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No se ha constatado que la fe mueva montañas, pero es evidente que tiene la capacidad de cambiar de sitio otras cosas. Como la enorme ... ilusión que persigue al racinguismo. No hizo un buen partido el equipo de José Alberto en el arranque de su eliminatoria de play off contra el Mirandés. Dio demasiadas facilidades a un rival con las cosas terriblemente claras. Que incluso fue mejor durante la mayor parte del encuentro. Pero las carencias, el conjunto cántabro las compensó con fe. Esa que le llevó a recortar distancias en la primera parte. La que le hizo no bajar los brazos pese al 1-3. La que le llevó a la igualada en el minuto 98 para poder viajar con esperanza al fortín de Anduva y con un desenlace que puede desencadenar nuevos estados de ánimo en ambos contendientes. «Sigan creyendo», así, con acento argentino, que pedía Sebastián Ceria en estas páginas. Como para dejar de creer.
Si había un requisito innegociable para este primer envite de la fase de ascenso ese era el de dar continuidad al rendimiento en un Huerto del Francés que volvió a reverdecer por primavera. Como ante el Oviedo y como ante el Granada. De ahí no se podía bajar. Quizá por eso José Alberto repitió la misma alineación que ante el cuadro nazarí. Incluido un Aldasoro que había pasado la semana tocado. Sin lesión, pero dolorido. Y también un centro de la zaga en el que insiste y que no acaba de quitarse las dudas.
Racing
Ezkieta, Michelin (Jeremy, min. 80), Mario García (Saúl García, min. 80), Javi Castro, Mantilla, Aldasoro (Maguette, min. 64), Meseguer, Andrés Martín, Íñigo Vicente, Rober González (Marco Sangalli, min. 58) y Arana (Karrikaburu, min. 64).
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Mirandés
Raúl Fernández, Hugo Rincón, Egiluz, Juan Gutiérrez (Parada, min. 46), Tomeo, Reina (Tachi, min. 88), Panichelli (Butzke, min. 95), Izeta (Joel Roca, min. 33), Lachuer y Benito (Alonso, min. 95).
Equipo arbitral: Sánchez López, del Comité Murciano, asistido en las bandas por Hernández García (Murciano) y Campo Hernández (Valenciano). Cuarto árbitro: Muñiz Muñoz (Aragonés); VAR: González Francés y AVAR:Gorostegui Fernández-Ortega (Vasco).
Goles: 0-1, min. 31:Izeta. 0-2, min. 34:Hugo Rincón. 1-2, min. 39:Íñigo Vicente. 1-3, min. 57: Reina. 2-3, min. 71: Andrés Martín. 3-3, min. 98:Alonso, en propia puerta.
Amonestaciones: Amarilla a los locales Michelin, Maguette Gueye y Mario García y a los visitantes Gorrotxategui, Panichelli y Tomeo.
Incidencias: Campos de Sport de El Sardinero. Césped en buen estado en una tarde soleada. 22.394 espectadores.
Pero, por mucho que se quisiera mantener el decorado, este no era un partido cualquiera. Sólo había que ver la banda de banquillos, que parecía el set de rodaje de la próxima temporada de 'Juego de Tronos'. Allí compareció –el fútbol moderno– José Alberto en la previa cual Stark en defensa del título de rey en el Norte. El aspirante, Alessio Lisci, saludó cariñoso al asturiano.
Unos bailaban, otros cantaban, había quien miraba el móvil o quien no encontraba su sitio. Una sensación común en todos:nervios, muchos nervios. Sólo faltaba ver cómo lo llevaban los del 'prao'.
El partido iba para duelo del antiguo Oeste. Sacó el Mirandés atrás, hacia el portero, el exracinguista Raúl Fernández. Iba a pegar. El equipo verdiblanco se quedó en su sitio. El arquero, frente a frente con Arana, el hombre más adelantado. Dos estatuas. Cinco segundos larguísimos de inmovilidad. La tensión, hasta que el balón fue golpeado.
El racinguismo ha llegado ya a ese punto en el que celebra hasta un córner a favor en el minuto 3 –o un saque de banda en el 5–. La alegría de estar vivo. Íñigo Vicente azuzó la parroquia con rabia. Arana, en el primer palo, cabeceó fuera el saque de Rober González desde la esquina. En el tercer córner en menos de diez minutos, Mantilla cabeceó al travesaño. El choque se estaba jugando donde debía jugarse. Aunque, cuando al cuadro burgalés le dio por asomarse al área de Ezkieta, la zaga verdiblanca no dio sensación de tenerlas todas consigo.
De hecho, un par de acercamientos rojillos aplacaron la efervescencia racinguista. Y eso que Rober González dispuso de una buena llegada que el extremeño gestionó fatal. No como el Mirandés, que en la primera en que percutió, si no marcó fue porque Ezkieta tenía los reflejos a punto para sacar el cabezazo de Reina. Ahí ya, los visitantes empezaron a creer a ciegas en sus posibilidades.
