Cillorigo, el municipio con más acentos
El ayuntamiento lebaniego cuenta con la tasa de población extranjera más alta de la comunidad. El 12,7%de sus empadronados han llegado desde el extranjero
La comarca lebaniega es uno de los principales lugares de la geografía regional elegido por personas de otros países para trabajar y vivir. Entre sus ... siete municipios, es Cillorigo de Liébana, con un porcentaje del 12,7% de extranjeros empadronados, el que encabeza la mayor tasa de población foránea residente en Cantabria. Y detrás de los números están las historias personales, como las compartidas en este reportaje, cuyas protagonistas (Isabel Volders, Samira Jiménez y Miha Sormeda) emprendieron un día un cambio de vida que terminó en un nuevo hogar en el corazón de los Picos de Europa. Como explican, son múltiples los motivos que pesan a la hora de decidir establecerse allí. Desde la tranquilidad del entorno rural y la belleza del paisaje a la buena armonía, el hecho de sentirse plenamente integrados y de tener la posibilidad de trabajar, principalmente en el sector servicios y en la construcción.
Todos estos factores han hecho posible que el municipio aumente su población extranjera. Solamente en la localidad de Ojedo viven personas de más de quince nacionalidades diferentes. Toda una variedad de acentos en las conversaciones vecinales. El alcalde del municipio, Jesús Cuevas, se siente muy satisfecho de la perfecta integración de todas estas personas «que han venido a trabajar en sectores que necesitan mano de obra, como los servicios, sobre todo en hostelería, en la construcción o en el cuidado de personas mayores».
«Desde el primer momento, conviven con nosotros y forman parte de nuestra comunidad y, lo que es muy importante, han propiciado un aumento de la natalidad en una comarca con alta tasa de envejecimiento, y en muchos casos han montado su propio negocio», relata el regidor.
Isabel Volders Originaria de Bélgica
«La gente nos ha ayudado mucho y se abre al visitante»
Desde Gante (Bélgica), donde nació hace 56 años, Isabel Volders decidió dar un nuevo rumbo a su vida cuando tenía 20 años. «Salí de mi país y fui a Tenerife, donde conocí a mi pareja, Guillermo, natural de las Islas Canarias. Éramos los dos bailarines y allí vivimos quince años, pero necesitábamos un nuevo cambio en nuestras vidas, y esa oportunidad surgió cuando en el año 2000 visitamos los Picos de Europa, quedándonos en la Posada San Pelayo, en San Pelayo (Camaleño), donde conocimos a Aquilino y Lourdes, sus propietarios. Allí, con el ventanal de la habitación y su magnífico jardín con vistas al Macizo Oriental de Picos de Europa, fue donde nos enamoramos de Liébana». Ahí, en ese momento, nació el idilio con la comarca y, cuatro años después, la pareja decidió que era el momento de venir a vivir a la sombra de los Picos.
«Alquilamos una casa en Frama (Cabezón de Liébana) –recuerda, Isabel– y a los seis meses abrí una floristería en Potes. Guillermo hizo un curso de profesor de pilates y le propuso al alcalde de Potes dar clases en el polideportivo municipal, donde también comenzó con clases de ballet, en las que yo le ayudaba. También di un año clases extraescolares de inglés en el colegio de Potes y clases particulares durante siete años», relata Isabel recordando sus inicios laborales en Liébana.
Cuando llevaban tres años residiendo en Frama, surgió la posibilidad de ir a vivir a una casita rústica con jardín en San Pedro de Bedoya (Cillorigo de Liébana) y no lo dudaron ni un instante. Isabel reconoce que «había venido aquí para disfrutar del entorno, de la naturaleza, en busca de tranquilidad, de sosiego, de poder disfrutar de estos maravillosos paisajes, y esa tranquilidad la hemos encontrado viviendo en este valle de Bedoya, huyendo de las zonas más turísticas. Aquí la gente nos ha ayudado mucho y se abre al visitante. Así que ahora disfrutamos de las estaciones, de los colores del otoño en el bosque, del invierno junto a la chimenea, del verano con calorcito y de una primavera florida en todo su esplendor».
