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Anita Pallenberg junto a Keith Richards en una imagen de diciembre de 1969.
De 'groupie' a musa de los Stones

De 'groupie' a musa de los Stones

Novia de Keith Richards e inseparable de sus Satánicas Majestades por dos décadas, Anita Pallenberg falleció este martes a los 73 años tras una juventud de excesos y hedonismo al más puro estilo rock 'n' roll

Eider Burgos

Miércoles, 14 de junio 2017, 21:57

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1967. Keith Richards y Anita Pallenberg ocupan el asiento trasero de un Bentley que circula en algún punto entre Barcelona y Valencia. La tensión sexual condensa el aire. Él, prendado de ella desde el momento en que la vio. Ella, en el ocaso de una tormentosa relación de dos años con Brian Jones, el otro guitarrista y fundador de los Rolling Stones. Richards, torpe en el arte de romper el hielo a pesar de su fama, era incapaz de lanzarse sobre la chica de su compañero. «Así que Anita movió ficha». Lo que sigue son trece años de amor al más puro estilo rock 'n' roll y tres hijos en común.

Anita Pallenberg falleció el martes a los 73 años. Orgullosa 'groupie' -junto con Marianne Faithfull, novia de Mick Jagger, fue una de las jóvenes que asentó el malogrado término-, ha pasado a la historia como miembro extra de los Rolling Stones, musa del género en los '60 y '70 e imperecedero icono de moda al que luego seguirían modelos como Kate Moss. Asidua del estudio The Factory de Andy Warhol, hizo sus pinitos como actriz en películas de culto como 'Barbarella' (1968), 'Dillinger ha muerto' (1969) y 'Candy' (1968) a la que puso banda sonora Brian Jones.

Modelo y actriz pero sobre todo hedonista del rock 'n' roll, por casi dos décadas no se separó de sus Satánicas Majestades, hasta el punto de que Allan Klein, el manager de la banda, la consideró un miembro más debido a la brutal influencia que ejerció sobre ellos. Primero como novia durante dos años de Jones, luego como pareja de Keith Richards otros trece y, cuentan las malas lenguas, como puntual 'affaire' de Mick Jagger en el rodaje de 'Performance' (1968). Aunque era a Richards a quien siempre volvió loco, como cuenta el aludido en su autobiografía 'Vida': «Yo miraba a Anita, y miraba a Brian (cuando aún estaban juntos) y la miraba otra vez a ella y pensaba: 'No hay nada que pueda hacer para evitarlo, al final voy a tener que estar con esa mujer. O doy yo el paso o lo da ella. Pero, de un modo u otro vamos a acabar juntos'».

Al final lo dio ella, como solía acostumbrar con su carácter arrollador, estereotípico de sus raíces italianas. «Mi primera impresión fue que era una mujer muy fuerte -cuenta Richards-. También increíblemente inteligente. Y, por supuesto, divertida y una belleza, además de la persona más cosmopolita que yo había conocido. Hablaba tres idiomas, había estado aquí y allá. A mí eso me resultaba muy exótico».

Nacida en Roma en 1944, los padres de Anita Pallenberg se conocieron en la Italia ocupada por los nazis. Al poco de nacer, la familia tuvo que separarse por el conflicto, por lo que no conoció a su padre hasta que tuvo 3 años. Fue él quien le mandó a un rígido centro de estudio en Múnich, del que fue expulsada a los 16 años por fumar, beber «y hacer autostop», lo que en realidad fue sólo el principio de una juventud que literalmente se bebió a tragos.

En esta misma ciudad alemana conocería en 1965 a la banda que la elevaría a la categoría de musa: «Había visto a los Beatles en Fráncfort y no me gustaron. Vestían todos igual, iban muy arregladitos, no eran chicos malos», recordaba Anita años más tarde sobre aquella noche en la que se coló en el camerino de los británicos. Brian Jones hablaba alemán, por lo que rápidamente establecieron una relación que acabaría en pesadilla, a medida que el carácter del músico se agriaba, en parte debido a su severa adicción a las drogas, que compartía con Anita (fue ella quien le metió en el ácido). La gota que colmó el vaso cayó durante un viaje a Marruecos en 1967, cuando en medio de un ataque de celos Jones apaleó a Anita, que fue 'salvada' por Keith Richards. Jones aparecería muerto en su piscina dos años después, entrando a formar parte del Club de los 27.

Los trece años compartidos con Richards tampoco fueron calma chicha. Además de a sus intensas discusiones en hoteles de lujo y a su enganche al alcohol, la coca y la heroína, la pareja tuvo que hacer frente a la muerte de su tercer hijo, Tara Jo Jo, que falleció súbitamente a los tres meses de nacer. Antes, tuvieron a Marlon (1969, llamado así después de que Marlon Brando telefonease a los padres primerizos para desearles lo mejor) y a Dandelion Angela (1972, a quien se le debe la famosa balada de los Stones 'Angie').

La repentina muerte de Tara, sin embargo, provocó la ruptura de una pareja que quemó las casi dos décadas que compartieron entre amistad y pasión. Llegada la década de los 90, Anita decidió desengancharse (ya lo había intentado en otras ocasiones) y volvió a las pasarelas, donde se le vio en sus últimos años desfilando con bastón. También se convirtió al vegetarianismo, comenzó a estudiar pintura y se dedicó a su propio huerto. Con Richards siguió compartiendo una casa en Jamaica, propiedad de él pero a la que ella siempre tuvo libre acceso.

Anita siempre rehusó escribir su biografía, una intensa historia a la que puso punto final el pasado martes a los 73 años. Aunque las causas no han trascendido, hacía años que arrastraba las secuelas de una hepatitis C derivada del consumo de drogas y sufría serios problemas de cadera; secuelas del espíritu rock 'n' roll. No fue su familia quien anunció la muerte de la diva, sino su amiga Stella Schnabel, con una foto de ambas abrazadas. «Nunca he conocido a una mujer como tú Anita. No creo que haya nadie igual en este universo», escribió la hija del cineasta y pintor Julian Schnabel, que se despide de ella «cantando, como te gustaba». Su ex, Keith Richards, ha sido más tosco: «Una mujer extraordinaria. Siempre estarás en mi corazón», ha escrito en una foto de una joven Anita entronizada, reina de los dominios de sus Satánicas Majestades.

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