El cuerpo técnico de José Alberto

Siempre dispuesto. Siempre en la recámara y siempre cumpliendo. Pablo Álvarez 'El gallego' fue, es y será el segundo de a bordo de José Alberto. ... Coincidieron entrenando en Mareo; Álvarez dirigía a los alevines del Sporting de Gijón y José Alberto al filial rojiblanco. Las horas de 'prao' y las mil coincidencias tácticas les llevaron a ambos a sellar un contrato oficioso. Sin embargo, la firma no llegó cuando el míster dio el salto al primer equipo gijonés en noviembre de 2018, una vez que El Molinón corease su nombre a voz en grito y el ovetense saliera del filial para completar el círculo. Fue más tarde. En aquella ocasión, José Alberto tuvo como segundo a Iván Hernández, un exfutbolista de los que dejaron huella en la nave asturiana. El tándem surgió cuando el míster abandonó Gijón para dirigir al Mirandés, en 2020. Ese mismo día, Pablo Álvarez decidió que su ciclo en Mareo había terminado y apostó por seguir los pasos de su paisano. Esa fue también la primera tentativa en el exilio y salió bien ya que la pareja llevó al equipo burgalés a la décima posición con un balance de catorce triunfos, 12 empates y 16 derrotas. No se deshizo al curso siguiente y juntos hicieron la maleta para marcharse a La Rosaleda a dirigir al Málaga, donde trabajaron 24 jornadas. Desde el mes de enero de este año –la mitad de la Liga pasada– Pablo Álvarez estaba en la recámara para volver a ejercer de segundo. Siempre dispuesto. Comparte los planteamientos tácticos de su jefe; el 4-4-2 de inicio que mutará al 4-2-3-1 como alternativa, dada la importancia de Jorge Pombo en este equipo. 'El gallego', como así le llamaban por su cantarín acento pese a haber nacido en Oviedo, como José Alberto, siempre fue también como futbolista un hombre de equipo. Llegó en el mercado de invierno a aquel Racing de Marcelino que acabó clasificándose para la UEFA. Pronto se convirtió en el primer cambio, en el recambio obligado. El jugador número doce. O bien le daba un respiro a Jorge López en la banda derecha o bien hacía lo propio con Óscar Serrano, en el carril zurdo. Siempre cumplía. Cercano, prudente y muy comunicativo con el futbolista, domina a la perfección los tiempos en el fútbol y el proceder en un vestuario. Su manera de entender este juego tiene muchos lazos con cómo era de futbolista. Comprometido sin la pelota y alegre con ella.  Durante los entrenamientos es él el que va y viene, el que arenga a los futbolistas y el que habla con ellos cuando es necesario. En eso su jefe no es muy distinto. Son prácticos y no escatiman esfuerzos.

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