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El resurgir de la iglesia de El Astillero
El templo abrirá sus puertas el sábado 23 de agosto, tras permanecer un año y medio cerrado como consecuencia de los trabajos para estabilizar la estructura
Ruido. Es, de momento, lo único que hay en el exterior de la iglesia de San José, en El Astillero. El ruido de las máquinas ... trabajando. «Menudo follón, ¿eh? Pues hemos estado peor», dice a modo de saludo el párroco, Antolín García, contento porque en esta ocasión, los trabajos en el exterior del templo forman parte de una actuación municipal para acondicionar el entorno. No están relacionados con la iglesia de San José, que también ha tenido lo suyo –en lo que a obras se refiere–, pero que al fin, tras más de un año y medio de trabajos para estabilizar la estructura, abrirá de nuevo sus puertas el próximo 23 de agosto, sábado.
El cura accede al edificio intentando no llevarse por delante los cables que reptan a lo largo del pasillo antes de la sacristía. Todo está cubierto por sábanas y un poco empantanado. Es la parte que queda por pintar; la que comunica con el interior del templo. Ya una vez dentro, cambia la cosa. Los muros recién encalados se expanden ante el espectador. Sobre el altar, el cimborrio restaurado y la impresionante vidriera que trocea la luz tras haber pasado por las manos del vitralista Tomás Saiz, uno de los pocos que sobrevive en el sector. Huele a pintura fresca.
La parte gruesa del proyecto era la rehabilitación de la cubierta del cimborrio y del tejado que cubre esta parte de la infraestructura. Eso y, por supuesto, la vidriera. Aparte, se han pintado las paredes, se ha provisto de un falso techo a la nave central y se ha mejorado la acústica, «que ya era muy buena antes», resume el párroco. La iluminación, que da sensación de amplitud en una iglesia donde caben «500 personas fácilmente», también se ha repuesto. Aparte de la cubierta de la cúpula, se ha cambiado también otra parte del tejado de uno de los laterales de la capilla. Aquí surge un problema «y es que el edificio tiene tanto tejado como superficie y recomponerlo entero encarecería mucho la obra». Para hacernos una idea, «calcula lo que cuesta restaurar un tejado de una vivienda y multiplícalo por cinco», aduce el cura.
A este respecto –el de los dineros–, García concreta que la totalidad de la actuación ha supuesto un coste de 500.000 euros, de los cuales 150.000 han sido aportados por el Gobierno de Cantabria y el resto por el Obispado.
En febrero de 2024, detectaron que se habían desprendido algunos elementos del tejado y de la vidriera
Antes de poner un solo pie dentro de la iglesia, los técnicos acordaron realizar un estudio topográfico para analizar la estabilidad de la edificación. «El resultado fue positivo en el sentido de que la construcción no se había desplazado; que estructuralmente estaba bien y era segura». El edificio no iba a venirse abajo, aunque fue precisamente la caída de algunos elementos de la estructura lo que llevó a tomar la decisión de clausurar el acceso y trasladar el culto.
El día que Antolín García decidió que había que solucionar los problemas que se venían dando en el templo –el anterior párroco había visto cómo se desprendían elementos de la vidriera–, acudió a la iglesia el aparejador municipal y determinó que era mejor cerrar la puerta hasta comprobar que no corría peligro la estabilidad del edificio. Ese día, que era 8 de febrero de 2024, Antolín, el cura, no se imaginó que la cosa sería para tanto y que no podría volver a dar misa en su iglesia hasta varios meses más tarde.
Apertura el sábado, día 23
Pero todo llega. La apertura tendrá lugar el próximo sábado 23. «Contaremos con la presencia del obispo Arturo Ros, y abriremos las puertas un rato antes de la misa de las siete para que los feligreses puedan ver el cambio a mejor». Después, habrá un ágape para todos los asistentes.
No obstante, el párroco asegura que aún quedan aspectos por mejorar en la iglesia. «De momento, se ha intervenido en lo más imprescindible, pero es un espacio muy grande y mantenerlo lleva un trabajo». En total, Antolín García calcula que sería necesario invertir «más de un millón de euros». Es decir, el doble de lo que se ha destinado hasta ahora. «Ten en cuenta que esta iglesia hará 76 años el día 28 de agosto». Otra fecha que celebrar.
El párroco se muestra muy agradecido, eso sí, a la residencia San Pedro de Guarnizo y a las hermanas del colegio San José, que han cedido sus espacios para que las misas pudieran celebrarse mientras el templo ha estado cerrado. Aunque «nos han puesto muchas facilidades, la gente está deseando que se abra, porque esta es la casa de todos». Una casa a la que, en menos de una semana, ya pueden volver.
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