Feijóo tarda un año en resolver el cabo suelto de Mazón
El líder nacional del PP pacta con su barón valenciano la sucesión tras doce meses de idas y venidas y con sombras sobre su paradero durante la tragedia
A finales de febrero, cuando tuvo que reconocer, cuatro meses después de la feroz dana que arrasó Valencia, que había llegado al Cecopi 17 minutos ... después de enviada la alerta que ya se lanzó, a todas luces, fatalmente tarde y tras haberse destapado que había consumido buen parte de la tarde comiendo con la periodista Maribel Vilaplana en El Ventorro, Carlos Mazón parecía un dirigente sentenciado. Alberto Núñez Feijóo, cuyo enfado los suyos daban por descontado aquellos días, trataba de levantar un dique de contención frente a la otra riada -la política, con la contestación ya en las calles a la gestión de su barón en la Comunidad Valenciana- admitiendo que éste no había estado «a la altura» y sometiéndolo a la prueba del algodón de la reconstrucción, aunque sin dejar de cargar, al tiempo, contra la administración que el Gobierno de Pedro Sánchez hizo del desastre. El problema para el líder del PP es que Mazón incurría en error tras error, afanado en responder a cualquier crítica que le salía al paso pero con una cadena de versiones contradictorias sobre dónde estuvo, cuándo y qué hizo aquel fatídico 29 de octubre de 2024. Una opacidad que circulaba paralela al esfuerzo ya de la instructora de Catarroja por trazar el relato judicial de los hechos.
Mazón, sin embargo, sorteó aquel trance crítico y llegó al primer aniversario de la peor catástrofe natural sufrida por España en el siglo al timón de la Generalitat, pero sin que menguase el reproche de las víctimas y de miles de sus conciudadanos a sus lagunas en la jornada en que su comunidad más necesitaba un liderazgo nítido; un cuestionamiento traslucido el miércoles pasado en el funeral de Estado presidido por los Reyes donde las víctimas profirieron gritos en su contra de «asesino», «traidor» y «rata cobarde» mientras exigían su dimisión. De todo fue testigo en primera persona el líder nacional del PP y parte de la cúpula del partido.
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Feijóo ya había marcado distancias con su barón autonómico la víspera asegurando que tendría que dar «todas las respuestas que sean necesarias» en las comisiones de investigación parlamentaria constituidas en el Congreso, Senado y en Les Corts para fiscalizar la tragedia, después de conocerse un nuevo cambio de versión respecto a su paradero durante las fatídicas inundaciones. En estos meses, el líder de los populares ha pasado de casi orillar a Mazón a modo de cortafuegos, a fin de evitar que su cuestionamiento se convirtiera en el cuestionamiento del conjunto del PP para gestionar un desastre de esta envergadura, a celebrar su plan para la reconstrucción, felicitarse de que sacara adelante los Presupuestos aun a costa de ceder en cuestiones sensibles ante Vox y sacarlo del destierro en el congreso nacional del partido del pasado julio.
Pero la crudeza de los gritos en el homenaje de Estado encabezado por los Reyes marcó el punto de inflexión que activó la cuenta atrás para la salida definitiva de Mazón de la Generalitat Valenciana. En un momento, además, en el que la jueza de Catarroja está estrechando el cerco sobre él con citaciones como la de este lunes en calidad de testigo a Maribel Vilaplana, la periodista que comió con el jefe del Consell en El Ventorro, el detonante de la pesadilla para éste.
El president anunció tras escuchar en vivo y directo los improperios de los damnificados que se sumía en una «reflexión algo más profunda» sobre su situación política y personal y que ofrecería explicaciones en los próximos días. En el PP se multiplicaron las voces que pedían que se acelerase el recambio o, al menos, que Mazón tuviese el gesto de anunciar que no sería el candidato con el fin de calmar las aguas, dentro y fuera del partido, ante el temor de que la pesistencia del barón valenciano lastre el liderazgo de Feijóo y su carrera hacia La Moncloa.
El desafío del PPCV
Toda esa presión llevó a la cúpula del PPCV a adelantarse y airear la reunión que mantuvieron el pasado viernes con el fin de plantear un órdago a Madrid con el presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, como su apuesta para sustituir a Mazón al frente del partido autonómico y como candidato a unas futuras elecciones. Una estrategia orquestada, que muchos califican de precipitada y atropellada, y que puede quemar a Mompó antes de tiempo, pero con la que los populares valencianos intentan frenar una imposición de Génova. Según los estatutos del partido, la decisión de quién será el candidato es exclusivamente del presidente nacional.
En la cúpula del PP no ha gustado nada el desafío con el que el partido en la Comunidad Valenciana intenta cerrar el paso a la alcaldesa María José Catalá como futura cabeza de cartel electoral, una opción por la que siempre se ha inclinado Feijóo. Este domingo desde la dirección nacional se elevaba la presión al anticipar, por boca de la vicesecretaria Cuca Gamarra, que el líder nacional y el presidente valenciano iban a conversar a lo largo del día.
No fueron una sino varias las conversaciones que mantuvieron ambos dirigentes y ha sido el propio Mazón el que ha informado hoy del pacto forjado para intentar encauzar la crisis abierta a raíz de la gestión de la dana y resuelva la incógnita de cómo se ejecutará la sucesión. El hasta ahora líder de la Comunidad Valenciana ha informado de que da un paso atrás y deja el cargo, aunque será en diferido hasta que su partido y el PP pacten el relevo. Respecto a lo que ocurrirá en el futuro, ha asegurado que ha llegado al límite de sus fuerzas -«Ya no puedo más», ha aseverado en su comparecencia de esta mañana, y que «el futuro president será capaz de seguir con fuerza» las tareas de reconstrucción.
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