Democracia imperfecta
Creo que no es necesario recordar, pero sí que procede en este caso, el origen de la democracia; todos sabemos que nació en Grecia, hace ... unos 2.500 años, de la mano de Clístenes, primeramente, y consolidada con Pericles, 50 años después. Democracia significa el gobierno del pueblo por el pueblo y en esto es en donde nuestra democracia, esa que tanto ponen en boca nuestros políticos, no tiene nada que ver con la que se fraguó en su inicio y en donde lo que se pretendía era restar poder a aquellos que abusaban de él; así de sencillo.
Hay singulares diferencias entre la democracia griega original y la actual, pero me voy a centrar, sobre todo, en dos de ellas. La primera es que los gobernantes, llamados magistrados entonces, solo podían ejercer su poder durante un año y, además, no podían repetir posteriormente (era una excelente manera de garantizar la transformación, que la ciencia ha detectado, que se produce en toda persona que ejerce el poder durante demasiado tiempo). El segundo aspecto diferencial es que existían unas figuras denominadas 'logistas' y 'eutinos' que ejercían de controladores, de tal modo que, al final del mandato del magistrado, tenían que someterse a un tribunal, al que debían rendir cuentas de su gobierno. Por cierto, en sus campañas para ser elegidos, los magistrados debían de cumplir lo prometido y si no lo hacían eran sancionados y apartados del poder.
¿Cuál es la diferencia esencial en los tiempos actuales, sobre todo en nuestro país? Pues que un político se puede permitir el lujo de prometer y garantizar, en campaña electoral, todo lo que llegue a imaginar que pueda cautivar el voto de sus adscritos y luego, simplemente, no cumplir o incumplir con lo prometido, haciendo justamente lo contrario porque, las circunstancias, en su propio beneficio, así lo aconsejen.
Si el genio de la lámpara me ofreciera ahora mismo tres deseos que afectaran a la gobernanza de mi país pediría: Democracia real, con gobiernos de seis años de duración (para poder ejecutar planes a medio plazo), sometidos a revisión anual por parte de un comité de sabios, independiente, que pudiera destituir al gobernante que no cumpliera o incumpliera lo prometido. Pediría que, después de las elecciones, se dejara de hacer política para hacer gobierno, aportando tranquilidad mediática a la ciudadanía en sus afanes y quehaceres diarios. Y, finalmente, pediría que todos los cargos políticos de gobernantes fueran voluntarios, sin remuneración, sin interés alguno y que pudieran ganarse las habichuelas con sus respectivos trabajos y desempeños, dejando que la administración pública se ejerciera única y exclusivamente por funcionarios de carrera. Seguramente esta situación no sería perfecta, pero seguro que sería bastante menos imperfecta que la que vivimos en los tiempos presentes.
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