Sami Naïr
El exparlamentario europeo, que presentó su nuevo libro en Felisa, lamenta que Europa murió «cuando se entregó el poder al Banco Central»
'Europa encadenada' (Galaxia Gutenberg, 2025) es la última obra del pensador francés Sami Naïr (Tremecén, Argelia, 1946), y contiene un profundo análisis sobre cómo ... la construcción de la Unión Europea centrado exclusivamente en lo económico ha dinamitado las políticas sociales. Naïr es un intelectual de larga trayectoria no solamente como teórico e investigador, sino también en el campo de la política real. Catedrático de Ciencias Políticas, consejero de Estado honorario, y diputado europeo entre 1997 y 2004, es también un reconocido articulista de la prensa internacional, especializado en migraciones y cuestiones sociales que ultima un libro sobre Camus y el significado de 'El extranjero'. Ayer visitó la Feria del Libro de Santander (Felisa).
-'Europa ha muerto', cantaba Ilegales en los ochenta...
-A partir de 1986, del acta única del Tratado de Maastricht y esta radicalización de la dimensión estrictamente economicista, Europa está muerta.
-¿Muerta en vida?
-Yo estoy a favor del acta única, pero pido una cabeza política, un gobierno político de la UE, una concepción de largo plazo... Pido una Europa soberana y una Europa europea, cuya mirada no sea únicamente el negocio de EE UU y de China, sino también del sur.
-¿Eso es lo que perdimos en Maastricht?
-Eso hubiéramos podido conseguirlo si a partir de 1991 no se hubiera entregado el poder al Banco Central.
-¿Por qué fue tan negativo?
-Porque se decidió quitar el poder a los estados y regirse por normas. El neoliberalismo es el poder de las normas. La comisión de Bruselas fabrica normas y los estados desaparecen del mapa para adaptarse a las normas. Eso es el neoliberalismo. Pero luego los rusos invaden Ucrania y no somos capaces, tras cuarenta años, de tener un ejército para enviarlo allí y decir: ojo, que somos europeos.
-Usted conoció el parlamento desde dentro. ¿Qué le pareció?
-Un parlamento que no hace la ley, no es un parlamento. Me decepcionó muchísimo: sin poder, sin capacidad de actuar sobre los gobiernos, con diputados que obedecían a sus gobiernos y no a una visión europea...
Agenda de hoy
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Programa. A las 17.15: Taller 'Mi primer libro de cuentos' (de 11 a 14 años). A la misma hora Elena Bargues presenta la novela 'A océanos de distancia'. A las 18,15 Nando López presenta 'Teníamos 15 años'. A las 19.15 Encuentro con Mónica Ojeda autora de 'Chamanes eléctricos en la fiesta del sol'. A las 20.45 y dentro de 'Las noches de Felisa', recital de Salvador Amor, 'No canto por cantar'.
-¿Quién gobierna Europa?
-El despotismo tecnocrático. Estos señores que están ahí pero no sabemos dónde salen, nadie los ha elegido. Y están sometidos al poder de las multinacionales. En realidad, las que han ganado la batalla: los que han construido Europa son las multinacionales. Están en todas partes y muy contentos porque nadie les controla. No hay poder político para frenarles y pagan pocos impuestos, comparado con lo que pagan los ciudadanos.
-¿Y qué se puede hacer para remediarlo?
-Abrir un debate para saber qué tipo de Europa política queremos. Una Europa Federal, una Europa Confederal...
-¿Los europeos nos sentimos satisfechos con nuestra sociedad?
-Eso es una ilusión; la gente no está satisfecha porque no tiene dinero. Lo veo en mis viajes,y si sales de los centros, las capas medias y bajas no pueden vivir en las ciudades porque no pueden pagar los alquileres, tienen que vivir con sus padres, no pueden tener hijos, no pueden permitirse buenas escuelas... Y sí, luego consumimos como en los circos romanos. Pero es una sed de compra de cosas de mala calidad, que no duran. Como decía Adorno, estamos en un mundo falso.
-¿Nos hemos vuelto conformistas?
-No lo creo. Eso es la capa superficial, pero dentro hay movimientos telúricos. Un volcán que está permanentemente al borde de la erupción y que está ahí, en los chalecos amarillos, en la extrema derecha, en las luchas en contra o a favor de los inmigrantes... Europa es una sociedad en ebullición.
-¿Han entrado en crisis las ideologías?
-La gente está muy, muy enfadada. Al no poder encontrar una salida ideológica, política u organizativa de esa cólera, se repliegan en lo privado. Mientras, ven que los partidos políticos defienden más sus propios privilegios, que a aquellos a los que representan.
«Me decepcionó mucho: sin poder, sin capacidad de actuar sobre los gobiernos y con diputados sin visón europea»
-¿Eso dio pie al auge de los populismos?
-Los nacionalismos populistas nacieron como reacción contra la complicidad económica de la derecha y la izquierda.
-¿Entonces, ya nadie va a querer cambiar el mundo?
-La esperanza es un asunto generacional. La nuestra ha perdido la oportunidad de crear un mundo mejor, pero nadie puede decir que los que vienen lo van a perder también y que no tengan aspiraciones. Aspirar al cambio es la esencia del género humano, lo que diferencia a los hombres de los animales. No es el lenguaje, es la esperanza. Los hombres sueñan. Los animales desgraciadamente no.
-¿Cuál será entonces la ideología del futuro?
-Probablemente algo nuevo que sepa integrar los aspectos positivos de la globalización, la puesta en común del mundo entero en un mismo destino y algo nuevo, es decir, la recomposición de las cohesiones sociales, tomando en cuenta los intereses de todas las capas y no solo los de las élites.
-Eso si nos dura el mundo, porque ¿qué va a pasar en Oriente Medio?
-Si no somos capaces de solucionar el problema fundamental, que es el palestino, un día u otro habrá una guerra mundial. Ahora no es posible porque Israel se ha convertido en el estado número 51 de EE UU, y porque están dirigidos por unas capas ultrarreaccionarias, que practican sobre el pueblo palestino lo que desgraciadamente los nazis practicaron sobre los judíos. Una desgracia para la memoria de los judíos y para Israel porque este país era la principal democracia en la zona y hubiera podido volverse el faro del desarrollo económico y político de esa región. No lo hizo porque quería guardar las conquistas territoriales y seguir oprimiendo a los palestinos.
«Lo que diferencia a los hombres de los animales no es el lenguaje, es la esperanza y esta es un asunto generacional»
-¿Y el otro bando?
-Estoy en contra de la estrategia elegida por Hamás. Nunca aceptaré que para vengarse de la política israelí había que matar a niños y a madres. Para mí, es un crimen comparable a los bombardeos israelíes. Si no peor, porque lo ha provocado.
-Sin embargo, usted sostiene que la paz entre israelíes y palestinos es algo fácil.
-La gente considera que es imposible, pero basta con reconocer a los dos estados. Con fronteras desmilitarizadas entre los dos países, bajo control de la comunidad internacional, que puede durar un siglo si es necesario. Y libre circulación de las poblaciones y desarrollo económico entre los dos países, para unirlos en vez de que cada uno vaya por su lado.
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