Barbarie y belleza
Bonifaz. Filmoteca. ·
Frente a la aventura envasada al vacío de las franquicias, la obra de Fleischer contiene y preserva un sutil sentido de la potencia visual y de contar una hstoria«Yo soy un movie maker; me gusta hacer películas a condición de que tengan algo que me interese. Y hay muchas cosas que me ... interesan...». Las palabras son de Richard Fleischer y definen a un cineasta pasional que siempre estuvo abierto a todo aquello que pudiera mutar en cine. Una buena historia, personajes antihéroes, casi siempre, sorprendentes soluciones y huidas de encasillamientos. Ni siquiera es un director que, desde un punto de vista purista, pueda ser etiquetado como perteneciente a la generación de la violencia. Ahora que las pantallas apelan a aventuras envasadas en franquicias, de los dinosaurios a misiones imposibles, o el vuelo inminente de Superman, bueno es regresar a títulos que custodian la esencia, un sentido de la épica más allá del propio relato, ese cine que se mastica como en 'Los vikingos.
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Año 1958
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País EE UU.
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Dirección Richard Fleischer
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Guion Calder Willingham, Dale Wasserman
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Reparto Kirk Douglas, Tony Curtis, Ernest Borgnine,Janet Leigh
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Género Aventuras
Furia y delicadeza como el plano cenital inolvidable que muestra una de las muertes trascendentales. Fleischer optó por mostrarse del lado de la ambigüedad, de un tono cromático otoñal, de criaturas que desprendían más tendencia por el barro que por el cielo. El cineasta de 'Barrabás', 'Fuga sin fin' y 'Sábado trágico', algunos de sus mejores títulos, transparenta esa mezcla dramáticamente atractiva donde confluyen la autodestrucción y la duda. 'Los vikingos' es un espectáculo también interior en su desgarradura hacia dentro, en su pulso inconformista que es el mismo que destilaba el cineasta.
Vigorosa, agitada, todos los elementos y factores artísticos y narrativos están al servicio de una historia en la que late, pese a mostrar otro territorio histórico, el legado de la tragedia. Si repasamos títulos de las dos últimas décadas, rebosantes de medios y ampulosos en caligrafía visual y en pretenciosidad, seguramente será difícil rescatar algún poso. En la obra de Fleischer, fechada en 1958, la intensidad y el equilibrio han preservado un sutil pero hondo sentido de la aventura. El ardor guerrero y lo mitológico fluyen en un vínculo de batallas, traiciones, amistad y amor a través del cual el director de '20.000 leguas de viaje submarino' teje la fabulación y la imaginación sin estorbarse. Con Shakespeare, siempre al fondo, Fleischer invoca a un solo dios verdadero: el de contar una historia. Sin remilgos. Sin artificio. Poderosa en su mezcla de arte y coraje. Flanqueada por la voz en off de Orson Welles, y el rostro del actor y productor Kirk Douglas (con él nunca haces películas, sobrevives a ellas»), la puesta en escena deja a la intemperie esa brutal aventura de barbarie y belleza.
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