Paisaje e iniciación
Nuevo ciclo. Ateneo. Lunes. ·
Fruto del prolífico y eficaz tándem Redford/Pollack, su mezcla de géneros, su melancolía y violencia interior construyen un viaje de búsquedaMuchos suben aquí para ser diferentes. Esperan sacar de la montaña algo que ellos no llevan dentro. Pero es inútil, no se puede engañar a ... la montaña». Tres años antes del 'Dersu Uzala' (El cazador) de Akira Kurosawa, y mucho antes de que Kevin Costner se adentrara en las praderas en 'Bailando con lobos', el tándem Robert Redford/ Sydney Pollack llevó a la pantalla una balada seductora, de paleta blanca y pura, resplandeciente, y muy inteligente a la hora de combinar géneros, relatos, anécdotas, microhistorias y escenarios en un híbrido que hoy sigue desprendiendo una armonía delicada.
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Año 1972
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País Estados Unidos
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Dirección Sydney Pollack
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Guion John Milius, Edward Anhalt
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Reparto Robert Redford, Will Geer, Allyn Ann McLerie, Stefan Gierasch
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Género Aventuras / Western
Es la segunda de las siete que la estrella y el cineasta rodaron juntos mientras en paralelo iba creciendo la ansiedad de Redford por dirigir, lo que llegaría con su oscarizada 'Gente corriente'. En todo ese caleidoscopio de paisajes muy humanos y de criaturas inmersas en el entorno, la mirada del actor cruza y hurga en lo ecológico, en la querencia por la naturaleza, de la violencia y la civilización, de la colisión cultural, de la memoria y la nostalgia. Es también un poema, en el que no falta la comicidad, de la supervivencia, un retrato de territorios, límites y lugares y no lugares.
El actor y director recientemente desaparecido era (es) icono, gigante y estrella y los tres destellos aparecen y reaparecen con profusa vitalidad en la pantalla y fuera de ella. Físico y carisma. Atracción y poso. En 'Las aventuras de Jeremiah Johnson' Robert Redford, aunque encarnó muchos e importantes papeles por delante, puede hallarse detenido e imperecedero en el símbolo plural y lúcido de sus miradas contenidas en este. filme hermoso y sencillo, no exento en ocasiones de una melancólica amargura y de un sutil sentido de la odisea de iniciación. El paisaje como personaje, el ritmo con su latido interno, a veces también premioso, pero edificando una intensa composición narrativa y visual. La soledad, el valor de la amistad y esa búsqueda de uno mismo confluyen en una caligrafía tan académica como dotada de un perfume sensorial, cómplice, siempre midiendo el ánimo existencial y la dimensión de lo emotivo. Un hombre y las montañas. Fábula fundacional reflejada en su banda sonora que resuena en las tierras salvajes, en el deseo y la conciencia de iniciar un nuevo territorio. Aventura y existencia fundidas tratando de desentrañar la condición humana y su lugar en el mundo.
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