La Copa Presidenta repite campeón

La final era una oportunidad tanto para Riotuerto, que no depende de sí mismo para mantener la categoría, como para Peñacastillo, ganador de la Copa Apebol y que aspiraba a engrosar sus vitrinas con otro trofeo copero más. Más manistas unos, más pulgaristas otros, a nivel táctico el partido pasaba porque los de La Cavada arrancaran de manera positiva, sobre todo de tiro largo, y que el temblor habitual de las tardes ligueras se olvidase durante un rato. Para los santanderinos era la segunda oportunidad de levantar un torneo este curso y, dado el palmarés de la partida en las últimas temporadas, casi una necesidad.

En una cuidada bolera que resistió el sol matinal y que acabó en buen estado después de que avanzase la tarde, abrió el partido desde el tiro Riotuerto, que desde los quince metros se enfrentó a una raya al medio al pulgar. Las bolas esquivaron al primero, se fueron hasta el fondo del corro y evitaron cualquier opción de cierre de los de La Cavada, lo que, evidentemente, aprovechó un rival con el colmillo afilado.

Una de las notas destacadas de la tarde fue la buena presencia de público, llegado en autobuses tanto desde Peñacastillo como desde La Cavada. Con bombo, las aficiones bien identificadas, una de azul y otra de verde, el ambiente recordó por momentos a los bolos de antaño, a los de corro lleno y pasiones divididas.

En realidad los espectadores eran los mismos de siempre, o casi siempre, pero en una tarde diferente, porque la tarde de Copa es siempre atractiva. En el segundo chico Peñacastillo abrió un poco la puerta, dejó un resquicio para que los del Miera abriesen el ciclo del partido. Pero ni por esas, un no cierre santanderino dio paso a una tirada para olvidar salpicada de quedas que hizo inviable el esfuerzo de Riotuerto de segundas.

La situación, las caras de los jugadores y la ventaja capitalina orientaban demasiado la contienda al azul, sobre todo cuando, de nuevo de quince metros, la cuarentena se hizo cuesta arriba para Riotuerto. Otra mala subida, esta vez con buena posición en el birle, que cerró Miguel Hernando con una bola que buscaba panoja y se fue con el primero en solitario. Sólo un milagro podía derrotar al ogro, que dejó claro que del cuarto chico salía la resolución del título. A base de bolos y emboques mandó a ganar a 60 palos, una quimera para un equipo con la mente puesta en no perder el sábado la categoría. Birlaron todas las bolas, un ejercicio de dignidad que retrasó lo inevitable, el grito de campeones en el tiro. La Copa repetía campeón doce meses después, Sarón veía lo mismo que Borleña en 2024. Que Peñacastillo siempre está cuando se le espera.

Sin hacer su mejor juego, los de Cañas han ganado la Apebol, firmado el subcampeonato liguero y alzado la Copa Presidenta. Perdieron la Supercopa en una inspirada tarde de Borbolla en Roiz, pero cuando la tensión hace acto de presencia siempre tienen una nota más alta. Al final, foto de familia con las dos peñas campeonas, triunfadoras en una jornada en la que la organización demostró de nuevo que tampoco falla.