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El sentimiento regional, como acicate para la inversión. Antes, durante y después del viaje institucional a México de la presidenta Sáenz de Buruaga con algunos ... miembros de su Gobierno, el asunto ha sido materia de debate en la clase política y en la conversación ciudadana. Casi siempre con tonos críticos, por parte de la oposición que ejerce su legítima función de control del Ejecutivo, y de los medios y tertulias, con argumentos que van desde el gasto impropio que supone un viaje de placer y/o promoción política hasta los que sostienen que este tipo de contactos bien pueden mantenerse a distancia con los recursos tecnológicos disponibles hoy mediante la transmisión en directo. En medio del ruido, conviene abrir el foco de discusión sobre la trascendencia y las posibilidades de las relaciones del Gobierno autonómico con la colonia cántabra en México.
El episodio anima a revisar la acción exterior de las comunidades, distintas en cada territorio pero ninguna tan ambiciosa como las que practican aquellas autonomías donde impera la pulsión nacionalista, especialmente Cataluña, que sufraga su costosa red de 'embajadas' con el dinero que exprime al Estado.
En Cantabria y en otras regiones, el formato preferente es el de las casas regionales que fundaron los emigrantes mejor situados económicamente para atender en labores de beneficencia a los paisanos menos afortunados. Hace más de un siglo que los cántabros y montañeses radicados en La Habana, Buenos Aires o Ciudad de México impulsaron de esa forma solidaria sus instituciones regionales que hoy son una treintena en España y América.
Otra actividad exterior que ha llevado a cabo el Gobierno de Cantabria son los viajes empresariales para impulsar negocios. Años atrás, por ejemplo, desde la empresa pública Sodercán, más cuando la gestionaba el PSOE que con el PRC, que restringió la política viajera.
En todo caso, las expediciones a China. Canadá, Marruecos o la Europa del Este, por citar algunos destinos aleatorios, no son comparables a los viajes institucionales a México, donde la colonia de Cantabria tiene una impronta numerosa y potente, de importancia creciente desde el siglo XVII, como tienen bien documentado los profesores Rafael Domínguez y Mario Cerutti en su obra 'De la colonia a la globalización. Empresarios cántabros en México' (Editorial de la Universidad de Cantabria, 2006).
Cualquiera que tenga alguna relación con cántabros residentes en México, que en esta región somos casi todos, sabemos cuánto valoran que en su tierra de origen y en sus instituciones se acuerden de ellos y tengan la deferencia de visitarlos, porque ellos a su vez se sienten felices de recibir a sus representantes. El encuentro interesa en las dos direcciones: cabe recordar los acontecimientos que supusieron las visitas a Cantabria del presidente mexicano Vicente Fox, al final de su mandato en 2006, y de Ángel Manuel López Obrador, en 2017, un año antes de asumir el poder en el país azteca.
Sucede, además, que entre los florecientes empresarios de origen cántabro en México no faltará el interés en diversificar sus inversiones: mejor en España que la mayoría de los países, y si puede ser en su tierra cántabra mejor que en otro lado.
Así que el viaje del Gobierno regional cumple con la obligación sentimental de fortalecer los lazos con un núcleo principal de la inmigración histórica y al mismo tiempo explora y alienta nuevas posibilidades de inversión en Cantabria. Naturalmente, esa estrategia requiere –y ahí la oposición hará bien en estar vigilante– que se articulen proyectos viables y atractivos, se ha destacado el interés por el teleférico de Vega de Pas y el Parque de Innovación de Salud, y para ellos u otros que puedan surgir en los ámbitos de la industria, la tecnología, el turismo o los servicios deben garantizarse las condiciones necesarias, desde la disponibilidad de suelo industrial a la eliminación de barreras administrativas y la financiación. En este último capítulo, la presencia del Banco Santander en la agenda mexicana y el pronunciamiento de su presidenta, Ana Botín, son elocuentes sobre el grado de compromiso de la entidad con el objetivo del Gobierno autonómico. Los viajes a México y los encuentros con la colonia cántabra suponen un tiempo y un dinero bien empleados en el aspecto sentimental de hacer región y, ojalá, también en el económico. Con Ignacio Diego, con Miguel Ángel Revilla o con María José Sáenz de Buruaga al frente.
El debate mexicano seguía esta semana mientras el personal hacía la maleta para otra acción exterior: el Día de Cantabria en Fitur, en el que cada año, con cualquier Gobierno, todo el que pinta algo en la región se planta en el acto social de Madrid, tenga o no relación con el turismo. «Hay que estar porque está todo el mundo», es la coartada que se invoca habitualmente. El ritual persiste durante décadas, y a lo mejor tiene un efecto positivo, pero nunca hemos sabido cuántos paquetes turísticos ha vendido Cantabria en Fitur.
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Ana del Castillo
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