Dejar de matar en Gaza
La presión mundial debe forzar a Israel a acordar ya un alto el fuego permanente y abrir los pasos para que entre ayuda sin control militar
Los atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023, en los que los terroristas asesinaron a 1.200 personas y capturaron a dos centenares ... de rehenes, se esgrimen todavía hoy por Benjamin Netanyahu y sus patrocinadores internacionales como justificación para la destrucción sistemática del territorio palestino de Gaza. Más de 650 días después, Tel Aviv no solo no ha logrado los objetivos alegados para la brutal represalia –liberar a los cautivos y terminar con el poder de los islamistas–, sino que continúa abonado al bombardeo constante de dos millones de personas, sus infraestructuras civiles y medios de subsistencia. El atacante solo recuperó a secuestrados en momentos de tregua, que violó una y otra vez. Y el bloqueo total de la Franja que decretó después del último alto el fuego, hace cuatro meses, ha derivado en una hambruna absolutamente previsible. El fin de la impunidad algún día permitirá conocer si también deliberada.
Las víctimas mortales en 21 meses de matanza superan las 60.000. El mismo escrúpulo que cuestiona las cifras de los líderes de Hamás puede aplicarse cuando Israel sostiene que 27.000 de los fallecidos eran combatientes. El asesinato de cientos de trabajadores sanitarios, cooperantes y periodistas no solo supone su pérdida irreparable; contribuye al actual horror de los civiles abandonados al hambre, la sed y una agonizante asistencia médica, entre hospitales destruidos y amputaciones sin anestesia. El 27 de mayo, con la excusa de impedir la rapiña de Hamás, Israel y EE UU arrebataron la distribución de alimentos y medicinas a las agencias de la ONU en favor de un nuevo y siniestro actor, la Gaza Humanitarian Foundation (GHF). Esta forma de socorro privatizado, custodiado por el ejército de ocupación y mercenarios, ha matado a tiros a un millar de palestinos mientras acudían a recibir un suministro incierto.
El sacrosanto «derecho a la defensa» de Israel se desmorona ante bebés famélicos y ancianos que caen muertos en las colas del hambre. Es hora de que los gobiernos de todo el mundo traduzcan el clamor de sus ciudadanos –tambien israelíes, muy pocos– en una presión efectiva para que Netanyahu acuerde un alto el fuego inmediato y permanente. Acompañado de la apertura de los pasos fronterizos en los que aguarda ayuda de Naciones Unidas para al menos tres meses. Libres de hostigamiento militar, profesionales de la asistencia sin sospecha de ánimo lucrativo deben repartir los cargamentos.
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