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Cientos de personas esperan el comienzo del concierto de los Rolling Stones en la Ciudad Deportiva de La Habana.
Apoteósico regreso del rock a Cuba de la mano de los Rolling Stones

Apoteósico regreso del rock a Cuba de la mano de los Rolling Stones

Tres días después de la histórica visita de Barack Obama, la banda británica, que cierra en la isla su gira 'América Latina Olé', ha hecho vibrar a golpe de decibelios la Ciudad Deportiva, inaugurada antes de la revolución

colpisa / afp

Sábado, 26 de marzo 2016, 00:46

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Los legendarios Rolling Stones han escenificado el deshielo de Cuba con su concierto en La Habana ante medio millón de personas, que promete ser el espectáculo más grande jamás visto en Cuba, la isla comunista donde el rock estuvo censurado por años.

A las 01:35 hora española, Mick Jagger ha salido al escenario interpretando 'Jumpin Jack Flash', vestido con pantalón negro, camisa vino y chaqueta multicolor, ante una multitud delirante, que se ha enardecido después con 'It's Only Rock n'roll'.

Cientos de miles de personas han acudido a la Ciudad Deportiva para un show gratuito y al aire libre, que ya recibió toda clase de superlativos: "histórico", "desmesurado", "único"... y una certeza: será el concierto más complejo jamás visto en la isla.

Grupos de fanáticos con camisetas negras estampadas con la imagen de la banda británica han pasado la noche en carpas o durmiendo en las aceras a la espera de los primeros acordes, que han empezado a sonar en torno a las 01:30.

"No pudimos ser de los primeros, pero desde este lugar no nos vamos a perder ningún detalle", señala Swnien Morera, 27 años, de pelo y uñas azules. Morera se ha asegurado un lugar cercano al escenario, detrás del área reservada a los invitados. "Esperamos muchas cosas nuevas, muchas sensaciones nuevas", ha añadido.

Un fuerte dispositivo de seguridad policial garantiza la tranquilidad del concierto, donde rige una prohibición de ingerir bebidas alcohólicas.

Tres días después de la también histórica visita a Cuba del presidente estadounidense Barack Obama, la banda británica, que cierra en la isla su gira 'América Latina Olé', hará vibrar a golpe de decibelios la Ciudad Deportiva, inaugurada antes de la revolución de Fidel Castro en 1959.

Pese a la ausencia de promoción publicitaria, salvo por su mención en la prensa estatal, se estima que al menos medio millón de personas desborden el complejo.

El país de la salsa, la trova y el son se ha preparado durante semanas para que 'sus satánicas majestades" tocaran el Viernes Santo con un escenario de 80 metros de largo y 10 pantallas gigantes. Los Rolling Stones sellarán a lo grande la reconciliación de Cuba con el rock.

"Este concierto va a ser bueno porque se va a comprender definitivamente que el rock no era la música del enemigo. Las revoluciones no tienen que ser cerradas", comenta Marco Antonio Morales, un profesor universitario de México, de 42 años.

Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood aterrizaron el jueves en la isla y prometieron un espectáculo especial. "Hola Cuba", escribieron en su cuenta de Twitter.

Nunca hubo un decreto que prohibiera explícitamente el rock, pero la música "del enemigo" fue prohibida durante años por el régimen de Fidel Castro. Imitar la vestimenta o la melena de los ídolos era considerado un "problema idelógico".

Los cubanos recuerdan cómo en esa época escuchaban a los Beatles o a los Rolling Stones en la intimidad de sus cuartos en placas metálicas en forma de vinilos o cintas magnetofónicas que intercambiaban a escondidas.

"El rock and roll se asociaba al pelo largo, a las drogas, a ese tipo de ropa, era mal visto. Y se vinculaba con Estados Unidos, no importaba si la música venía de Gran Bretaña o de Australia, era en inglés y por tanto era malo", recuerda Eddie Escobar, de 45 años y fundador del Submarino Amarillo, uno de los pocos bares de la capital cubana dedicados al rock.

A partir de los años 80, este género musical comenzó a ser tolerado hasta que logró imponerse en los medios del Estado. Algunos artistas estadounidenses fueron entonces autorizados a pasarse en la isla.

Pero la llegada de los Stones supera con creces cualquier precedente, por la importancia de la banda y la concurrencia esperada.

En 1979, después de la distensión orquestada por los presidentes Fidel Castro y Jimmy Carter, Billy Joel y Kris Kristofferson hicieron historia en el Festival Havana Jam, pero aquellos tres días de conciertos quedaron reservados a los interiores del teatro Karl Marx (5.000 butacas) y fueron por invitación.

En 2005, el grupo estadounidense Audioslave, compuesto por miembros de las bandas "grunge" Soundgarden y Rage Against The Machine, congregaron a varias decenas de miles de personas en la "Tribuna Antiimperialista", ubicada al lado de la actual embajada de Estados Unidos en La Habana.

Cuatro años después, en esa misma plaza, Kool and The Gang puso a bailar a cientos de miles de cubanos con un concierto excepcional.

"Hemos esperado este momento por mucho tiempo y la emoción nos desborda, es algo extraordinario, histórico, para que otras bandas de la envergadura de los Stones vengan a Cuba", señala José Albero Espinosa, de 30 años, contento de tener ya un buen lugar para el espectáculo.

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