La incógnita de un Irán sin Jamenei
No hay una alternativa clara para el régimen de los ayatolás, un sistema que lleva 46 años en pie y cuya oposición exterior carece de fuerza
Benjamín Netanyahu lanzó su guerra contra Irán con el argumento de la amenaza nuclear, pero una semana después el objetivo del primer ministro de Israel ... es derrocar al régimen de los ayatolás. Un sistema que lleva en vigor 46 años y cuyo máximo responsable es Alí Jamenei, religioso de 86 años que ocupa el puesto de Líder Supremo. La Guardia Revolucionaria, cuerpo creado por Jomeini para defender los valores revolucionarios y que se ha convertido en una especie de Estado dentro del Estado, ha tomado las riendas de la defensa del país en un momento en el que la supervivencia de la república islámica está en juego. Las autoridades apelan al factor nacional para mantener la unidad en torno a la bandera y superar las graves diferencias internas.
Los ejemplos recientes de intervenciones militares exteriores para cambiar regímenes en la región han acabado mal. Estados Unidos invadió Afganistán y derrocó a los talibanes, pero dos décadas y miles de muertos después, negoció el regreso de los islamistas radicales al poder. La caída de Sadam Husein en Irak sembró el terreno para el nacimiento del grupo yihadista Estado Islámico y la operación de la OTAN para acabar con Moamar Gadafi partió Libia y provocó un baño de sangre.
«A medida que logramos nuestro objetivo también estamos despejando el camino para que alcancéis su libertad», dijo Netanyahu a los iraníes en uno de sus discursos para justificar esta guerra que deja cientos de muertos en este país, la mayoría civiles, en la primera semana de enfrentamientos. No se puede cambiar un sistema desde el aire, se necesita tener presencia sobre el terreno y las opciones no son sencillas porque el régimen es experto en la lucha irregular y, pese a la fuerte división interna, atesora millones de seguidores. Ahora, además, cuenta con un pueblo herido por los bombardeos israelíes.
«El mayor error hoy es buscar un cambio de régimen en Irán por medios militares porque eso conduciría al caos», advirtió el presidente francés, Emmanuel Macron, esta misma semana al final de la cumbre del G7 en Canadá. Las palabras del inquilino del Elíseo no tienen fuerza alguna en los oídos de Netanyahu.
Represión de protestas
En el interior de Irán no son ilegales los partidos de oposición al sistema o algo que se le parezca. Quien da un paso en esa dirección es encerrado y las protestas han sido siempre duramente reprimidas. Hay diferentes corrientes, como la reformista y la conservadora, pero siempre dentro de los márgenes del régimen islámico.
Una de las grandes ventajas que tiene el régimen persa es que la oposición en el exterior está fragmentada y no goza de mucha popularidad en las calles. Las cabezas visibles son Reza Pahlavi, residente en Estados Unidos e hijo del derrocado sha Mohammad Reza Pahlavi, y Maryam Rajavi, presidenta del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán, con sede en París y brazo político de la Organización de los Muyahidines del Pueblo. El sha, que abandonó el país cuando tenía 17 años, aparece cada día en los medios para respaldar los bombardeos israelíes, habla de democracia para el territorio del que salió y aboga por celebrar un referéndum nacional tras el derrocamiento de Jamenei. Esos aplausos y su afinidad a Tel Aviv cuando mueren civiles cada día le han acarreado fuertes críticas.
Los cambios de sistema en otras zonas de la región como Afganistán, Libia o Irak han resultado fallidos
Reza Pahlavi, hijo del derrocado sha, no genera simpatía por su respaldo a los bombardeos israelíes
La Organización de los Muyahidines del Pueblo, nacida en los años sesenta como grupo islamista y socialista, tiene un pasado oscuro por su colaboración con Sadam Husein en la guerra de la década de los ochenta y la sombra de su trabajo reciente con el Mossad para llevar a cabo atentados en Teherán. Su líder, Rajavi, se presenta como opción para liderar el cambio y ha declarado que «la única solución viable sigue siendo el derrocamiento de este régimen por parte del pueblo de Irán y la resistencia iraní». Una alternativa armada sin carisma en Irán.
Como sus vecinos
Ante la falta de consistencia de los movimientos antirrégimen en el exterior, algunos expertos apuntan a la posibilidad de una corriente interna, dirigida más a una especie de transición con un cambio de estrategia nacional. «No es probable que se trate de un cambio de sistema, como suele imaginarse, una rápida sustitución de la república islámica por una democracia (…) En esta transformación, Irán pasará de ser un actor ideológico a un Estado autoritario centrado en intereses. Buscará el desarrollo económico, no la exportación de su revolución. Intentará comerciar con Occidente, no combatirlo. Estará liderado por oligarcas y generales, no por clérigos e ideólogos. En resumen, se asemejará a la mayoría de sus vecinos del mundo árabe» opina Arash Azizi, investigador visitante del Centro Frederick S. Pardee de Boston, en su último artículo para la revista 'Foreign Policy'.
Hay quien aboga por desmembrar el país, con partes para iraníes y otras para grupos minoritarios
Este proceso de cambio interno lleva años en marcha y, en la lucha por la sucesión del veterano Líder Supremo, quienes presentan ventaja son los partidarios de una visión más pragmática y menos revolucionaria que él. Más iraní y menos regional. Un cambio que podría llegar incluso en forma de golpe desde dentro de la propia cúpula de poder.
En Israel no han presentado un plan claro de futuro, pero desde el diario 'The Jerusalem Post' se planteó la posibilidad de desmembrar Irán para evitar que vuelva a convertirse en una amenaza. Pidieron a Netanyahu que convierta al país en un sistema federal, con diferentes partes para persas, que representan el 50% de la población, y los grupos minoritarios que conforman los azeríes, turcos, kurdos, árabes y baluchíes. Una aplicación del divide y vencerás que los hebreos manejan con destreza.
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