Adrenalina muy rasante
Cinesa, Ocine, Yelmo y Los Ángeles ·
Entre gotas de nostalgia y algo parecido a la redención, la cinta -un Top Gun vuelta y vuelta a la parrilla- convierte al último despistado en piloto accidentalEstamos ante un 'Fast & Furious' de vuelo rasante con el culo bien pegado al asfalto, a la butaca, despojado de todo lo que suponga una ... distracción. Como espectáculo, en el sentido abrumador de la palabra, nada que objetar. 'F1', como Fórmula y como fórmula, es un replicante mixto de todos los títulos de su director, un Joseph Kosinski que te arrastra donde quiera a velocidad desaforada. A cambio (sin cambios, mejor) no le pidan exquisiteces dramáticas, ni honduras sensibles. Bastaría agitar en un recipiente de algoritmos algunas de sus cintas como 'Oblivion'; por supuesto su triunfadora vuelta de tuerca 'Top Gun: Maverick', y 'TRON: Legacy', para obtener un híbrido eficaz, pleno de prótesis brillantes y nombrado como la película que nos ocupa.
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Año 2025
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País EE UU.
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Dirección Joseph Kosinski
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Guion Ehren Kruger
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Reparto Brad Pitt, Damson Idris, Javier Bardem, Kerry Condon
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Género Acción / Drama
Artefacto intachable en su factura, maneja adrenalina y motores, es decir, festival visual y montaje con tanta destreza como límpido y lúcido elogio de la maquinaria cinematográfica. Lo que subyace en el engranaje de instrucciones y testosterona no existe. Ni cuerpo ni corazón. La psicología y el armazón humano de esta historia, guionizada por cualquier adolescente enganchado a videojuegos, es tan primaria y esquemática como simplemente banal. A Kosinski no parece importarle. Y no se detiene ni un minuto de cronómetro (perdón de metraje) ni en un banderazo mal dado. Lo suyo es la carrera y la meta al mismo tiempo.
Entrar en boxes para abordar relaciones conflictivas, conversaciones con enjundia y pulsiones emocionales no se contempla en el plan de carrera. El cineasta pone la directa y no la suelta en más de ciento cincuenta minutos desatados, en una especie de efervescencia visual que domina con pericia, espectacularidad y capacidad para llevar en el asiento de atrás a todo bicho viviente. Quien no acepte las reglas, sencillamente no hay película. Muy cerca del cine que trazó Tony Scott pero con una renovada energía en cada plano, la impresión es la de haber asistido a un interminable pero veloz anuncio publicitario con Brad Pitt dentro y Bardem intentado meter una zona grasienta que nos recuerde por un momentos que entre curva y curva hay seres humanos. El milagro es que ni siquiera cabe la originalidad frente a cintas del subgénero mucho mejores, caso de 'Rush', 'Lemans66' o 'Gran Turismo'. Una vigorosa construcción de ruido, furia y dinamismo visual que no permite ni pensar en alto. Entre gotas de nostalgia y algo parecido a la redención la cinta –un Top Gun vuelta y vuelta a la parrilla– convierte hasta el último despistado en piloto de vuelo rasante.
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