Las montañas de Cantabria pierden un 4% de la extensión de nieve cada año
Investigadores de la Universidad de León alertan de los efectos del cambio climático, más acusados en zonas como Peña Sagra, Peña Prieta, Peña Labra y Lunada
Que cada vez nieva menos es una realidad que se vive en muchas poblaciones de la montaña cántabra. Año tras año, los días de gorro, ... guantes y pala son menos. Un estudio firmado por Adrián Melón-Nava y Amelia Gómez-Villar, del grupo Geopat (Geomorfología, Paisaje y Territorio) de la Universidad de León, publicado recientemente en la revista 'Cuadernos de Investigación Geográfica', confirma una tendencia regresiva en la extensión, duración y persistencia de la nieve, especialmente en zonas por encima de los 1.500 metros de altitud y en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica. Acotando los datos a Cantabria, la tendencia es parecida. Concreta Melón-Nava que «hemos observado un descenso de un 4% al año» de la superficie nival. Esta bajada se acusa especialmente en zonas como Peña Sagra, Peña Labra, Lunada y Peña Prieta, «que son las que más nieve suelen tener».
Según la publicación, en toda la cordillera Cantábrica la extensión nevada desciende un 10 %por década, cifra que es algo más acusada en algunas zonas de Cantabria. En la cuenca del Saja, por ejemplo, la media de esta pérdida es del 12%. Sin embargo, explica el investigador que «en Picos de Europa las tendencias son más moderadas y no está habiendo un cambio tan fuerte en las cotas más altas».
Las claves
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Extensión La superficie nevada desciende de media un 10% interanual cada década en la Cordillera
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Duración Las tempordas terminan antes y el deshielo se adelanta hasta 8 días por década en las zonas altas
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En primavera El adelantamiento de las escorrentías de los ríos unido a las lluvias podría causar inundaciones
Fuera de la región, destaca la reducción de hasta el 16% por década en la extensión de la nieve en el invierno en algunas cuencas, como Omaña, Alto Sil, Luna o Carrión. En primavera, las pérdidas superan el 2,4% por década por encima de los 2.000 metros. Además, la duración de la cubierta nival más persistente ha disminuido hasta ocho días por década en las zonas más altas, afectando directamente a las estaciones de esquí y al turismo de invierno. Una de las características de la estación de esquí de Alto Campoo es la variabilidad, «no solo interanual sino en una misma temporada», dice Melón-Nava. «Estamos observando mayor inestabilidad de las cubiertas de nieve porque, aunque las precipitaciones son estables, hay más temperatura, sobre todo en invierno, y más lluvia».
Uno de los efectos que más preocupa a los investigadores de los datos recabados es el probable aumento de las inundaciones. Adrián Melón-Nava apunta a otro estudio realizado por un compañero, Alfonso Pisabarro, que indica un adelantamiento de las escorrentías de los ríos porque la nieve se funde antes. «Puede ser problemático si el deshielo se une a la lluvia, lo que podría causar inundaciones, sobre todo en la cuenca del Híjar», advierte. Además, recuerda Melón-Nava, «la nieve tiene mucha importancia en los aportes del embalse del Ebro, y estos años ha habido mucho déficit, sobre todo en la temporada 2023-24».
Sobre Alto Campoo
En cuanto a los efectos de estos cambios climáticos sobre AltoCampoo, explica el científico que está observando una mayor inestabilidad de las cubiertas de nieve porque en invierno las temperaturas son más altas y nieva menos, pero llueve más. «Eso es muy problemático para las estaciones de esquí porque se observan menos heladas y más lluvia, lo que acorta la temporada y lleva a depender de la nieve artificial». Explica finalmente que en general en Cantabria, «los datos arrojan resultados muy parecidos a los del resto de la cordillera Cantábrica, tanto en otoño como en invierno, pero muy variables en primavera». En este sentido, concreta que en la región el deshielo sucede antes que en otras zonas vecinas y la superficie nevada es menor durante la primavera que en el resto del territorio.
Para realizar este estudio, los investigadores han analizado más de 14.000 imágenes satelitales entre los años 2000 y 2024 para evaluar la evolución de la cubierta nival en 36 cuencas hidrográficas de la cordillera Cantábrica, utilizando herramientas de análisis geoespacial como Google Earth Engine combinando datos de los satélites MODIS, Landsat y Sentinel-2.
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