Rubén Alves: «Estoy en mi mejor momento»
El defensa, que sintió dudas al principio de la Liga, admite que «todo lo que está pasando ahora en mi vida es muy positivo»
«No recuerdo el año pasado jugar más de dos partidos seguidos» afirma con extrañeza Rubén Alves. El defensa trata de hacer memoria, pero no ... consigue acordarse. «Empecé jugando, pero luego llegó un entrenador y confió en otro compañero y no jugué mucho», añade. Alves llegó a Santander el primero de tantos. Su fichaje por el Racing no ilusionó a nadie. Llegó del Ibiza, con quien había conseguido el ascenso a Segunda División desde la modesta Segunda División B. «Entiendo que la gente, sin conocerme y sin tener un historia importante como otros compañeros... Tuviera dudas», admite cuando echa la vista atrás.
Es más, aún hay quien le recuerda que cuando se anunció su incorporación nadie pensaba que llegaría a ser titular. Estaban en la plantilla Pol Moreno, Pablo Bobadilla, Eneko Satrústegui... Y aún quedaba un central con experiencia por fichar lo que dejaba a Alves en la cuarta o quinta posición de la lista. El último de la fila. Sin embargo, el fútbol tiene estas cosas y hoy el defensa es el jugador más en forma y, probablemente, más indiscutible -junto con el portero, Miquel Parera- de la plantilla. «Siempre he pensado que llegaría el momento de estar en un club y demostrar mi potencial y ha sido en el Racing», señala, mientras afirma con contundencia que ahora mismo no hay quién lo pare. «Estoy en el mejor momento de mi carrera». Ahí es nada.
No marca goles, pero sí la diferencia. El rendimiento de Alves está siendo tan alto que incluso rivaliza con los jugadores de ataque en liderazgo y aportación. El pasado sábado en la victoria del Andorra tuvo tanta culpa él como Mboula, que con dos goles salió como el héroe del partido. Actualmente suma 28 participaciones en Liga, 27 de ellas como titular y en 26 firmó todos los minutos del partido. No obstante, su arranque de temporada fue muy distinto. Nada hacía albergar que el defensa se convirtiera en el cacique de la retaguardia. Ni mucho menos. «Fue complicado; hablando con el míster, con Guillermo, pensé que iba a ser importante. Y siendo sincero al principio jugué, pero si llega a haber otro compañero disponible no hubiera jugado».
Circunstancias favorables
Por aquel entonces, Eneko Satrústegui seguía ejerciendo de lateral, pese al fichaje de Saúl, Pablo Bobadilla estaba lesionado y Germán Sánchez no había llegado en las mejores condiciones para jugar. Todo esto provocó que el quinto de la lista saliera a jugar. Lo hizo en la primera jornada y rindió bien. «Jugué el tercer partido por otras circunstancias y también pienso que si llega a estar otro compañero bien tampoco hubiera jugado», admite de nuevo. «El cuarto ya no jugué y pensé, jope, de repente todo cambia». Alves había cumplido perfectamente, sin embargo no era el futbolista preferido del cuerpo técnico. Tuvieron que cometer errores sus compañeros para recuperar una confianza que había perdido sin merecerlo. Cosas del fútbol.
Sea como fuere, Alves terminó jugando y sus actuaciones le hicieron modificar el planteamiento al entrenador. Pasó de ser el último de la lista a que sus compañeros de zaga se alternarán. Al final todo fue distinto. «Ya no quedó otra. Insistí en mi, insistieron en mi y la confianza la devolví con buenos juegos.».
Rápido, contundente, fuerte y muy efectivo. Al defensa no se le recuerda un error grosero ni una mala tarde. Su rendimiento ha ido creciendo cada semana. Ha formado pareja con Pol Moreno en el primer tercio de la Liga, lo ha hecho de manera puntual con Álvaro Mantilla por exigencias del guión, y ahora lo hace con Germán Sánchez. Para Guille Romo Pol Moreno era indiscutible como para José Alberto lo es Germán Sánchez, pero en cualquier caso, el que no falla para ambos es Rubén Alves. Por eso, ahora que ya han pasado más de seis meses desde que la incertidumbre merodeaba su cabeza puede sincerarse. «Si no hubiera jugado ni un minuto en los cuatro primeros partidos sí hubiese pensado: 'jope, otro año igual'. Pero yo cero que lo aproveché». Sin duda.
