Houston: tenemos un problema, con las manufacturas
H ubo una época en la que algunos creían que tener una estructura productiva equilibrada consistía en que los cuatro grandes sectores de actividad se ... repartieran, prácticamente a partes iguales, la generación del PIB. Por fortuna, esa época pasó hace tiempo a mejor vida y ahora se considera de forma generalizada que tal equilibrio productivo se puede obtener, dependiendo de las circunstancias, con aportaciones muy variadas de los distintos sectores. Sean cuales sean estas aportaciones, también existe un amplio consenso acerca del papel preponderante que las manufacturas deben jugar en cualquier economía moderna, papel que se asigna a la misma porque, como norma, esta disfruta de una productividad superior a la media y por su marcada orientación exportadora.
¿Teniendo en cuenta todo esto, cabría decir que la industria manufacturera está desempeñando en la economía española el papel que, creemos, le corresponde? La respuesta a esta pregunta es harto complicada, pues, por un lado, hay algunos factores que apoyarían tal opinión, pero, por otro, hay otros muchos que apuntan en la dirección contraria. Un reciente estudio del IVIE para la Fundación BBVA nos ofrece algunas claves importantes al respecto.
Así, entre los elementos a favor, es preciso reconocer que los dos genéricos arriba mencionados también se manifiestan en nuestro país: en efecto, según muestran las estadísticas pertinentes, no sólo ocurre que la productividad media por hora trabajada en las manufacturas en España está muy por encima de la media nacional, sino que, también, la contribución de las mismas a la exportación es mucho mayor que la correspondiente al resto de sectores productivos tomados en su conjunto.
Aun así, a mi juicio, y apoyándome en el estudio citado, pesan más los elementos en favor de una respuesta negativa. El primero de estos, sin lugar a dudas, es el declive más o menos continuado de las manufacturas en lo que atañe a su aportación tanto al VAB como al empleo: de suponer, respectivamente, el 17,9% del primero y el 17,3% del segundo en el año 2000 han pasado a cifras del 11,8 y 9,9% en el 2024 (Recordemos que el objetivo de la UE-27 es que, en cada país, las manufacturas aporten el 20% del PIB). El segundo de los elementos a tomar en consideración es que, aunque una trayectoria similar a la nuestra se ha producido a escala comunitaria, el peso de las manufacturas en las dos magnitudes mencionadas no sólo ha sido y es muy superior en la UE-27 que en España, sino que, además, la brecha entre ambas zonas se ha ido ampliando con el paso del tiempo. El tercer elemento que no se puede obviar es que la eficiencia productiva del sector es menor aquí que en la mencionada UE-27, y mucho menor que en Alemania y Francia, y el cuarto es que, pese a la relevancia de sus ventas al exterior, el peso de la exportación de las manufacturas en relación con el PIB es también mucho menor en España (el 20,3% en 2024) que en la UE-27 (31,1%). Por si esto fuera poco, podríamos añadir un quinto elemento consistente en que algunas de las ramas manufactureras más productivas, como lo son, por ejemplo, la fabricación de maquinaria y equipo, y la obtención de productos informáticos, electrónicos y ópticos, aportan a la producción total de nuestro país entre un 50% y un 85% menos que en la UE-27.
A tenor de lo expuesto, dos parecen ser los principales problemas por los que las manufacturas españolas desempeñan un papel menor del que, a priori, se considera que debieran tener: su declive en el último cuarto de siglo y su menor productividad (en comparación con la media comunitaria). Luchar contra estos problemas requiere, entre otras muchas actuaciones, aumentar el tamaño medio de nuestras empresas y mejorar su productividad, tanto si se mide por hora trabajada como si se hace por la total de los factores, que es incluso menor que la de los servicios. Para avanzar por esta senda habría que potenciar las ramas y empresas manufactureras con mayor productividad, apostar decididamente por la digitalización y transición energética, apoyar la innovación y el crecimiento de las empresas líderes dentro de cada una de las ramas del sector, eliminar trabas administrativas, apoyar financiera y fiscalmente las alianzas entre empresas, facilitar el acceso de las misma a los mercados internacionales, etc., etc. Se trata, evidentemente, de un programa muy ambicioso y complicado de implementar.
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