En La Vega: «Está siendo gordísima, al otro lado está todo chamuscado»
«¿Qué hacen?, ¿por qué hay tanto jaleo?», pregunta una turista madrileña en La Vega (Vega de Liébana). Se ha detenido a mirar porque hay ... dos camiones autobomba y varios bomberos forestales detenidos junto a la carretera. Justo enfrente, en la biblioteca, se encuentra el Puesto de Mando Avanzado desde donde se coordina todo el operativo contra el fuego que amenaza Cantabria. La situación, aparentemente, es tranquila. Las nubes están bajas y una llovizna persistente está humedeciendo el terreno. No cae lo suficiente como para ayudar a sofocar los focos, pero sí para refrescar los bosques, al menos en la vertiente cántabra del puerto. Unos kilómetros más arriba, el Puerto de San Glorio, la N-621, está cortado al tráfico. Una patrulla de la Guardia Civil esta apostada en el cruce hacia Dobarganes para indicar a todos los vehículos que deben darse la media vuelta «por seguridad».
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La cima del puerto está a 12 kilómetros. Pasan pocos coches. Un camión se abre paso con un buldócer en el remolque. Es uno de los medios utilizados en el límite entre León y Cantabria para hacer cortafuegos y trabajar «en labores preventivas». En La Vega, los vecinos del pueblo se mezclan con los turistas que han optado por no marcharse. Incluso la Oficina de Turismo de La Vega trabaja con normalidad, aunque la recomendación que hacen a los visitantes es que eviten las actividades recreativas en las montañas de la zona «por precaución». El fuego está muy lejos, pero las autoridades han optado por la precaución. En los bares, como el Mesón La Vega, no hay otro tema de conversación. «Es que está siendo gordísima, al otro lado esta todo chamuscado y nadie está haciendo nada», se quejan. Confían en que tanto esta tarde de lunes como mañana las nubes descarguen más agua «y así ayude a refrescar el terreno».
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