Los Campos de Sport hacen el agosto
Un debut con victoria, un mosaico en la grada y el rugido un Sardinero lleno hasta labandera para comenzar la Liga. El racinguismo no pudo arrancar mejor la temporada, con lleno y tres puntos
La ciudad había amanecido con ese cosquilleo eléctrico que solo se nota cuando empieza algo. Primer día de colegio, primera cita, primer partido de Liga. ... Santander olía a Racing desde temprano, aunque el cielo, encapotado y sin brillo, se empeñaba en disimularlo. No había sol para tentar a la playa y eso, paradójicamente, ayudó. Al menos un poco. Los coches rondaban el estadio con paciencia de pescadores. Aparcar, ya se sabía, sería tarea imposible: la Feria de las Naciones había conquistado la explanada habitual y la playa, a pesar de la falta de sol, seguía atrayendo su tráfico propio. La caravana de hinchas avanzaba a pie entre puestos de banderines y comidas exóticas, hasta que el cemento se volvía estadio. Allí, al otro lado de las puertas verdes, estaba el motivo del desvelo. El Racing comenzaba la Liga frente al Castellón.
Era el primer partido, y era también el primer 'sold out' de la temporada. 18.274 socios aseguraban la columna vertebral de las gradas y los que no tenían carné habían rascado entrada a tiempo. El Sardinero lleno, un estadio otra vez dispuesto a convertirse en termómetro de pasiones y de miedos. Porque había ilusión, claro, pero también incertidumbre. Hasta el viernes solo habían llegado tres fichajes. Uno de ellos, Peio Canales, inscrito a última hora, podía debutar. Otro, Asier Villalibre, pisaba por primera vez el césped vestido de verde y blanco. Dos futbolistas de Lezama, dos piezas nuevas en un equipo de José Alberto que todavía parece incompleto, como una casa con habitaciones cerradas. El tercero, un portero para hacerla competencia a Ezkieta.
En los accesos, los reencuentros se sucedían. Abrazos entre antiguos compañeros de asiento, palmadas en la espalda, comentarios sobre lo rápido que pasan los veranos. Bufandas al cuello pese a que no hacía frío, camisetas que rescataban ídolos de otras épocas, niños que aprendían el camino de memoria entre la muchedumbre. Los nervios estaban en todas partes. En el murmullo de las conversaciones sobre fichajes que no llegan, en la certeza de que la plantilla aún no está cerrada. Había miedo al vacío y, al mismo tiempo, un entusiasmo difícil de disimular. El estadio respiraba esa mezcla de familiaridad y estreno.
El estadio registróuna afluencia de 21.796 espectadores
El Racing vivió su primer lleno de la temporada y registró una afluencia de 21.796 espectadores en los Campos de Sport en el debut liguero del equipo en una jornada que registró colas en las taquillas a primera hora de la mañana para recoger carnés de socio. Por otro lado, el equipo entrenará hoy a las 11.00 horas en La Albericia.
Pronto comenzó el ritual. 'La Fuente de Cacho' resonó en cada rincón del estadio. La primera vez de muchas a lo largo de la temporada. La Gradona se encargó del resto. Desde primera hora circulaban las cartulinas, preparadas para un mosaico que coloreara el aire en el inicio. En el fondo, un tifo esperaba desplegarse «Racing mi buen amigo...»podía leerse, en una lona horizontal rodeada de banderines verdes y blancos. Cada partido empieza ahí, en esa liturgia coral que no se ensaya, pero se siente.
Cuando los jugadores saltaron al terreno de juego. El Sardinero explotó en un rugido reconocible y distinto a la vez. Reconocible porque era el de siempre, ese grito que ha acompañado generaciones, y distinto porque cada temporada es una nueva oportunidad para inventarlo todo. Villalibre se colocaba en punta, Salinas, titular por primera vez este año, esperaba su momento, y José Alberto dirigía la orquesta con gesto serio. Los Campos de Sport eran un teatro lleno, a punto de encender las luces. El fútbol volvía a empezar.
