Unidad central operativa
Es pensar en su nombre y que me venga aquello de «la que has liado, pollito». En un país en el que no buscamos la ... verdad, sino saber a quién culpar y tener claro quiénes son los buenos y malos, la UCO nos lo está poniendo complicado. Sus embates a diestro y siniestro, sin preferencias o inquinas contra cualquier color en la paleta política, nos da el consuelo de que hay alguien independiente velando por el Estado de Derecho. Pero también nos hace vivir en el descreimiento. En la abulia política.
Lo que está saliendo a la luz ya nos hace sospechar de todo y de todos. Pero precisamente, podría también ser una herramienta para paliar nuestra excesiva polarización. Oímos tanto en prensa como en las tribunas que esto va de bandos. Que esto va de que el otro siempre es peor.
Pero la realidad revelada nos impetra ahora a reconocer que esto no va de buenos y malos, sino de lo que está bien o mal. El mal o la corrupción no saben tanto de bandos como de personas. Nos equivocamos si pensamos que un grupo, un equipo, o un partido, son 'los buenos' siempre. Evidentemente, también nos equivocaríamos si extrapolásemos el mal de uno a todos, pero es a lo que nos abocan los propios partidos: que piden aislar casos en el bando propio y extrapolarlos en el ajeno.
Tenemos que reflexionar sobre si el mal y la corrupción se han visto empoderadas en un país donde el caradurismo ha tenido como caldo de cultivo la complicidad o la admiración hacia quien consigue algo con atajos o zorrerías. Pero no podemos dejarnos llevar por el odio hacia nadie. Esto, sobre todo, debería servirnos para hacer examen nosotros mismos. Y mejorar: usted y yo. Así… habrá dos caraduras menos en el mundo.
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