Un ejército solidario en el piso de Nazaret
«Necesito que el Ayuntamiento nos ayude porque ya no tengo dónde vivir con mis dos hijos», dice una vecina de uno de los bajos arrasados
Mariña ÁLVAREZ Y Álvaro MACHÍN
REINOSA.
Sábado, 21 de diciembre 2019, 07:45
Un ejército de hombres y mujeres con fregonas y trapos recorre las habitaciones de la casa de Nazaret, un bajo 'alto' que más parece un ... entresuelo, en la zona cero del desastre, en la Avenida de la Naval. Natural de Los Corrales de Buelna, desde hace tres años reside en Reinosa con sus hijos, de 11 y 7 años de edad. Desde 2018 vive (vivía) en la casa de la que les echó la riada la noche del jueves. Los niños ya no volverán a ese hogar. Un familiar se los ha llevado. Ya no se puede estar allí. Y no sabe dónde van a vivir.
Cuenta su drama a las puertas del piso. Está agotada. Y mientras habla, sigue entrando gente y más gente, que primero la abraza y luego se remanga.
Era de noche cuando el agua se empezó a filtrar por el suelo del baño, a saber desde dónde. Poco a poco fue brotando de todas partes. Y se empezó a filtrar por la ventana. Parecía todavía que la batalla se podía ganar. Bajó una vecina con mantas para tapar rendijas, «pero empezó a entrar por las ventanas, a ambos lados de la casa, por delante y por detrás... Salimos hacia el portal y el agua nos abrió la puerta, nos llevaba, y ya vimos que entraba en el edificio escaleras arriba... Mandé a los niños con la vecina del primero -otra vez, 'los del primero'-, que subieron asustados (...)». Nazaret se quedó a pie del cañón y la vecina bajó con sábanas. «Tiré la ropa dentro de las sábanas y cuando nos dimos cuenta, ya teníamos el agua por la cintura».
«Estaba muy bien»
La ropa metida en un hatillo es lo único que pudo sacar. Nazaret se reunió con sus hijos en el primer piso. «Y ya no pudimos hacer más por la noche, y ahora -es mediodía- a recoger lo poco que me ha quedado y a limpiar». Una tía se llevó a los niños a Asturias. Nazaret se ha quedado para resolver su vida, que en estos momentos no pinta nada bien. «Ahora a ver si el Ayuntamiento me ayuda con una vivienda de protección oficial para poder marchar de aquí, porque aquí yo estaba de alquiler. Este piso no es mío, pero lo sufro como si fuera mío, porque llevo un año y medio viviendo en él, estaba muy bien (...)», dice Nazaret llorando, mientras llega una mujer, le pone la mano en el hombro, entra en el piso y se remanga, como los demás.
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