Dobles y triples vidas
Serie. Estreno. Movistar+ 6 episodios. ·
Un toque de calidad en un tablero geopolítico del que brotan sospechas, bulos, miedos y desinformación en su más íntima y dolorosa raízEl epicentro de 'El centro' – y no es un guiño a los Marx– es lo más atractivo de esta ficción de arranque difícil, factura sólida ... y unos intérpretes magníficos. El guion evita los estereotipos del género de espías tan sembrado como trillado. Y también elude poner el foco con subrayados inanes en enredos intrincados. Cuanto más humano parece, más sencillamente seductor resulta este retablo de criaturas con dobles y triples vidas hasta solaparse en pantalla en su vínculo con el espectador: eso que los personajes esconden, lo que revelan, lo que parecen y lo que son.
-
Año 2025
-
País España
-
Dirección David Moreno (Creador), David Ulloa
-
Guion David Moreno, Raúl López Matesanz, Eva Saiz
-
Reparto Juan Diego Botto, Elena Martín, Israel Elejalde, Elisabet Casanovas
-
Género Drama
Prácticamente hasta el tercer episodio el afán ufano de poner y disponer de demasiados personajes, tramas y subtramas perjudica llegar a ese nudo desatado donde va asomando a la intemperie una realidad diseccionada por apariencias, rompecabezas y estancia hipócritas, falsas, o sencillamente simuladas. En el rizo y bucle de la representación es donde retoza y goza la serie, hasta cierto punto arriesgada al adentrarse en el Centro Nacional de Inteligencia, aquí rezumando alma de thriller pero con tiempos muy medidos, sin concesiones gratuitas a la espectacularidad y con un reparto que tapa agujeros y tira de cercanía y de historias pequeñas que encuentran su protagonismo entre los hendiduras del sistema.
A la serie de David Moreno (Fariña y El inmortal) y David Ulloa le bastan presencias y algunos encuentros entre actores como Juan Diego Botto (alguna vez le han visto incómodo al encarnar a un personaje), Elena Martín, Israel Elejalde y un excelente David Lorente para crear un ecosistema lo suficientemente reconocible: esas zonas de sombra que podemos llamar como queramos pero que cruzan o se afincan entre nosotros y los demás. No renuncia a la tensión ni a la acción, pero el centro suena diferente porque hay un deseo de indagación en uno y el otro, una atmósfera que está por encima del argumento dominante. Una vez que se vuelve pegadiza, es una ficción dotada de un ritmo particular, que retrata con acierto las perversas, sutiles o subliminales relaciones de poder, mientras juega con la fotografía y con secundarios (aunque la columna vertebral es coral) como Clara Segura y Tristán Ulloa que contribuyen a ese halo de sólida construcción. Un realismo y naturalismo, exento de brutalidad, pero no menos inquietante. Un toque de calidad del que brotan sospechas, bulos, miedos y desinformación en su más íntima y dolorosa raíz. Por eso su residuo crepuscular es su máxima y engañosa complicidad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión