Entonando el 'mea culpa'
Iba con los alumnos del colegio a ensayar la ceremonia de la Confirmación. Mi sorpresa fue que el maestro de ceremonias era un viejo conocido ... de cuyo nombre no quiero acordarme, por eso, no diré si era Berto, Roberto o Norberto. Después del primer saludo, se dirigió a los jóvenes con un relato calculado, meditado, preparado, cómo si aquella comedia la hubiera hecho muchas veces. Les dijo de todo, o cómo dice el anuncio, «casi de todo». Se quejó de que no contestaban, les pregunto irónicamente si iban a misa, dudó de que alguno se hubiera confesado antes de la Confirmación.
Señaló que estaba por decir cuatro tacos, que por respeto al lugar no profirió. Siguió la prohibición de mascar chicles, mandar a las chicas que vinieran con traje pantalón para la ceremonia y acabó amenazando de decir al Pastor de la diócesis el panorama que presentaban los aspirantes. Vinieron a mi mente los recuerdos del párroco de mi infancia, y me dije, ¡qué poco han cambiado algunos! Siguen creyendo que «la letra con sangre entra». Que a fuerza de denigrar, poner en solfa a los fieles, van a conseguir algo.
Era una oportunidad para acoger a los jóvenes, para darles las gracias por su valentía, para comunicarles que Jesús merece la pena, que les necesitamos… Es muy triste, unos queremos atraer los jóvenes hacía Jesús, y otros se empeñan en maltratarlos y echarlos. Entonces pensé, ¡si el Papa supiera que el enemigo lo tiene en la propia casa! La verdad, es que algunos de nosotros, empezando por los Norbertos, Robertos o Bertos de turno, en lugar 'de oler a oveja', seguimos siendo unos auténticos borregos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.