La creatividad que despierta el Racing
Arte ·
A lo largo de su historia, 'El Viejo' ha inspirado canciones, libros, películas y artefactos artísticos. Miradas que dan vida al club verdiblanco más allá del campoLa imaginación también se viste de verdiblanco. No todo lo que el Racing ha provocado en su siglo largo de historia se mide en goles, ... ascensos o descensos. Hay algo menos tangible -pero igual de resistente-, que habita en la memoria de quienes lo han sentido como una excusa para crear. Porque hay clubes que inspiran títulos de Liga, y luego otros, como el Racing, que inspiran títulos de canciones, de películas, de libros. El Viejo, que ha naufragado y resucitado miles de veces, lleva más de cien años sirviendo de catalizador para la imaginación. Y no es casualidad. Casi estaba destinado a ello desde su creacion, porque entre los que fundaron el club en 1913 estaba el pintor Pancho Cossío. Y desde entonces hasta hoy, el Racing no solo se juega. También se escribe, se canta, se pinta y se filma.
En los últimos años, mientras el club capeaba marejadas institucionales y deportivas, el arte se convirtió en una especie de bote salvavidas. En algo bueno a lo que agarrarse en medio del temporal en la 'Era Okupa'. En 2013, al cumplir el Racing su cien cumpleaños, la Asociación de Peñas Racinguistas (APR) buscó una melodía que acompañara el aniversario para celebrarlo como se merecía. Rulo y la Contrabanda aceptaron el reto. Su 'Cien primaveras', himno del Centenario, fue una especie de lamento íntimo con el Racing al borde de la desaparición.
Una canción acústica que crece como lo hace el dolor cuando uno teme perder lo que más quiere. «Aunque sople el Sur o aunque llueva... qué bien te sientan tus cien primaveras», dice la letra. Una melodía un poco angustiada, una especie de tormenta serena que lleva por una cadencia y unos coros que van creciendo en la segunda parte del tema.
Rulo compuso la canción cuando el equipo estaba en Primera División, pero lo grabó cuando ya se arrastraba por la Segunda B. El tema, que contó con los propios peñistas para hacer los coros, terminó siendo crónica de una caída, pero también testimonio de una fidelidad sin fisuras. Del Racing se es en las buenas y en las malas. Aunque el destino te dé champagne y después cazalla, como canta Sabina, otro que también se marcó un himno para su Atleti.
No fue la única aportación musical que recibió el club. En paralelo, y también como parte del Centenario, vio la luz 'Racing Calling', un álbum colectivo en el que dieciséis bandas cántabras pusieron sus instrumentos al servicio de un escudo. Rock, folk, rap, blues, música clásica, heavy metal. Todo cabía en ese disco caleidoscópico, como si cada estilo reflejara una forma de querer al Racing. Emboque reventó el 'Himno de Cantabria' a golpe de guitarra, Jimmy Barnatán se dejó la garganta en su tabernario 'Hijos de la galerna', y Cambalúa firmó un ska festivo que tituló 'Soy verdiblanco'. El disco era una carta coral escrita por quienes necesitaban transformar la angustia en acordes.
Incluso Vicky Gastelo, ya en años más recientes, en 2024, aportó su voz con 'Que se caiga el estadio', una canción que se grabó dentro del propio El Sardinero. Y si retrocedemos, antes incluso del vértigo europeo, está Bustamante prestando su voz para 'Mi Racing de Santander' en la campaña de abonados de 2007, cuando el equipo empezaba a acariciar el sueño de la UEFA.
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El Racing se vende solo
El fútbol se canta, sí. Pero también se escribe. En 2020, la periodista y escritora Marta San Miguel publicó 'Una forma de permanencia' dentro de la colección Hooligans Ilustrados. En esas páginas, más memoria que crónica, Marta no escribe sobre el Racing, escribe desde el Racing. Habla de infancia, de fidelidad, de los años que se pierden y de los que se ganan sin haber vencido. Lo hace con una prosa que no busca explicar, sino acompañar en un libro que no habla de fútbol, pero que no podría existir sin él. Y que además, sirvió también para la creación posterior de un pódcast con el mismo nombre.
Adrián Mediavilla también ha hecho del Racing materia literaria y, además por partida doble. En 'Los Rescatadores del Racing', su objetivo es casi pedagógico: contar la historia del club a través de cuentos infantiles donde dos niños viajan en el tiempo para impedir que una bruja sabotee el pasado verdiblanco. Una forma de mitología cántabra que convierte a Nando Yosu en héroe legendario y a la bruja Paparda en antagonista de fábula. Pero Mediavilla también ha imaginado el futuro que pudor ser. En 'Ayer te vi que subías' plantea un «qué hubiera pasado si...» con Ahsan Ali Syed, el falso magnate indio que compró el club en 2011. ¿Y si hubiera sido millonario de verdad? ¿Y si, en vez de promesas huecas, hubiera traído prosperidad? Es un libro que juega con la herida reciente, pero también con la esperanza truncada.
Y luego está el cine, que el Racing es de los pocos equipos que puede presumir de estar también en la pantalla grande. 'Volver a vivir', rodada en 1968 por el cántabro Mario Camus, no es la obra más célebre del director de 'Los santos inocentes', pero sí una de las más queridas por los racinguistas. La película, en la que participaron quince jugadores del Racing como extras -a mil pesetas por jornada-, se convirtió en un retrato visual del Santander de los sesenta, con planos inolvidables de Puertochico, de El Sardinero antiguo y de una ciudad que todavía no sabía que su club iba a vivir varias vidas.
El protagonista es un entrenador derrotado que vuelve a su casa para salvar a su equipo del descenso. Un argumento parecía condenado a repetirse en años posteriores, casi como una vaticinio de los que vendría. En el estreno, la plantilla esperaba verse más en pantalla, pero al cabo de los años esa cinta casi olvidada se convirtió en testamento visual de una época.
Y en el presente, cuando la narrativa se cuenta en color digital y geometría urbana, el arte ha vuelto a encontrarse con el Racing. Okuda San Miguel, el artista más internacional salido de la tierruca, ha diseñado un balón multicolor junto a la Fundación Racing. Colores vibrantes, figuras geométricas y patrones llamativos son el sello indiscutible del artista, y los ha plasmado en la pelota. «El corazón de todo en el deporte, y también en mi trabajo, es el color. Y el balón, que es lo que hace que suceda todo, tenía que ser la herramienta para transmitir eso», cuenta Okuda. Y lo es. Su superficie no solo alberga los triángulos que son la seña de identidad de Okuda, sino también todos los colores del círculo cromático. «Es un símbolo que une todas las banderas, todas las culturas, todas las veces y todos los géneros en uno», detalla el cántabro. El balón es su lienzo, y el Racing, el marco. La geometría de sus triángulos dialoga con la geometría de las redes. No hay una curva improvisada, como tampoco hay una pasión improvisada cuando se habla de 'El Viejo'
El Racing no es solo fútbol. Es una coartada para contar, para cantar, para dibujar, para filmar y para escribir. Para volver a vivir, como tituló Camus. Y, sobre todo, para quedarse.
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