Rubén Alves ha pasado de ser el último de la lista al jefe de la defensa gracias a un rendimiento que tras 27 partidos ya no sorprende
A pesar de todo, Alves quiere seguir con la misma teoría: «Esto puede cambiar de repente». Lo que tiene claro es que en su modesta carrera, tras su paso por el Amorebieta, Atlético Baleares y el Ibiza, lo que nunca cambió fue su confianza en lo que hace. «Siempre he mejorado. Siempre he ido creciendo. Algunas veces tienes las oportunidad de demostrarlo y otras no». Por eso el zaguero sabe que en ocasiones un futbolista depende de las decisiones de otros. «Hay veces que la gente se piensa que cuando uno no juega es que no está bien y no es verdad. Puede que esté bien, pero no tiene la oportunidad de jugar y demostrarlo». En esa tesitura es donde el futbolista se hace fuerte, donde se marca la diferencia. No solo se trata de rendir con las piernas, es tanto o más importante ser fuerte de mente.
El cambio de entrenador le ha supuesto una nueva vida a algún compañero. Saúl o Germán Sánchez, por poner un ejemplo, han revivido, mientras que otros como Unai Medina o Pol Moreno han pasado al cuarto oscuro. Alves sigue siendo un fijo en la libreta del cuerpo técnico. «Con la llegada de un nuevo entrenador siempre piensas, jope, que todo siga igual... Siempre puede cambiar y traer jugadores en los que confía, pero no me puedo quejar», asegura con una leve sonrisa en la cara que indica que todo le va sobre ruedas. No importa que antes se jugase de un modo y ahora se le pida otra cosa a cada jugador; el rol y las funciones de los futbolistas sobre el campo no son las mismas, pero a Alves no le preocupa. «Yo estoy parecido. Una vez que estoy en el campo intento disfrutar; puedo tener más balón o menos, pero creo que estamos bien y que nos están saliendo las cosas».
Dadas sus características, Alves no siente el vértigo ni la presión por jugar más agresivo o porque los centrales tengan que correr más al espacio. Adelantar la defensa, presionar al rival, correr al espacio... «Ya se ha visto desde fuera que me encuentro cómodo con balón o sin balón y me da igual donde se ponga la línea de defensa», explica con una sinceridad que convence. De hecho, la velocidad de Alves permite a los laterales subir con algo más de confianza. El central cubre su posición y la de su compañero con solvencia, al menos hasta ahora. Ni un borrón.
Quizás por todas estas alabanzas y elogios a Alves le salga de dentro afirmar que todo le está saliendo muy bien. «No puedo decir nada malo porque todo lo que está pasando ahora en mi vida está siendo muy positivo; estamos felices mi pareja y yo, el chaval, todo el mundo...». Y es que el defensa asegura que «nunca había estado en un club tan importante». Alves se lo toma un poco a broma, pero realmente vive una especie de sueño. «Estar aquí es un orgullo. Me acuerdo cuando era pequeño y jugaba a la play y me acuerdo que el Racing estaba ahí». Ahora él es uno de ellos. De lo jugadores que defienden la camiseta «de este club tan histórico».
Su rendimiento le hace tan indiscutible en el equipo que desde hace unas cuantas jornadas juega infiltrado para superar un esguince del que ha recaído «tres veces, la última en el partido ante el Andorra. En la última jugada». Ayer saltó al campo, pero la última parte del entrenamiento no la completó. «Estaba pactado, por precaución, para no asumir riesgos».
Su buena marcha contribuye a la «buena racha que lleva el equipo». Sin embargo, Alves advierte de que «ahora ya estamos cerca de la posición décima, pero también del descenso». Por eso señala el partido ante el Málaga «como muy importante y en el que intentaremos que no se acerquen». Esa es la premisa. Mantener la distancia con el abismo.
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