Cosme Marina
En un primer balance, el responsable de la programación del FIS, señala que la edición recién concluida superó los 30.000 espectadores
Con el cierre de la 74 edición del Festival Internacional de Santander (FIS) Cosme Marina (Asturias, 1970), afronta el momento del balance. Ha sido su ... segunda edición al frente, pero la primera diseñada íntegramente bajo su batuta, un reto que ha combinado responsabilidad y libertad creativa. Satisfecho con la respuesta del público, por encima de los 30.000 espectadores, y con la variedad de propuestas, el director ya mira hacia 2026, año en que el FIS celebrará su 75 aniversario y en el que volverá a sonar ópera representada.
-Acaba de bajar el telón de la 74 edición del FIS. ¿Qué balance hace?
-Me parece más importante que sea el público el que lo haga porque al final es a quien va dirigido. Pero en conjunto, las sensaciones son muy buenas. Estamos procesando los datos, pero vamos a estar por encima de los 30.000 espectadores que era uno de mis objetivos a corto plazo. Además los feedbacks que hemos ido recibiendo han sido también positivos.
-Esta ha sido la primera edición que ha programado en solitario. ¿Qué libertad o qué responsabilidad extra ha sentido?
-La misma libertad que tuve el año pasado porque la colaboración con Valentina Granados fue un regalo. En lo que respecta a esta edición creo que el año pasado intentamos apuntar algunas cosas que hemos consolidado y que yo no llamaría riesgos, pero sí profundizar en la pluralidad de un festival.
-¿Cómo se profundiza en la pluralidad de un festival con tanta historia?
-Un festival por definición tiene que ser capaz de plantear retos, tanto a la organización como al público y hay que ser consciente de que esos retos pueden tener diversidad de opiniones. También en la de los artistas que reconocen que les estimula que el público no esté dormido, sino que esté agitado y presente.
Crítica de los conciertos de clausura
«En esta edición hemos percibido un aumento considerable de público de otras comunidades y del extranjero»
«Paloma O'Shea no quería que se rompiese el vínculo histórico de la Fundación Albéniz con el FIS y ahí hemos confluido ambas partes»
-Si tuviera que quedarse con un par de momentos o espectáculos que resumen el espíritu de esta edición, ¿cuáles serían?
-Me quedo con el conjunto que es como un puzle de cosas que han ido encajando de una manera muy natural. Si quieres que especifique un poco más te diría cosas que a lo mejor que son más pequeñas como el monográfico de Xenakis que hicimos con los percusionistas de Estrasburgo, que no es habitual en nuestro país. También con algunos conciertos de los Marcos Históricos que han sido verdaderamente fabulosos artísticamente por la integración del público. De lo que hemos hecho en el Palacio de Festivales me quedo con la sorpresa del público hacia la orquesta de la NCPA de Pekin que era uno de esos conciertos que no teníamos claro que fuese a interesar de una manera masiva y fue un descubrimiento no solo para el público, también para nosotros. También tengo que destacar la apuesta por los jóvenes talentos que en esta edición ha sido como una inyección de savia nueva que ha estado conviviendo con los grandes maestros.
-¿Ha notado un cambio en el perfil de espectador respecto a otros años?
-Estamos percibiendo que al público de siempre le sigue gustando el Festival y para nosotros eso es la primera premisa, pero a la vez hemos notado un notable rejuvenecimiento en algunas de las propuestas y también un aumento significativo de público de fuera de Cantabria y de público extranjero. Esto es relevante porque nos hace ser vectores de un turismo cultural que es codiciadísimo. Estamos trabajando con todos los datos y por los códigos postales que hemos recopilado a través de las compras de las entradas por internet creo que nos vamos a sorprender con la cantidad de público que ha llegado de fuera.
-El 75 aniversario ya está en el horizonte. ¿Puede adelantarnos algo de lo que se prepara?
-Llevamos dos años trabajando en el que consideramos uno de los grandes retos del festival. Me gustaría que fuese un punto de inflexión, como de alguna manera lo fue el 50 aniversario, y que todas las líneas que se han ido abriendo en estos dos años estén consolidadas. También nos gustaría afrontar cosas nuevas de manera que el Festival crezca no solo en cantidad, sino también en calidad de las propuestas.
-Entre ellas está el anunciado regreso de la ópera representada.
-Sí con en colaboración del Encuentro Música y Academia de la Fundación Albéniz. La ópera representada era una de las asignaturas pendientes del FIS y por eso estos dos últimos años hemos trabajado la parte lírica con mayor intensidad, pero la cuestión no es hacer ópera porque hay que hacerla, si no hacerla de mejor manera que podamos y con la mayor ambición artística a la que podamos llegar.
-Y han encontrado un gran aliado en la Fundación Albéniz.
-La colaboración entre el Festival y la Fundación Albéniz es histórica desde el Concurso Internacional de Piano y, en este sentido, su presidenta Paloma O'Shea quería que este vínculo no se rompiese. Ahí confluimos ambas partes y creo que hemos encontrado una buena fórmula para trabajar a corto, medio y largo plazo. Además, las instituciones públicas han valorado muy bien esta colaboración y nos sentimos muy respaldados por el patronato de ambas entidades. Yo digo siempre que de la suma solo salen cosas buenas.
-Ahora que habla del patronato, ¿se lo pone muy difícil a la hora de programar?
-Al contrario. El patronato es uno de los grandes soportes del FIS. Las instituciones que están en él lo que quieren es impulsar el Festival y eso es lo relevante. Este es un patronato que siempre rema a favor y que cuando tiene que poner el freno lo sabe poner.
-La internacionalidad está en el ADN del FIS, pero también la conexión con Cantabria. ¿Cómo equilibra esas dos dimensiones en la programación?
-De una manera muy fácil desde el primer momento con una búsqueda continua de la calidad en ambos frentes. Nadie está en el FIS porque su mérito sea ser de aquí sino porque la calidad de lo que ofrece está a la altura de la excelencia artística que el Festival busca. Y afortunadamente en esta tierra hay gente con mucha calidad. Hemos tenido alguna propuesta este año estupenda y seguiremos trabajando en ello pero sin perder el horizonte que estamos ante un festival internacional.
-¿Cómo vive el director estos meses tan intensos?
-Con la sensación de estar debajo de una cascada en la que hay días que sacas la cabeza y respiras un poco mejor y otros en las que el agua te cae tanto que te vuelves un poco anfibio. Trabajar en un Festival como este es arrollador en todos los sentidos, pero especialmente en el bueno, porque todos los días hay sorpresas buenas que pueden con los sustos que conllevan mover a tantísima gente en un periodo siempre tan complicado como es agosto. Pero frente a esto cuando se levanta el telón y empieza el espectáculo todo eso se olvida y es cuando sacas la cabeza de la cascada y respiras con mucha intensidad porque te das cuenta que al final merece la pena.
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