«José nos ha salvado la vida, ese día nos vimos muertos»
El matrimonio rescatado de morir ahogado en la playa de Santa Justa, en Ubiarco, agradece la intervención del ertzaina que se tiró al mar a por ellos el pasado sábado
«Qué te puedo decir, que si no está José ese día allí no salimos y mi mujer se muere», explica con la emoción y ... atragantando sus palabras, Joaquín C., el hombre catalán de 79 años que, junto a su esposa, la gallega Olga S. (de 67 años), fueron rescatados de una muerte segura el pasado sábado, 6 de septiembre, gracias a que un ertzaina, fuera de servicio, arriesgó su vida para sacarlos del mar en la playa de Santa Justa en Ubiarco.
Olga y Joaquín se recuperan ya en Galicia del susto que sufrieron el pasado 6 de septiembre, cuando viajaron hasta Santillana del Mar desde Barcelona e hicieron un alto en su camino hacia Galicia, de donde ella es originaria. Ese día hacía buen tiempo y pensaron en bañarse en esta «bonita cala» del cantábrico. Un lugar de belleza espectacular pero que es mar abierta y traicionera. «Nos metimos porque aparentemente no nos parecía que había peligro», relata Joaquín. Y es que ese día, en el horizonte de la playa, incluso se avistaba «un banco de arena». Inicialmente se adentraron a unos «cinco metros de la orilla», donde les cubría hasta la cintura, pero no esperaban que «una ola» apareciese de repente y se los llevase a los dos «en un segundo». En ese momento, Joaquín –que se defiende nadando mejor que su mujer– luchó con todas sus fuerzas para que pudieran salir los dos, «pero me falta medio pulmón» de una lesión antigua –aclara– y eso le limitó las fuerzas para que pudiese agarrar a su esposa mientras veía con angustia como ella se alejaba. Con mucho esfuerzo logró acercarse a las rocas de los acantilados y encaramarse allí. «Gritaba socorro y socorro muy fuerte y había bastante gente en la playa pero ninguno se atrevió a entrar a ayudarnos, yo ya nos veía muertos, sobre todo a mi mujer», explica el hombre. Unos gritos que, tal y como adelantó el pasado lunes El Diario Montañés, sí escuchó José Rodríguez Cano, el ertzaina de Muskiz fuera de servicio que pasaba el día en la zona con su novia y que se convirtió en su «ángel de la guarda». «Bajó corriendo, cogió una tabla de flotar de niño, se fue hacia mi esposa y nos salvó la vida porque yo veía que ella ya se hundía», describe Joaquín. Luego, cuando la acercó a la roca «otro chico nos ayudó con él a salir de allí».
El hombre insiste en que no había ninguna señalización de que la playa era peligrosa y que, ese día, no había vigilancia. También afirma que ni él ni su mujer olvidarán nunca el gesto de este héroe –ahora ya no tan anónimo– que arriesgó su vida para salvar la de ellos. «La verdad es que ya no sé con qué o cómo agradecérselo, aún recuerdo lo que pasó y nos emocionamos mucho los dos», afirma.
Ese primer sábado de septiembre la gente que estaba en la playa avisó a los servicios de rescate del 112, pero estos llegaron cuando «ya estábamos en la playa», relata Joaquín. Hasta el lugar acudió una patrulla de Policía Local, una de la Guardia Civil, una ambulancia y una lancha de salvamento de Cruz Roja «pero no pudo acercarse al acantilado por las olas», afirma Joaquín, así que, con la ayuda de José y otro joven que se acercó por las rocas, tuvieron que salir poco a poco por tierra hasta la arena.
Del susto que pasaron les queda la emoción del recuerdo, también el agradecimiento al ertzaina que les salvó la vida y unos cuantos cortes por los arañazos de las rocas que ya están cicatrizando.
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