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Ahora sí, lo que importa es el resultado
¡Y de qué manera!, porque tan solo cinco minutos después de que Dámaso Arcediano se llevase el silbato a los labios, con le gol de Villalibre se escuchó eso de 'Dueños de una pasión, verdiblanco el corazón, una ilusión nos persigue, la Primera División'. El Sardinero entero se puso en pie para festejar el primera tanto del Racing, que era también el primero del Búfalo. Las bufandas ondearon por encima de las cabezas y los decibelios apagaron cualquier ruido proveniente de la Feria de las Naciones que se quería colar en el estadio. El de Gernika se estrenó a lo grande. Gol de delantero de los de toda la vida, de esos que no necesitan explicación. Y los Campos de Sport le demostraron raudos que ya es 'uno di noi' coreando su nombre como si llevara aquí toda una década.
Pero no todo fueron muestras de alegría. La grada no se cortó un pelo cuando tuvo que mostrar su desagrado. Los pitidos llenaron estruendosos el aire cuando, Vicente condujo hasta campo contrario y encontró a Andrés. El andaluz caracoleó entre camisetas rosas, las del Castellón, pero una de ellas se convirtió en muro y derribó al '11' que protestaba dolorido en el césped. La grada reprendió al colegiado que no mostró cartulina. José Alberto, que no abandonó el traje que solía lucir siempre la pasada campaña corría de una lado a otro del banquillo agitando los brazos en alto ataviado con un veraniego atuendo de lino y unas playeras. Y no fueron las únicas quejas de la grada y el asturiano. El Sardinero se indignó con un posible penalti a Sangalli, pero Dámaso Arcediano dijo que nada. Que arriba y circulando.
Andrés Martín fue el encargado de quitar el mosqueo al racinguismo con un gol de esos que se cantan antes de que la pelota entre en la portería. El andaluz, con una asistencia de Íñigo Vicente en un contraataque, se plantó solo ante el portero del Castellón y con un remate con la derecha desde el flanco derecho del interior del área por el lado derecho de la portería batió a Amir sin problemas El estallido seguramente superó con creces los 140 decibelios que suele alcanzar la celebración de un gol en un partido de fútbol. Un nivel de ruido que puede ser comparable al de un despegue de avión o un concierto de rock. La cosa empezaba muy bien para le Racing.
Silencio, pero poco
Un choque entre el propio Andrés Martín y Salva Ruiz detuvo momentáneamente el encuentro, pero afortunadamente no hubo que lamentar nada por ninguna de las dos partes. En esas llegó la pausa de hidratación y minutos después se escuchó a José Barba por megafonía. El 'speaker' del Racing anunciaba que el tiempo de añadido era de cuatro minutos. Apenas le dio tiempo al racinguismo a mirar el reloj cuando el Castellón acortó distancias. Ousmane Camara con un remate con la izquierda desde muy cerca a la escuadra tras un saque de esquina dejó mudo por unos instantes a los Campos de Sport. Tras un momento de silencio la Gradona reaccionó con un «Racing, Racing», al ritmo del bombo. Los aficionados del Castellón, que habían pasado desapercibidos hasta ese momento, parecieron cobrar vida, pero los racinguistas ahogaron su cánticos a golpe de garganta mientras los jugadores desfilaban a vestuarios.
El segundo del Castellón llegó en los primeros minutos de la segunda parte. Las bufandas de los orelluts se agitaban en el aire como las hélices de un helicóptero, pero la alegría les duro poco. El colegiado se echó la mano al pinganillo. VAR. Gol anulado. 'Vamos Racing alé' tronó la Gradona mientras El Sardinero aplaudía hasta que le dolieron las manos. José Alberto decidió mover el banquillo. Íñigo Sainz-Maza y Sangalli salieron del campo. Yeray y Sergio Martínez, al prao entre una ovación que les dio más energía que cualquier ejercicio de calentamiento. También se estrenó Peio Canales, que vivió sus primeros minutos como verdiblanco.
Y breve polémica
Un empujón a Villalibre, que se iba solo a portería volvió a encender los ánimos del racinguismo. Los pitidos no cesaron hasta Dámaso Arcediano hizo el gesto rectangular con las manos. VAR. Hasta los vídeo marcadores del estadio mostraron la acción mientras los aficionados hervían de indignación. Clamoroso. Penalti. Andrés Martín se colocó en los once metros y no perdonó. 3-1. '!Vamos, dale Racing, vamos campeón', coreaba la Gradona.
Cuando acabó el encuentro, otro ritual. El equipo en dentro del campo saludando a la grada. Poco tardaron en posicionarse frente a la Gradona. «Una ilusión nos persigue, la Primera División», tronó. Un abrazo entre afición y jugadores. El primero de muchos.
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