Educar de 0 a 3 años
Si repasamos las claves de la puesta en marcha de las aulas de 2 años, vemos que la primera y más importante de ellas es el modelo educativo, público y gratuito, que la sustenta
Este curso escolar se cumplen 20 años desde la creación de las primeras aulas de 2 años en la escuela pública de Cantabria; sin duda, ... un gran hito para la educación y para la sociedad en general.
Sabemos que la memoria es frágil y el transcurso irreparable del tiempo no siempre contribuye a mantener o mejorar la esencia de las ideas o proyectos. Por eso, hemos creído conveniente refrescar la memoria y revivir las claves de aquella experiencia, pionera en España, sobre cuya relevancia no existe hoy ninguna duda.
La experiencia, el análisis y la reflexión tras los años transcurridos han conseguido ponernos de acuerdo sobre algunas claves del éxito de esta medida que logró, en cuatro cursos, pasar de 0 a 140 aulas, distribuidas por toda la comunidad; alcanzando la tasa de escolarización más alta en España y superando, con creces, el objetivo marcado por la Unión Europea. Todo ello a pesar de que tuvo que superar dificultades de diferente índole; entre ellas, la inicial resistencia de algunos colectivos educativos.
Si repasamos las claves de la puesta en marcha de las aulas de 2 años, vemos que la primera y más importante de ellas es el modelo educativo, público y gratuito, que la sustenta; un modelo que contribuye enormemente a la compensación de desigualdades, y que se basa en la certeza de que la educación temprana no solo debe atender el bienestar físico, sino que también debe propiciar el desarrollo de habilidades cognitivas, emocionales y sociales; influyendo así significativamente en el rendimiento educativo posterior.
Esta creencia en el pleno valor educativo del ciclo 0/3 años, superando el concepto asistencial y de conciliación, dio lugar a una segunda clave; un modelo de intervención más holístico y global que propició otras decisiones, innovadoras y pioneras también, como el trabajo estrechamente coordinado de la pareja educativa formada por docente y técnico superior de Educación Infantil; dos profesionales en el aula, con formaciones diferentes, complementarias y necesarias, para contribuir al desarrollo integral de cada niño y cada niña.
La convicción de que el trabajo compartido aporta un gran valor a los procesos educativos es la tercera clave. Una labor compartida entre maestras, técnicos superiores de Educación Infantil, equipos directivos, profesorado de la Facultad de Educación y Ayuntamientos. La participación, igualmente, de expertos y expertas en la atención a este ciclo y de la administración educativa del momento, así como la participación de las familias enriqueció el modelo y mejoró su organización.
La escucha a las familias, el acompañamiento institucional, así como la formación de las educadoras en seminarios permanentes y horizontales en los que intercambiar experiencias y vivencias contribuyeron de manera importante a crear comunidad, a tejer redes, a legislar de manera más informada para construir espacios seguros y adaptados a las necesidades de este alumnado; en definitiva, ayudaron a ir superando las dificultades y a mejorar.
El fuerte respaldo institucional a la identidad propia de este ciclo supone la cuarta clave. Un respaldo para resaltar la importancia, especificidad, riqueza y complejidad del primer ciclo de Educación Infantil, cuya manifestación más visible se recogió en el libro Educar a los dos años, editado por la Consejería de Educación en el año 2006. Pero a pesar del gran avance que supusieron las aulas de 2 años, el primer ciclo de Educación Infantil, de 0 a 3 años, es un reto pendiente para el sistema educativo y para la sociedad de Cantabria. Un reto que comenzó a abordarse con gran impulso en 2004, como se ha explicado, pero que ha tenido un desarrollo y crecimiento irregular y errático en los últimos años. No debe obviarse que, ya en el presupuesto de 2016, aparecieron las primeras partidas para la creación de aulas de 1 año. Siete años más tarde, la realidad de las mismas es pírrica; más aún si la comparamos con el auge e impulso con que se extendieron las aulas de 2 años.
Existen hoy factores que pueden ser magníficas oportunidades para esta necesaria y urgente expansión. Destacamos, entre otros, el descenso de la natalidad; la aprobación de la LOMLOE, que recoge entre sus objetivos la universalización de este ciclo; y las ayudas europeas, dentro de los fondos Next Generation, destinadas a las comunidades autónomas para el incremento del número de plazas en este ciclo.
Para convertir estas oportunidades en fortalezas, es necesario creer firmemente en el valor educativo del ciclo 0-3 años, apostar por él sin reservas. Se necesita una implicación a fondo teniendo muy en cuenta el conjunto de claves, aludidas aquí, que hicieron exitosos la implantación y desarrollo de las aulas de 2 años. Se requiere, de manera especial, la escucha activa al conjunto de la comunidad educativa, a todas las personas y colectivos que, poniendo en el centro del debate los derechos y necesidades de la infancia, puedan contribuir al bienestar de los niños y niñas.
Es imprescindible una legislación específica, clara y concreta, que dé coherencia a todo el primer ciclo y que integra este de manera adecuada en el conjunto de la etapa de Educación Infantil. Es indispensable y urgente seguir creciendo con determinación y calidad, pero poniendo en marcha los procesos adecuados; de práctica en las aulas, de formación y trabajo compartido entre profesionales, centros educativos, expertos, etc.; procesos de análisis y evaluación; de colaboración con las familias, con otras instituciones, en especial con los ayuntamientos. Procesos, en síntesis, como los que se llevaron a cabo cuando se pusieron en marcha las aulas de 2 años, tal como se ha comentado.
Garantizar la igualdad de oportunidades a través de una educación temprana de calidad y éxito educativo para todos siempre es la mejor respuesta al presente y futuro de la infancia. Aceptemos como sociedad el compromiso educativo que tenemos y actuemos en consecuencia afianzando así sus derechos.
Yolanda Valle, Ramón Ruiz, Jesús Barriuso, Juan A. Sánchez, Roberto González, Manuel Ceballos, Marta Domingo, Ángel Llano, Fernando Pérez, Conchi Sánchez y Zara Ursuguía.
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