Gerardo, un hombre generoso, un romántico de la amistad
Arturo Girón
Viernes, 29 de agosto 2025, 02:00
Dicen que cuando vas a morir ves en unos segundos la película de tu vida. Puede que sea cierto, porque cierto es que a mí me ha pasado con tu muerte inesperada. Y no sé si será una explicación muy científica, pero cuando alguien como tú ha sido tu amigo del alma desde hace tantos años -mi mejor amigo, mi hermano-, y se va así, sin avisar, de esa forma tan de repente y absurda, no dejan de pasar por mi cabeza escenas y fotogramas de toda mi vida.
Te veo constantemente con ese gesto que tuviste siempre de apretarse la nariz, oigo esa risita que era igual que la de tu padre, Gabriel; me vienen a la cabeza tus despistes o cómo te presentaste en casa con cinco burros, como si fuese algo de lo más normal, y aquí siguen.
Recuerdo cuando llegaste de Ruiloba al Modesto Tapia, y a partir de ahí fuimos inseparables; cómo tu familia fue poco a poco siendo mi propia familia; cómo tus amigos se convirtieron en mis mejores amigos. Y así hasta esa trágica caída.
Volvíamos de fiesta caminando hasta la casa de las escuelas en Ruiloba, luego llegó tu vespa y yo de paquete, poco después el mini rojo. Subimos juntos por primera vez en avión rumbo a un curso de francés en París que nos sirvió a mí de poco y a ti de nada. La universidad nos separó. Tú a Oviedo y yo a Madrid, pero la distancia hasta nos hizo más amigos y fuimos incorporando grandes compañeros de vida, como Domínguez o Toñín. Vinieron los años del colegio Mendel en Madrid con Luis Pérez, Chema, Pedreira, Juan Claudio y ese Manolo Tuero, que es un grande de tamaño y de corazón. Las noches en el Cock, los domingos en casa de las tías.
Y vuelta a Santander, a casa, a la empresa de la familia. Nadie que yo conozca no tiene un mueble o un colchón de Cosgui. Lo mismo nos ponías una mesa en Mallorca, que un armario o un sofá en Madrid o Asturias. Ese mismo cariño supiste trasmitirlo a los empleados, que para mí son también buenos amigos. Gabino, Felipe, Ana..., gracias.
Decía en las emotivas palabras de tu despedida el hermano Jaime que has sido un romántico de la amistad y que teníamos que agradecerte haber estado en nuestras vidas, y no puedo estar más de acuerdo. Has sido un hombre que no has sabido enfadarte, ni hacer enemigos, siempre tranquilo, de buen rollo; un amigo de una forma entregada, generosa, sincera, sin esperar nada.
Cuando se me pase el cabrero que tengo contigo por haberte ido de mi vida de esta forma, cuando recupere la energía que te has llevado, entonces empezaré a quererte aún más por haber hecho que mi vida, la de Adrián, el tercer mosquetero, y la del resto de tus amigos y familia haya sido mucho mejor.
Ahora que no estás, tendremos que inventarte.
Arturo Girón, amigo de Gerardo Guijarro González.