podido coger cuatro días para conocer Santander. ¿Lo mejor?: «Mataleñas y su playa».

Desde el Hotel Santemar esperan un gran agosto, aunque reconocen que «aquí lo más fuerte son las semanas comprendidas entre el 15 de julio y la Asunción». El cliente sigue siendo mayoritariamente nacional –más del 80 %–, con predominio de madrileños, castellanos y vascos y un poder adquisitivo medio-alto. No obstante, cada año va aumentando la presencia extranjera, especialmente de franceses y británicos.

Y es que hasta el turismo de juegos tiene cabida. Tres amigos, entre ellos Toni Grande, exfutbolista y segundo entrenador de Vicente del Bosque, se alojan en el hotel para disputar un torneo de mus que reúne durante estos días a más de 70 participantes procedentes de toda España, que entre partida y partida, aprovechan para disfrutar de la ciudad. Como pueden ver, los planes de los huéspedes son de lo más variados, y es que oferta nunca falta.

No todo son halagos. Algunos visitantes veteranos expresan su preocupación por el impacto del turismo masivo. «Llevo viniendo desde joven y cada año noto más degradación», comenta Lola Sánchez, una señora de Salamanca que siempre veranea en Santander. «Vasos de botellón en la playa, el Puntal hecho un desastre... Santander siempre ha sido sinónimo de elegancia y tranquilidad. Si no lo cuidan, acabará siendo un destino a la altura del Mediterráneo más masificado», declara visiblemente molesta.

Hay otras familias que vienen cada verano al tener su segunda residencia y afirman que «vivimos en Valencia y Valladolid, pero nuestra madre tiene casa y pasamos aquí mes y medio».

Sobre los demás lugares de Cantabria que visitan los turistas aprovechando su estancia, destacan «Suances, Santoña, Cabárceno –un fijo– y Comillas», entre una pareja de madrileños, y« Santillana del Mar», entre un grupo de manchegos que se encuentra en la recepción y que se declaran fans del cocido lebaniego.