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En agosto de 2019, un millón de hogares se quedaron a oscuras en Reino Unido. Se detectó entonces allí, como ahora aquí, una caída súbita ... de potencia. Se pidieron responsabilidades, se dijo que aquello se veía venir... Como miembros de pleno derecho de la especie humana, los británicos actuaron de la forma habitual: hasta que no se produjo el colapso, no tomaron medidas. Pero las tomaron. Aprendieron de su gran apagón. En 2022 se inauguró el Ketih Greener Park de Escocia, cuya pieza estelar es una rueda gigante, volante de estabilización, sistema de almacenamiento de energía cinética, volante de regulación de frecuencia o como quieran llamarlo. También en 2022, Siemens entregó a Irlanda un mecanismo similar destinado a estabilizar su red eléctrica. En Irlanda, como en Escocia, una gran parte de la energía proviene del viento, que es un sistema intermitente, pero al instalar su gigantesco volante, anunciado como el más grande del mundo, los irlandeses hicieron que dejara de serlo. Estos mecanismos convierten energía eléctrica en energía cinética y al revés, así que toman energía cuando sobra y la devuelven cuando falta, haciendo de un sistema intermitente uno estable.
Quizás ha llegado el momento de preguntar a las autoridades competentes cómo van los planes para instalar uno de estos valiosos cacharros en alguna parte de la geografía ibérica. Siempre parece estúpido tropezar en una piedra o un iceberg que se tenía a la vista (no a la nuestra, pero sí a la de los técnicos y a la del capitán del buque). Ahora bien, tampoco es seguro que la red eléctrica de Iberia tropezara ayer con una piedra visible. Hemos de hacer lo posible por prever los fallos previsibles, pero no todas las posibles catástrofes son evitables. Es decir, me parece a mí que si consiguiéramos evitar los tropezones evitables, ganaríamos mucho, pero que tampoco hemos de caer en esa prepotencia tecnológica que nos hacer ver a nuestra propia especie investida de poderes divinos.
Ayer vimos cómo nuestros grandes poderes se iban por el sumidero en cinco segundos, los que tardaron en evaporarse 15 gigawatios de energía. Alguien de la operadora portuguesa (REN) habló de una posible «vibración atmosférica inducida» pero Aemet, la Agencia Española de Meteorología, no ha podido confirmarlo (Redes Energeticas Nacionais de Portugal tampoco). Habrá que buscar la causa en otra parte. Son muchas las amenazas que se ciernen sobre nuestra fragilidad humana: nuestras propias limitaciones y otros fenómenos naturales. Somos expertos en caídas, tropezones y zancadillas. ¿Que no ha sido un ciberataque? Pues podría haberlo sido, y eso también hay que tenerlo en cuenta.
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