Aun así, al Racing siempre le queda el talento. Tras un buen robo de Aldasoro, Andrés Martín lanzó al desmarque de Íñigo Vicente, pero el vasco no llegó por poco en el mano a mano con Raúl Fernández. Rondando la media hora, llegó el momento del amigo invisible. Regalo inesperado. En un avance por la izquierda, Michelin se quedó colgado en la derecha y rompió el fuera de juego de Panichelli. Después, el francés ni siquiera siguió a su par e Izeta marcó su gol más sencillo de toda la temporada.
Como fácil fue, tres minutos después, para Hugo Rincón, que no encontró a nadie en su camino desde el centro del campo hasta que por el área ya apareció Mantilla de refilón. El lateral la reventó para hacer el 0-2 y poner en evidencia que ni alivio, ni borrón y cuenta nueva ni fantasmas en vinagre.
José Alberto mandó a calentar a Karrikaburu, Marco Sangalli y Pablo Rodríguez. El efecto fue inmediato. Menos mal que reaccionaron los verdiblancos para llegar con vida al descanso. En una buena acción de ataque, Arana alcanzó la línea de fondo y la puso al segundo palo, donde llegaba Íñigo Vicente para embocar. El vasco andaba encendido y una falta lateral desde la izquierda la puso con rabia para hacer sufrir con los puños a Raúl Fernández. Al intermedio, el Racing se marchó como Alcaraz en ese momento: 1-2 después de recortar distancias frente a Sinner. A ver si los de José Alberto tenían la misma capacidad de reacción.
El balón al aire de Íñigo Vicente en la reanudación, que se quedó en el centro del campo, no fue muy esperanzador de cara a una segunda parte en la que el Racing estaba obligado a dominar. Pero la primera llegada ya fue para el Mirandés tras otro error defensivo local. El remate final de Hugo Rincón fue horroroso. Menos mal.
Y menos mal que estaba Ezkieta en la siguiente. Si alguien esperaba un Mirandés conservador, estaba equivocado. Ni con la renta a favor. El cuadro burgalés se veía tan superior en los duelos que no negociaba ninguno. Así llegó un disparo de Izeta que repelió con los pies el portero verdiblanco. Justo después, Panichelli no acertó a desviar hacia la meta un centro desde la derecha. Tenía que llegar. Meseguer cayó al suelo en un lance con Izeta, el Mirandés continuó, nadie defendió y Reina hizo el tercero pese al intento de Ezkieta de detener el remate.
El Racing era ya tal muñeco en manos mirandesas que, pese a la ventaja camino de ser definitiva, seguían dominando con absoluta solvencia los visitantes. José Alberto llamó a Maguette y Karrikaburu. Arana y Aldasoro iban a ser los sustituidos.
A partir de ahí, los burgaleses sí que empezaron a ceder terreno mientras los verdiblancos andaban peleándose consigo mismos. Y, aunque no lo estaba mereciendo, el Racing se iba a encontrar, de repente, con un gol. Un rechace a la salida de un saque de banda lo pegó duro y desviado Maguette Gueye y Andrés Martín, que andaba por allí sin marca, remachó en posición legal por muy poquito.
Era hora de apretar. De sobreponerse a todo lo anterior. De hacer real ese borrón y cuenta nueva del que todos hablaban la semana pasada. El equipo cántabro empezó a manejar el centro del campo y fruto de ello llegó un remate desde la frontal de Mario García que no encontró portería. En el otro área, Tomeo peinó una falta desde la medular que estuvo bien cerca de entrar.
José Alberto iba a gastar sus dos últimos cambios dando entrada a Jeremy y Saúl García por Michelin y Mario García. El primero de ellos iba a tener una buena opción nada más entrar gracias a un fantástico pase de Íñigo Vicente, pero un zaguero se le echó de encima antes de rematar. El colegiado iba a añadir seis minutos. Poco para lo que había perdido el Mirandés, pero suficiente para que el Racing empatase el encuentro. Pero no. Andrés Martín batió a Raúl Fernández, pero Sánchez López anuló el tanto. La repetición decía que, si no estaba en línea, sería por el pelo de una gamba. En el banquillo verdiblanco insistían en que era legal mientras en Las Rozas revisaban la acción. Allí secundaron la decisión del principal, que levantó la mano y le bajó el suflé al personal.
Pero los verdiblancos se negaron a morir aquí. El doble cambio implementado por Lisci para perder tiempo le dio un minuto más de vida al partido y le jugó una mala pasada al transalpino. Al Racing le pareció suficiente. Íñigo Vicente y Andrés Martín vinieron a pedirla. Tenían el mapa del tesoro. Entre los dos montaron la acción y Karrikaburu remató a la media vuelta. Al larguero. El balón le pegó al recién incorporado Alonso en la cabeza, se fue contra el palo y entró llorando para darle la igualada a los verdiblancos.
Así, el Racing pasó de tener que ir a Anduva a la heroica para vencer por dos tantos a jugársela casi en igualdad, porque no le valdrá el empate. Y la parroquia verdiblanca mutó la desesperanza por lo que iba camino de una derrota por la euforia de quien sabe que es capaz de cualquier cosa. Si la ilusión sigue viva es gracias a la fe, y si es verdad que la fe mueve montañas, por qué no va a ser capaz de mover un estadio pequeñito como el de Miranda de Ebro.
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