Samira Jiménez Originaria de Colombia
«Aquí me han acogido muy bieny me siento como en mi casa»
Hace dos años, Samira Jiménez, de 39 años, cruzó el Atlántico desde su ciudad natal de Medellín (Colombia) para mejorar su situación económica. Allí «tenía mi trabajo, mis hijos, pero sentí la necesidad de buscar un lugar donde poder trabajar, y con los años adquirir una vivienda propia y eso me impulsó a salir de mi país».
En febrero de 2023 llegó a Santander y comenzó a buscar trabajo «a través de las redes sociales». Fue entonces cuando conoció a una chica de Torrelavega. La escribió, preguntándola sobre ofertas de empleo y le dijo «que tenía una amiga, Raquel, que buscaba una chica para poder trabajar cuidando a una persona mayor casi dependiente. Me dijo que era en Potes, pero yo lo que quería era poder trabajar».
Con una pequeña mochila como todo equipaje, Samira se desplazó con su amiga a la comarca de Liébana y la impresionó cruzar el Desfiladero de La Hermida. «Fue muy impactante –asegura– y al ver tantas montañas y rocas, me dije para mí ¡Dios mío, a dónde me llevan! El viaje no concluyó en Potes, ya que nos desplazamos hasta Esanos, en Cillorigo de Liébana, donde conocí a Honorina Gaipo, la persona mayor que vivía sola y que tenía que cuidar».
Los primeros días no fueron fáciles, ya que asegura que «lo pasé mal debido al frío, porque yo venía de un país cálido, pero fueron pasando los días y me fui acostumbrando. El pueblo es pequeño y estaba habituada al bullicio de la ciudad, al tráfico de los vehículos, pero aquí he encontrado a una mujer que me quiere, al igual que sus hijos, y los vecinos del pueblo me han acogido muy bien, por lo que me siento como en mi casa». «He tenido mucha suerte de poder tener este trabajo y poder vivir en este pueblo», añade.
Samira ayuda a Honorina, la cuida y disfruta de su compañía. «Estamos las dos solas en casa y realizo las labores para que se encuentre a gusto y bien atendida», indica. No obstante, tiene claro que espera que algún día pueda regresar de nuevo a Colombia para volver a reencontrarse con sus hijos y familia.
Miha Sormeda Originaria de Rumanía
«Este es nuestro sitio, tenemos salud, trabajo y una vivienda»
Cillorigo de Liébana cuenta con una nutrida población de origen rumano que se ha desplazado hasta tierras lebaniegas para trabajar. Miha Sormeda es una de estas personas. A sus 44 años, lleva ya dos décadas viviendo en el municipio lebaniego en compañía de su esposo y de sus dos hijos. Su historia y su vinculación con esta comarca se inició cuando tenían ya el hijo pequeño y, por mediación de un amigo, a su esposo le surgió la posibilidad de trabajar en Liébana. «Mi marido conocía los sectores de la carpintería y la construcción y vino a trabajar a una empresa que necesitaba un carpintero. Yo mientras tanto me quedé en Rumanía con el pequeño, aunque a los seis meses vine a estar junto a él. Aquí, trabajé en la cafetería El Cantón, de Potes. Me quedé embarazada de mi segundo hijo y regresé de nuevo a mi país, pero no fue la mejor opción y estuve un año con mis dos hijos, aunque decidí volver a Ojedo, dejando a los niños con mis suegros. La idea era trabajar aquí duro y regresar de nuevo a nuestro país».
Pero los niños les echaban en falta «y fue cuando decidimos ir a por ellos. Cuando nos vimos todos juntos comprendí que ya no me faltaba nada, solamente trabajar y mantener a la familia». Y el lugar para hacerlo era, claro está, Liébana.
Miha asegura que «aquí la gente es muy sencilla, muy abierta y te hablan con auténtica sinceridad. Mi marido trabaja en el mantenimiento de los apartamentos la Alquitara, de Ojedo, y yo he trabajado nueve años en el hotel Infantado, también en Ojedo, y ahora llevo ya nueve años de cocinera en el camping La Viorna, de Mieses». A día de hoy, lo que tiene claro esta familia rumana es que no está en sus planes regresar a vivir a su país de nuevo, a pesar de que allí han adquirido una vivienda y que cada año van de visita. «Este es mi sitio, el de mi marido y mis hijos. Tenemos salud, trabajo y una vivienda. No nos falta nada más», relata Miha con satisfacción. «Estamos muy felices de vivir en este auténtico paraíso, donde nos sentimos muy queridos», concluye.
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