En la cabeza del autor
Una mirada indiscreta a los 'cuadernos de notas' de los últimos treinta años del crítico y escritor Vicente Luis Mora
Hay escritores con suerte, indudablemente. O con la confianza ilimitada de su editor, al menos, como parece suceder con 'En esta red sonora', de Vicente Luis Mora. Y es que esta última entrega del autor y crítico cordobés es una obra singular, a medio camino entre el capricho de escritor y el milagro editorial: treinta años de notas sueltas, que en lugar de acabar en un cajón, o traspapeladas entre las carpetas de varios discos duros, se convierten en un tomo de trescientas páginas. Organizadas y presentadas con lógica y sistema, pero no dejan de ser lo que explicita el subtítulo: 'Fragmentos literarios (1995-2925)'. 'Esquirlas' llama él a cada una de estas piezas, sin extensión suficiente para considerarse obras exentas, pero sí interesantes por sí mismas.
'En esta red sonora'
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Autor Vicente Luis Mora
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Editorial Valnera, 2025
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Páginas 320
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Precio 22 euros
Se trata, pues, de una curiosa y extensa colección de casi todo lo que un escritor se le puede pasar por la cabeza, desde aforismos ... hasta apuntes de argumento, pasando por ideas desde brillantes hasta loquísimas. Hay también muchos ejercicios de diálogo con la tradición, generalmente en forma de reescrituras: «El deseo son nosotros». y mucho espíritu crítico, por supuesto, que siempre es mejor con humor, sobre todo si este es muy afilado; como cuando define a los 'inceliteratos': «escritores varones que creen que no les publican, o no les antologan, o no les premian por culpa de las mujeres».
No falta tampoco una mirada a la actualidad, al mundo cotidiano en el que a la fuerza tiene que desenvolverse el escritor, que termina analizando desde el 'Caiga quien caiga' o los tableros de Pinterest hasta el lento declinar del mundo de papel en manos de la tecnología. De igual manera que señala que hizo falta una pandemia mundial, con las librerías cerradas dos meses, para lanzar definitivamente el libro electrónico, defiende un aprendizaje clásico, para seguir operativos «cuando se quede sin batería el móvil». Hasta aventura que su trayectoria como escritor podría describirse como «diecisiete millones de bytes»; eso sí, a estas alturas, igual son ya treinta y dos, que el apunte era antiguo.
Asoma, cómo no, muy a menudo el crítico literario, con sus filias y sobre todo sus fobias –de Roberto Bolaño afirma, entre otras cosas, que su obra es «objeto de superávit crítico»–, pero también con reflexiones sobre el oficio –«las obras clásicas son el gimnasio de los críticos literarios»– o su ocaso, cada vez peor remunerado mientras el periodismo cultural se precariza.
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