Perros envenenados en Islares: «Me advirtieron del peligro y cuando miré a Tommy ya no se sostenía en pie»
Los propietarios de los animales afectados narran los angustiosos momentos que vivieron el pasado domingo y advierten del peligro de pasear por la zona
«Nanuk comenzó a convulsionar, no se sostenía de pie. No sabíamos qué hacer. Tuvimos que pedir ayudar al adiestrador, que vive cerca, para trasladarla ... al veterinario de urgencia». Lucía Palacio recuerda con angustia los primeros minutos de envenenamiento de su mastín. Como de costumbre, ella y su familia iban caminando por las campas que unen Islares con Cerdigo, por el tramo del Camino de Santiago, cuando su perra acudió a ellos temblorosa y desorientada. «No se metió en ninguna finca, íbamos por el trayecto por el que hemos pasado muchas veces», explica Palacio. Cuando llegaron a la clínica, la perra estaba «muy delicada y con mucha fiebre». Tuvieron que sedarla para recuperar sus constantes vitales. Como Nanuk, con los mismos síntomas y después de pasear por la misma zona, hay más de diez perros. Uno de ellos, Gala, murió como consecuencia del envenenamiento.
Aunque tanto la Guardia Civil como la Policía Local han abierto una investigación y tratan de esclarecer lo ocurrido, la junta vecinal de Islares tiene su propia teoría. La alcaldesa pedánea, Dolores Vázquez, ha explicado a este periódico que las fincas son privadas, muchas de ellas están valladas, y los perros van sueltos y se cuelan y comen el veneno que los propietarios han colocado para acabar con «la plaga de ratas» que hay en la zona. «¿Cómo se soluciona el problema? Llevando al perro atado, pero el civismo brilla por su ausencia. Me entristece que los canes acaben envenenados, yo además tengo perro, pero es que hay carteles en postes que advierten del veneno y la gente no hace caso», lamenta Vázquez.
Ramón Gestera, adiestrador canino y responsable de pegar esos carteles a los que hace alusión la Junta vecinal, asegura que «es completamente falso» que haya plagas de ratas, «ni de nada». Gestera asistió a la mayoría de perros afectados por el veneno en la zona «y puedo asegurar que ninguno se salió del camino ni se coló en fincas particulares. Todos iban andando por la carretera, olisqueando las cunetas». Otra de esas mascotas que consiguió salvar la vida gracias a la rápida actuación de Ramón es Tommy. «Íbamos caminando mi pareja y yo con el perro por la zona. Eran las once de la mañana del domingo. Entonces un señor nos advirtió de que los animales estaban enfermando al pasar por allí y que no era seguro. Nos dimos la vuelta y pocos minutos después mi perro ya no podía sostenerse en pie», explica Lucía García, que tiene que hacer una pausa para dejar pasar el nudo que se le ha formado en la garganta. Cuenta que en la clínica San Francisco, que es donde consiguieron estabilizar a Tommy, le dijeron que se podía tratar de un veneno anticaracoles conocido como Limacol, el mismo veneno que se utilizó para envenenar a tres perros el pasado mayo en San Roque de Riomiera. Ramón no quiere señalar a nadie –«desgraciadamente no sé quién o qué ha podido pasar», dice con la boca pequeña–. También tiene sus teorías y se extraña de que «el sábado no se registraran casos, han tenido que echar algo por la noche», pero prefiere dejar las conjeturas a un lado y seguir pegando carteles por toda la ruta, «porque hay algo que no se tiene en cuenta y es que un día el afectado es un niño. Y cuando eso ocurra entonces sí se tomaran medidas», apunta.
La campa cercana a Cerdigo
Los propietarios de los perros afectados se han puesto en contacto los unos con los otros para tratar de acotar al máximo la zona en la que vivieron el episodio de envenenamiento de sus animales y han llegado a la conclusión de que se trata de la campa que está a la altura de Cerdigo, «por el tramo conocido como la milla, antes de llegar a los bloques de hormigón».
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