Las historias de indianos siempre terminan con un retorno feliz. Al menos así nos lo describe la RAE cuando señala que un indiano, entre otras ... acepciones, es «un español que emigró a América en busca de fortuna y volvió rico».
Cantabria es tierra de indianos. Muchos quisieron devolver el fruto de su éxito en obras benéficas, otros se limitaron a dejar constancia de su riqueza para gloria de su vanidad, y acaso los más numerosos fueron los que no llegaron a serlo, los que no regresaron y se diluyeron en la lejanía de allende los mares.
Uno de esos 'indianos' que nunca volvieron, y que por causas que jamás desveló no quiso contactar con su familia, fue un vecino de Galizano llamado Ángel Presmanes Argos que emigró a Argentina hace cien años. Quizás porque se marchó contra su voluntad cuando era un crío de 16 años, quizás por no poder dar buenas noticias de su dura vida en los montes cortando leña, Ángel nunca quiso contactar con su familia. Se instaló en Pellegrini, una pequeña localidad de la provincia de Buenos Aires, donde trabajó de panadero. Pero ni sus hijos ni sus nietos pudieron arrancarle más información que el nombre de su madre, María Argos, y que venía de la entonces provincia de Santander. Tras su muerte, los nietos intentaron localizar más información, pero no hubo manera de averiguar nada, hasta que, gracias a internet, uno de ellos, René, logró descubrir el nombre de su abuela, María Argos, en el libro 'Galizano, semblanzas de Cantabria', de José Luis Ezquerra.
–«¿Conoce usted a María Argos?», preguntaron a Ezquerra por las redes sociales.
–«¡Es la abuela de mi esposa!», contestó sorprendido el autor del libro.
Ángel Presmanes no pudo regresar con riquezas, pero sus nietos han vuelto estos días a Galizano con un tesoro más valioso, el feliz reencuentro de la memoria y el origen de un indiano.
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