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Tan felices nos las prometíamos la semana pasada que se nos había olvidado que esto de las eliminatorias de ascenso es más complicado que la ... Liga, e incluso mucho peor que la jungla. Cada play off parece una nueva secuela de 'Los inmortales', y a poco que te descuides te cortan la cabeza. Vamos, que ni hay partidos cómodos ni rivales asequibles. Pero eso sí: esto, lo mismo que vale para el Racing, vale para los demás. Ojo con los rivales, pero mucho ojo también con los verdiblancos.
El caso es que llegamos con la euforia desbordada y los rojillos de Miranda vinieron a darnos un baño de realidad que casi se convierte en un tsunami y manda a nuestro equipo mar adentro. Habíamos comprado el argumento de que se había aprendido de los desastres pasados, pero el míster reincidió en esas alineaciones personalísimas y los riesgos por encima de nuestras posibilidades defensivas, y cuando quisimos darnos cuenta los visitantes habían sacado petróleo de su estilo rocoso. O sea, que desde la grada estábamos convencidos de estar viendo un partido trabado y tostón, encaminado al cero a cero, y resulta que el Mirandés estaba minando el campo, y a punto estuvo de llevarse un resultado de escándalo.
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Porque anotarse para la vuelta un uno a tres en la mochila hubiera sido casi decir adiós a la eliminatoria. Y es que el Racing fue todo corazón, pero se notaba que fallaban los nervios. Y eso que se suponía que los expertos eran los nuestros, pero pronto se vio quiénes sabían manejar un partido y quiénes no. Durante muchos, muchísimos minutos, no se jugó a nada, lo que beneficiaba a un Mirandés que conoce todas las tretas del otro fútbol y las explota sin ningún rubor. Nos parecía que esas ratonerías eran de otra categoría, pero está claro que cunden igual en todas las ligas profesionales. Si también le ponen intensidad y encima cuentan con jugadores de calidad, es muy difícil contrarrestar ese juego de buscar las vueltas al rival hasta que comete un fallo. Y el Racing, que acierta mucho en ataque, también falla mucho en defensa.
La buena noticia, o más bien casi la única lectura en positivo que puede sacar el Racing del partido, es que el Mirandés es vulnerable. Siendo en lo defensivo el conjunto mejor armado que hemos visto esta temporada en los Campos de Sport, los nuestros consiguieron hacerles tres goles. O sea, que no son invencibles, ni mucho menos. Basta con repetir la faena en Anduva. Eso sí, hay que intentar que, esta vez, ellos metan al menos un gol menos que nosotros. Que al final es de lo que va este juego.
Al final la cosa quedó en tablas, y tenemos que decir que por fortuna. Miranda no es el mejor escenario para un asalto, pero hay que reconocer que los guionistas de esta temporada lo están bordando. Y es que siguen al dedillo los mandatos del 'arco dramático', esa estructura de las obras de suspense en la que, cuando se acerca el final, todo se vuelve en contra de los héroes hasta el punto de que todo parece perdido. Es la gran crisis final, pero en realidad se trata del preludio al último acto, cuando llega el clímax y la resolución. O sea, lo que vemos en todas las películas desde hace casi un siglo. Lo que pasa es que desde la grada, la tensión se vive de otra manera.
Y sí, la semana que viene hablaremos del sufringuismo. Que algunos todavía no se han enterado de qué va esto de ir a muerte con el Racing.
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