Molleda y los políticos ejemplares
La acumulación de noticias sobre corrupción en los últimos años, tanto en el PSOE como en el PP, ha anestesiado nuestra escala de valores. La ... ejemplaridad que se exigía a los políticos hace treinta años no es, ni de lejos, la que se permite ahora. El caso de Agustín Molleda es el último ejemplo, pero no el único. Que un alcalde con mayoría absoluta convoque un concurso público, elija él mismo a los miembros del jurado, la puntuación se le ajuste como un traje a medida, saque la máxima nota posible y consiga la plaza debería, como mínimo, abrir un debate serio sobre cómo esto puede ser posible. Dice el protagonista que «la línea que separa la ética y lo legal es muy fina». Demasiado en algunas ocasiones, añadiría.
Tanto su partido, el PSOE, como él mismo defienden con uñas y dientes la legalidad del proceso y el derecho de Molleda (y también de su hermana, favorecida en el mismo proceso), como trabajador, a consolidar su plaza aunque sea cargo público. De acuerdo, pero también los ciudadanos estamos obligados a exigir que se cumpla toda la ley, no solo la que más convenga. Por ejemplo, el artículo 23 de la Ley 40/2015 , que establece que toda autoridad debe abstenerse cuando tenga un interés personal en el asunto; o la Ley 7/1985 de Régimen Local, que recuerda que los cargos electos están sujetos a los principios de objetividad e imparcialidad del artículo 103 de la Constitución; o también la Ley 53/1984, que prohibe participar en asuntos en los que se tenga o haya tenido intervención por razón del cargo.
En definitiva, el sentido común y también la ley dictan que el exalcalde de Cartes debió abstenerse del proceso en el que él mismo y su hermana eran los principales beneficiados. Su actuación, según la ley, vulnera el principio de imparcialidad y podría anularse todo el proceso selectivo, abriendo la puerta a responsabilidades.
La necesidad de enumerar y recordar estas leyes, como las decenas que se aprueban cada legislatura, se debe a una preocupante ausencia de políticos ejemplares en nuestra época. Decía Saint-Just, compañero de Robespierre: «Se promulgan demasiadas leyes, pero se dan pocos ejemplos».
Lo acabamos de ver también en Andalucía con el escándalo del cribado de cáncer de mama. El presidente autonómico, Juanma Moreno, del PP, ha cesado a la consejera de Sanidad presionado por las afectadas, sus familiares y, en definitiva, cualquier ciudadano andaluz con espíritu crítico por encima de su ideología. Pero antes de levantar un cordón sanitario con el cese de su consejera, Moreno había faltado el respeto a las pacientes intentando ocultar su fallo en la gestión con una 'luz de gas' de manual: «No les decimos nada para no generarlas ansiedad».
De nuevo, la ausencia de ejemplaridad que nadie ha explicado mejor que el letrado del Consejo de Estado, Javier Gomá: «La confianza es un presupuesto fundamental en la democracia. Para que pueda legítimamente disponer del poder que la política supone, es necesario que ese político sea digno de confianza, es decir, sea fiable. Y para juzgar si una persona es o no fiable, no nos basta con que nos digan que es buen parlamentario, mejor orador, excelente portavoz parlamentario u óptimo gestor; ni siquiera nos basta, curiosamente, con que nos digan que es un buen político».
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