Europa, sin brío histórico
La UE está condenada a la zozobra en un escenario dominado por líderes internacionales nada inclinados a gobernar con miramientos
La conjunción de la invasión rusa de Ucrania –la primera guerra en la periferia de la UE tras un siglo XX atroz en el viejo ... continente–, el muy disruptivo segundo mandato de Donald Trump al frente de Estados Unidos y la determinación del Gobierno israelí de Benjamín Netanyahu de establecer un «nuevo orden» en Oriente Medio sobre el argumento de acabar con Hamás arrasando Gaza sin piedad ha sumergido a la Unión Europea en un terreno cenagoso del que no consigue salir con una posición propia. Que es tanto como decir una posición compacta de poder que le permita proyectarse en este vértigo internacional como un actor ineludible aferrado a sus valores fundacionales: la apuesta por la democracia y los derechos humanos, la ambición de un amplio bienestar cimentado en el humanismo y el despliegue de una diplomacia articulada sobre el respeto al Derecho Internacional. Hace años que las dinámicas internas vienen forzando las costuras del mejor proyecto comunitario. Y esa paulatina fragilidad, los delicados equilibrios endógenos y la sujeción a protocolos de actuación tasados y previsibles se han convertido en terreno abonado para la zozobra cuando el escenario bascula en torno a líderes de distinta índole nada inclinados a gobernar con miramientos.
Los drones rusos sobrevolando Polonia permiten a Vladímir Putin testar hasta dónde es capaz de aguantar la frívola disuasión ensayada por Trump en Alaska y someter a un test de estrés a la OTAN y, en especial, a los europeos que viven pegados a sus fronteras. La incursión en el espacio aéreo polaco atemoriza a una UE que brega no tanto con los porcentajes que debe alcanzar su refuerzo en defensa, sino, especialmente, con una arraigada cultura política y social reacia al rearme y alérgica a hacerse cargo de su propio escudo ante amenazas exógenas. Y las disensiones afloradas ayer en el Europarlamento –también entre los diputados españoles de todo color ideológico–, en torno a la medida resolución que avala la propuesta de Ursula von der Leyen de suspender el pacto comercial con Israel, reflejan los escollos para labrar una respuesta cohesionada que denuncie la barbarie del Ejecutivo de Tel Aviv sin dar munición retórica a Hamás. La herida europea supura por la limitada 'auctoritas' de Von der Leyen. Pero, sobre todo, por la incapacidad colectiva para anticipar escenarios, hacerse fuerte en las potencialidades y blindar las bondades irrenunciables del proyecto común. Para evitar ir a remolque, la cadena a la que parece atada esta UE que precisa otro brío histórico.
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