«La IA no es un capricho, es competitividad»
Gestores, académicos y responsables públicos inauguraron el tercer módulo del programa para directivos de la UC con un debate sobre la inteligencia artificial
En apenas dos meses, ChatGPT alcanzó los 100 millones de usuarios. WhatsApp tardó 40 meses y el teléfono móvil, 190. El dato, recordado en Santander ... durante el Open Day del Programa Ejecutivo de Gestión Directiva (PEGD), sirvió para abrir el tercer módulo de este curso de la Universidad de Cantabria, dedicado a la transformación digital y la inteligencia artificial. La jornada arrancó con las intervenciones del decano de Económicas, Jesús Collado; el vicerrector de Transformación Universitaria, Gabriel Moncalián; y la directora general de Universidades, Marta Pascual, que coincidieron en destacar la necesidad de una formación continua en un mundo donde la tecnología cambia a una velocidad vertiginosa. El catedrático Ramón Agüero presentó los contenidos del nuevo módulo y lo resumió con una advertencia: «En 2019 el plan estratégico de Cantabria no mencionaba ni una sola vez la IA; hoy es imposible imaginar un proyecto sin ella».
Tras la apertura, el foco se puso en la mesa redonda moderada por Mónica San José, vicepresidenta de ventas de Perry Ellis International, con tres ponentes cántabros de referencia: Javier Puente, director general de Innovación del Gobierno de Cantabria; Alberto Martínez, director general de Mutua Montañesa; e Iliana Soler, directora general de Wolgrid Spain. «La inteligencia artificial no es un capricho. Es competitividad», resumió esta.
Puente advirtió de la brecha que aún existe en la sociedad: «Mucha gente se está quedando atrás. Mis padres tienen dificultades hasta para hacer una gestión con el banco. Eso demuestra que no todo el mundo vive en el mismo mundo digital». También señaló los dilemas éticos como que «China puede tener una ética, Estados Unidos otra y Europa otra. No hay una única solución».
Martínez defendió que más que hablar de transformación digital hay que hablar de «disrupción continua» y recordó que el éxito depende de las personas: «La velocidad de implantación no depende de la inversión, sino de la capacidad de los equipos para asimilar la tecnología. Si la perciben como una amenaza, la innovación se frena». En el ámbito de la salud, añadió, los datos clínicos son un terreno especialmente sensible y podrían usarse para perfilar pacientes y fijar precios discriminatorios en los seguros: «Sería inaceptable».
Soler, por su parte, fue contundente: «Pensamos que vivimos en un mundo digital porque todo el mundo tiene un smartphone, pero los procesos complejos de la mayoría de empresas y administraciones siguen funcionando como hace años». Para ella, la verdadera transformación exige atacar la raíz: «Una empresa no existe para aplicar tecnologías, sino para obtener resultados. La IA se implantará donde genere valor y ahorro de costes. Lo demás desaparecerá como humo». El consenso final fue claro, Cantabria necesita más talento cualificado, una colaboración público-privada real y un cambio cultural que acompañe mano a mano a la innovación.
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