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Un desembarco pasado por agua en Laredo
Las actrices que encarnan a las hermanas de Carlos V arribaron este sábado al palenque, bajo un aguacero que volvió a poner a prueba la paciencia del público
Laredo vivió este sábado una nueva edición de la fiesta de recreación del Desembarco del Emperador Carlos V pasada por agua. El mal tiempo ... fue una vez más el protagonista de la llegada a puerto de la comitiva de actores, ataviados de época, que encarnan al séquito de las reinas María de Hungría y Leonor de Francia y Portugal, hermanas del Sire. Aunque casi a la carrera por la lluvia, esta vez si hubo representación y recreación de la escena tal y como acaeció en 1556, cuando sus majestades desembarcaron para reencontrarse con su hermano el emperador en el palenque del arenal de La Salvé.
El desfile previo a la arribada de sus majestades se aceleró para evitar que se repitiera la suspensión del día anterior, no obstante el agua volvió a hacer acto de presencia. Mientras tanto, los abanderados de Tortosa intentaban animar el palenque con su espectáculo de lanzamiento de banderas, pero la lluvia impidió que pudieran alzar los estandartes al cielo con la destreza habitual. Además, los trajes y vestimentas de época, fruto de muchas horas de trabajo, no deben mojarse a riesgo de estropearse.
«Si ustedes continúan con nosotros, nosotros también», pedía por megafonía el presentador, Noé del Río, que llegó incluso a rogar al cielo que detuviera la tormenta con el emperador sentado en la grada de autoridades. Algunos espectadores optaron por abandonar el recinto, sabiendo que más tarde debía celebrarse el esperado espectáculo de justas de caballeros, aunque finalmente el tiempo lo hizo imposible y hubo que suspenderlo.
El palenque, esta vez con menos público que en la jornada anterior, rompió en aplausos cuando el emperador Carlos V bajó de la grada y consiguió pisar la arena bajo la lluvia. «¡Viva el emperador, viva Carlos V!», sonaba mientras el monarca avanzaba hacia el barco para recibir a sus hermanas. «Laredo os recibe con agua bendita para la tierra, pero no merecíais este trato por parte de los cielos», narraba Del Río al ver llegar a las reinas, agradeciendo la fidelidad de un público que, en parte, aguantó estoicamente bajo el aguacero.
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